Detalles[]
- Habla con Rudolf.
- (Después de elegir alguna de las opciones:
- Habla con Marjorie.
- Entrégale la margarita voladora a Marjorie.
- Habla con Quinn.
- Encuentra el transporte.
- Protege el transporte.
- Habla con Sara.
- Habla con Norma.
- Habla con Sara.
- Habla con Vile.
- Habla con Rudolf.
- Comprueba qué le pasa a Jilliana.
- Pregúntale a Vile.
- Encuentra a Jilliana.
- Elimina a los Ladrones de Tesoros.
- Habla con Jilliana.
- Habla con Marjorie.
- Habla con Rudolf.
Notas[]
- La primera vez que hagas esta misión solo podrás escoger la versión de Marjorie. La segunda vez que la hagas, podrás escoger la opción de Quinn. Al hacerla por tercera vez, la versión de Sara estará desbloqueada, y finalmente, en una cuarta vez, podrás elegir a Vile.
- Al terminar la versión de Vile, conseguirás el logro «En el nombre de Favonius».
Recompensas[]
- Recompensa adicional en la versión de Vile:
Insignia de cuervo de bronce × 3
Mora × 1600
Diálogo[]
- (Habla con Rudolf)
- Rudolf: ¿Qué debería regalarle?...
¿Qué debería regalarle?...
- Rudolf: ¿Eh? ¿Tú también vas a regalarle algo a alguien?
- Rudolf: *Suspira*, escoger un regalo es un dolor de cabeza...
- Rudolf: Quiero hacerle un regalo a mi esposa, Jilliana, pero no se me ocurre nada.
- Rudolf: *Suspira*, hacer un regalo es saber que hay muchas opciones pero no saber cuál es la más adecuada para regalar...
- Rudolf: *Suspira*, no se me ocurre nada... Pensé en preguntar a la gente de la ciudad, pero tampoco sabía por quién empezar.
- Rudolf: ¿A quién debería preguntar?
¿Qué tal Marjorie? Tiene una tienda de recuerdos...
- (Ve a «Versión de Marjorie»)
¿Qué tal Quinn, el que vende fruta?
- (Ve a «Versión de Quinn»)
¿Qué tal Sara, de El Buen Cazador?
- (Ve a «Versión de Sara»)
Tal vez Vile pueda aconsejarnos...
- (Ve a «Versión de Vile»)
Versión de Marjorie[]
- Rudolf: ¿Marjorie? Ah, claro, ella dirige la tienda de recuerdos, ¿cierto? Tiene muchos artículos para elegir.
- Rudolf: ¿Podrías ir a mirar a su tienda? Lily se fue a jugar, así que tengo que esperar aquí hasta que regrese, ya que Jilliana todavía está trabajando.
- Rudolf: Además, quiero darle una sorpresa. No puede enterarse de esto...
- (Habla con Rudolf de nuevo)
- Rudolf: Qué difícil elección...
¿Por qué quieres darle un regalo a Jilliana?
- Rudolf: ¿A qué te refieres? ¿Qué clase de pregunta es esa?
- Rudolf: El objetivo de dar un regalo es darle a alguien una sorpresa agradable, hacerla feliz.
- Rudolf: ¿Qué tiene de extraño que yo quiera hacer feliz a mi esposa?
¿Le das regalos a Jilliana a menudo?
- Rudolf: No realmente... Solo los fines de semana y los lunes... Ah, y en festivales, y en su cumpleaños, por supuesto...
- Rudolf: Como dije, ¡no tan a menudo! ¡Jaja!
- (Habla con Marjorie)
¿Qué tienes para regalar?
- Marjorie: ¿Para regalar? Tengo muchas cosas. ¿Para qué lo quieres?
Rudolf quiere hacer un regalo.
- Marjorie: ¿Un regalo? ¿De Rudolf? Tengo muchas cosas, pero primero necesito saber para quién es el regalo.
- Marjorie: Solo con “hacer un regalo” no es suficiente.
- Marjorie: ¿Para Jilliana? Ah, sí, la mujer de Rudolf, ¿cierto?
Para hacerle un regalo a Jilliana.
- Marjorie: ¿Un regalo para Jilliana? ¿Se lo vas a regalar tú? También necesito saber quién es el que regala.
- Marjorie: Ah, es un regalo de Rudolf a Jilliana, ¿cierto?
Rudolf le quiere hacer un regalo a Jilliana.
- Marjorie: Oh, qué bueno eres ayudando a otros a elegir un regalo. Sabes perfectamente todo lo que quieren. En ese caso...
- Marjorie: Entonces, Rudolf quiere regalarle a su esposa, Jilliana, un regalo, ¿cierto?
- Marjorie: Déjame pensarlo... Está bien, ya sé. Aquí tengo un regalo que podría gustarle.
- Marjorie: Pero... Jeje, ¿tienes dinero suficiente? El regalo cuesta 900 Moras.
Sí. Aquí está el dinero.
- Marjorie: Qué generoso eres! Ya envolví el regalo. Toma.
- Marjorie: Pero no lo abras, ¿de acuerdo? Lo importante en un regalo es la sorpresa.
- Marjorie: Además, sería muy descortés abrir el regalo de otra persona.
No traje dinero suficiente...
- Marjorie: ¿Cómo vienes a comprar sin dinero? ¿Es que crees que te lo voy a dar gratis?
- Marjorie: Oh... De acuerdo, de acuerdo, pero no te quedes parado en la puerta de la tienda con cara de lástima. No quiero que la gente piense mal.
- Marjorie: Ya sé. Si me ayudas a conseguir margaritas voladoras, te daré el regalo.
- (Habla con Rudolf)
- Rudolf: ¿Conseguiste este regalo en la tienda de Marjorie?
Sí.
- Rudolf: ¡Oh, gracias! Espera, ¿lo compraste?
Así es.
- Rudolf: Oh, y... ¿Cuán-cuánto dinero costó? Yo te lo doy.
- Rudolf: Al fin y al cabo, el regalo es mío. No puedo permitir que gastes tu dinero, ni tampoco el de Jilliana...
- Rudolf: Tengo unos pocos ahorros. Espera... ¿Esto será suficiente?
- Rudolf: Espero que a Jilliana le guste...
Versión de Quinn[]
- Rudolf: ¿Él? No creo que se le ocurra un buen regalo.
- Rudolf: Si a mí me cuesta decidir un regalo para Jilliana, él sería aún más indeciso si le regalara algo a Beatrix.
- Rudolf: Pero supongo que no pierdes nada por preguntar. Tal vez incluso dé en el clavo...
- Rudolf: ¿Podrías ir a mirar a su tienda? Lily se fue a jugar, así que tengo que esperar aquí hasta que regrese.
- (Talk to Rudolf again)
- Rudolf: No sé por qué tuviste que pedirle ayuda a Quinn...
¿Qué pasa con Quinn?
- Rudolf: ¿Eh? No, no, nada. No es que tenga ningún problema con él, pero... En lo que respecta a escoger regalos...
- Rudolf: Antes que a Quinn, hubiera sido mejor preguntarle a Beatrix. Es más de fiar.
- (Habla con Quinn)
- Quinn: Esa Beatrix...
¿Qué regalos tienes para hacerle a Jilliana?
- Quinn: Rudolf quiere hacerle un regalo a su esposa...
- Quinn: ¿Por qué me lo preguntas a mí? No tengo experiencia haciendo regalos, ni tampoco tiempo para pensar en ello.
- Quinn: ¿Qué? ¿Beatrix? ¡¿Qué tiene que ver ella con esto?! ¡No digas tonterías!
- Quinn: Está bien. Te ayudaré a pensar en un regalo, pero, a cambio, tú me ayudarás a mí también
- Quinn: Aún estoy esperando que llegue una mercancía que pedí. ¿Podrías ir a ver qué ocurre? Espero haber pensado en un regalo para cuando regreses...
Yo me encargo.
- Quinn: ¡Muchas gracias!
¿Qué hay de Beatrix?
- Quinn: ¿Ella? ¡No quiero ni oír ese nombre!
- Quinn: Ayúdame con mi mercancía. Yo estaré aquí pensando en un regalo especial...
- (Habla con Quinn de nuevo)
- Quinn: *Suspira*, mañana tengo que abrir y no tengo suficiente mercancía...
Si has protegido la mercancía[]
- (Habla con Quinn)
- Quinn: ¿Y bien? ¿Encontraste mi transporte?
Sí.
- Quinn: Qué bien. ¿Y en qué estado estaba? ¿Cómo? ¿Que fue atacado por unos monstruos?
- Quinn: Qué desgracia... Oh, ¿expulsaron a los monstruos? Vaya, ¡muchas gracias!
- Quinn: Seguro que quien llevaba las mercancías se asustó por los monstruos. Ay... El transporte no puede quedarse ahí. Iré a hablar con los Caballeros de Favonius.
Ah, con respecto al regalo...
- Quinn: ¡Ah, sí! Ya lo preparé. Bueno, en realidad, Beatrix lo preparó.
- Quinn: No sé por qué, pero desde pequeña es muy buena haciendo regalos.
- Quinn: Le dije que iba a regalarle algo a una amiga, e inmediatamente me preparó esto.
- Quinn: Nunca la vi tan emocionada. Bien, toma esto. No creo que se haya equivocado... O eso espero.
- (Habla con Rudolf)
- Rudolf: ¿Conseguiste este regalo en la tienda de Quinn?
Sí.
- Rudolf: ¿En serio? Eso sí que no me lo esperaba. Parece que mejoró mucho escogiendo regalos.
- Rudolf: ¿Eh? ¿Beatrix le ayudó? ¿O él tuvo la iniciativa de preguntarle?
- Rudolf: Debe ser una bendición del Arconte Anemo... N-no sé qué decir...
Dale las gracias a Beatrix.
- Rudolf: ¿Beatrix? ¿Qué? ¿Beatrix ayudó a Quinn con el regalo? ¿O él tuvo la iniciativa de preguntarle?
- Rudolf: Ese chico... Veo que no mejoró ni un poco escogiendo regalos. Más bien, empeoró aún más...
- Rudolf: Este regalo debería estar bien. No creo que Beatrix se equivoque con estas cosas.
- Rudolf: Además, no estaría bien que lo devolviera.
- Rudolf: Ah, toma esto como agradecimiento. Espero que a Jilliana le guste este regalo...
Si se ha destruido la mercancía[]
- (Habla con Quinn)
- Quinn: ¿Y bien? ¿Encontraste mi mercancía?
Hubo un problema...
- Quinn: ¡¿Qué?! ¿Destruyeron el transporte? ¡Esos monstruos! Ya me preguntaba por qué no llegaba la mercancía.
- Quinn: No pasa nada, no es tu culpa. Iré a contárselo a los Caballeros de Favonius. Esto no puede seguir así.
- Quinn: Eh... Me da un poco de vergüenza, pero ¿podrías ayudarme con otra cosa? Necesito unos cuantos tablones firmes. Quiero ir a reparar el transporte. Si no, tanto él como la mercancía se quedarán tirados en el suelo.
Yo me encargo.
- Quinn: ¡Muchas gracias!
Es muy peligroso.
- Quinn: Jajaja, no pasa nada. No es más que un pequeño problema, no te preocupes. Ven a darme las tablas de madera cuando las tengas.
- (Habla con Rudolf)
- Rudolf: ¿Conseguiste este regalo en la tienda de Quinn?
Hubo un problema...
- Rudolf: ... ¿El transporte? ¿De nuevo? Le gusta asegurarse de obtener los productos más frescos, por eso se abastece afuera de la ciudad.
- Rudolf: El problema es que si toman una de las rutas más tranquilas, es probable que sean emboscados por monstruos, y después de ahuyentar al conductor, destruirán los bienes.
- Rudolf: Sin embargo, conociendo a Quinn, no abandonará los bienes si puede evitarlo.
- Rudolf: Ese Quinn es un hueso duro de roer, no tengo idea de dónde lo sacó.
- (Habla con Quinn)
- Quinn: ¿Encontraron los tablones firmes?
Sí.
- Quinn: Muchas gracias. Yo traeré de regreso tanto la mercancía como el carro.
- Quinn: Ah, este es el regalo que acordamos. Beatrix me ayudó a prepararlo.
- Quinn: Se le da muy bien hacer regalos. Le dije que tal vez le regalaría algo a una amiga, e inmediatamente me preparó esto.
- Quinn: Nunca la vi tan emocionada. No se preocupen, siempre acierta con los regalos que escoge
¿Le contaste a Beatrix lo que pasó con la mercancía?
- Quinn: Claro que no. Si se lo dijera, no dejaría de quejarse.
- Quinn: Ustedes tampoco le cuenten nada, ¿eh? No quiero tener que dar explicaciones...
- Quinn: Bien, pueden llevarse el regalo. Yo iré más tarde a hablar de este asunto con los Caballeros de Favonius.
- (Habla con Rudolf)
- Rudolf: ¿Conseguiste este regalo en la tienda de Quinn?
Sí.
- Rudolf: Muchas gracias. Ese chico se preocupa mucho por su negocio.
- Rudolf: Tal y como esperaba, no dejó tirada su mercancía. En cuanto a los negocios, no hay nadie que consiga hacerle cambiar de opinión.
- Rudolf: Entonces, ¿Beatrix lo ayudó a escoger el regalo? Veo que no mejoró ni un poco en ese aspecto...
- Rudolf: Después de tantos años y sigue igual... *Suspira*, estos dos...
- Rudolf: Bueno, gracias por tu ayuda. Me quedaré con el regalo. No creo que Beatrix se equivoque con estas cosas.
- Rudolf: Toma, acepta esto como agradecimiento.
- Rudolf: Espero que a Jilliana le guste...
Versión de Sara[]
- Rudolf: ¿Eh? ¿Qué regalo especial podrías encontrar en un restaurante?
- Rudolf: Aunque... Supongo que no lo sabremos a menos que vayas. Si no encuentras nada, puedes pedir algo de comida para llevar y traerla.
- Rudolf: Entonces, ¿puedo pedirte que te des la vuelta? Lily está fuera por el momento, así que tengo que esperar aquí hasta que regrese.
- Rudolf: ¿A dónde se habrá escapado esa niña esta vez?
- (Habla con Sara)
¿Qué regalos tienes para hacerle a Jilliana?
- Sara: ¿Rudolf quiere hacerle un regalo a Jilliana? Me lo preguntas porque... ¿quieres pedir alguno de nuestros platos especiales?
- Sara: Aparte de eso, no sé que podría regalarle.
- Sara: Bueno, si insistes, haré yo misma un plato especial...
- Sara: Me pondré manos a la obra. Mientras tanto, ¿podrías darle esta comida a Norma? La pidió ella.
- Sara: Este plato se tiene que comer caliente. Apúrate a llevárselo para que no se enfríe.
¡A la orden!
- Sara: Está en tus manos. Gracias.
¡Ya salgo!
- Sara: ¡Oh! ¡Muchas gracias!
- (Si el tiempo se acaba y no lo has entregado)
La comida se enfrió...
- Sara: ¡Puaj! Esta comida está fría.
- Sara: No pasa nada. Te preparé otra, pero esta vez apúrate.
Entendido.
- Sara: Listo. Rápido, llévatela.
- (Habla con Norma)
- Norma: No creo que tarde mucho en llegar...
¡Perdón por la espera!
- Norma: ¡Guau! Qué susto. Qué rápido entregan la comida.
¿Esta es la comida que pediste?
- Norma: ¡Guau! Me diste un buen susto. Sí, es lo que pedí. Qué rápido entregan la comida.
- Norma: Y aún está calentito. No hace falta calentarlo de nuevo. Muchas gracias.
- Norma: ¿Que por qué pido comida en la ciudad? Ah, porque...
- Norma: La comida preparada es muy cómoda. No hay que lavar platos ni limpiar la cocina.
- Norma: Además, no sé hacer muchos platos distintos. Mi marido se cansó hace tiempo ya...
- (Habla con Sara)
Ya llegó su pedido!
- Sara: ¿Me trajeron la comida a casa? ¡Qué bien! Cuando se enfría, no sabe bien.
- Sara: Ya está listo el plato especial para Jilliana. Jeje, a las mujeres nos encanta esta comida. Seguro que a ella también. Además, cuando lo vea, entenderá que es un regalo.
- Sara: Bien, llévaselo. Con este no tengas prisa. No es necesario que esté caliente. Al fin y al cabo, ahora no es el momento de comerlo...
- Sara: Em... ¿Cómo explicarlo? Se puede calentar un poco para comerlo, pero el momento de hacerlo lo tendrá que decidir Jilliana.
- Sara: Ah, y no lo abras para comértelo tú. ¡No tengo tiempo para hacerlo una segunda vez!
- (Habla con Rudolf)
- Rudolf: ¿Conseguiste este regalo en la tienda de Sara?
Sí.
- Rudolf: Entonces, al final sí encontraste algo... ¿Qué será?
- Rudolf: ¿No puedo verlo? Bueno, imagino que será algo delicioso.
Es un plato especial.
- Rudolf: ¿Un plato especial? ¿Y cuál, si se puede saber?
- Rudolf: Cuántos secretos tienen las mujeres... Ni que fuera una comida supermisteriosa.
- Rudolf: Bueno, no importa. Confío en la señorita Sara. Toma esto como agradecimiento por tu ayuda.
- Rudolf: Espero que a Jilliana le guste este regalo...
Versión de Vile[]
- Rudolf: ¿Vile? ¿La conoces bien? Para mí, siempre ha sido una mujer muy misteriosa...
- Rudolf: No sé qué podrá aconsejarnos... Pero supongo que no perdemos nada por preguntarle.
- Rudolf: No sé por qué, pero últimamente Jilliana tiene tanto trabajo que no para de ir de acá para allá. ¡Rara vez nos vemos!
- Rudolf: Lily se ha ido a jugar y tengo que esperarla aquí, así que... ¿Podrías ir tú a preguntarle a Vile?
- (Habla con Vile)
- Vile: Qué trabajo tan engorroso...
¿Qué regalo me recomendarías para Jilliana?
- Vile: ¿Rudolf le quiere regalar algo a Jilliana?
- Vile: ¡Pues diste con la persona adecuada! Soy a la que mejor se le da escoger regalos para la gente de Mondstadt.
- Vile: Déjame pensar... Veamos... ¿Cuál sería el mejor regalo?... Están Rudolf, Jilliana y... ah, sí, su hija Lily...
- Vile: ¿Un libro? ¿Flores? ¿Un juguete? Humm... ¿Por qué no todos? Ah, y también algo que sea una sorpresa.
¿No quieres que te ayudemos?
- Vile: ¿A qué? No hace falta. Solo es un regalito de nada. Me gusta poder ayudarles con esto.
- Vile: No te preocupes. En realidad, no son cosas de gran valor, solo unos pequeños detalles. Espera, deja que lo envuelva como regalo.
- Vile: No lo abras, ¿de acuerdo? Es importante que sea una sorpresa
- (Habla con Rudolf)
- Rudolf: ¿Tienes el regalo?
Sí, pero...
- Rudolf: ¿Pero...? ¿Pasó algo?
- Rudolf: No te costó mucho encontrar uno. ¿Qué problema hay con eso?
- Rudolf: En fin, debería ir a darle las gracias a Vile cuando pueda.
- Rudolf: Muchas gracias por ayudarme. Espera un momento aquí.
- Rudolf: Jilliana está trabajando. Voy a dárselo en persona.
Si está trabajando, mejor que no la molestes, ¿no?
- Rudolf: Justamente por eso debería ir a dárselo. Seguro que le animará.
- Rudolf: Sé comportarme. Le daré el regalo cuando tenga un descanso del trabajo.
- Rudolf: Bueno, tú espera aquí. Ahora mismo vuelvo.
- Paimon: Guau, qué rápido se fue. Qué bien trata Rudolf a Jilliana, ¿no crees?
- Paimon: Ahora que lo pienso, nunca llegamos a saber si a Jilliana le gustó el regalo que escogimos.
- Paimon: Y con Rudolf igual. Nunca le dio los regalos a Jilliana delante de nosotros.
- Paimon: Jeje. Podríamos aprovechar ahora para ir a ver cómo reacciona cuando le dé el regalo. ¡Seguro que le gustará!
- Paimon: Ay, ¡cuánto le gustaría a Paimon que alguien le hiciera un regalo!
- (Habla con Rudolf)
- Rudolf: ¿Dónde se metió Jilliana?...
- Paimon: ¿Eh? ¿No la encontraste? ¿No dijiste que querías darle el regalo?
- Rudolf: ¿Quién dijiste que te dio este regalo?
Vile, ¿por qué lo preguntas?
- Rudolf: Ah, sí, Vile... Verás, cuando Jilliana abrió el regalo, de repente empezó a actuar de manera un poco extraña...
- Rudolf: Dijo tartamudeando que se había olvidado de hacer una cosa y, luego, se fue corriendo. Yo la llamé a gritos para que volviera, pero nada...
- Rudolf: No pasa nada. No es tu culpa. Fui yo quien te pedí que fueras por un regalo.
- Rudolf: Todos los anteriores le gustaron, así que esta vez le di el regalo directamente. ¿Quién habría pensado que reaccionaría así?
- Rudolf: Lily aún está jugando con Nora. Cuando vuelva, la dejaré con la Hermana Grace para que la cuide.
- Rudolf: Luego iré a buscar a Jilliana para averiguar qué pasó.
- Paimon: ¿Pero qué...? ¿Qué regalo habrá escogido Vile?
- Paimon: ¡Rápido! ¡Vamos a preguntarle!
- (Pregúntale a Vile)
- Vile: Guau, ya volviste. Pensé que tardarías más.
- Vile: Parece que Rudolf es bastante rápido.
¿Se puede saber qué regalo escogiste?
- Vile: ¿Realmente crees que te deberías preocupar por eso ahora?
- Vile: Me lo podías haber preguntado en cualquier momento para saber qué regalo escogí.
- Vile: Deberías encontrar a Jilliana antes de que sea demasiado tarde.
¿Sabes adónde fue?
- Vile: ¡Ja! ¡Ahora sí que sabes lo que tienes que preguntar! Veo que eres un aventurero que aprende rápido.
- Vile: Humm... Veamos... Debería estar por... ¡aquí! He marcado en tu mapa la ubicación aproximada.
- Vile: Oye, no me mires con esa cara de sospecha. Si no te fías de mí, siempre puedes buscar por todo Mondstadt...
- Vile: Rápido, ve a buscarla. Si eres lo suficientemente rápido, tal vez llegues a tiempo para ver el espectáculo.
- (Encuentra a Jilliana)
- Paimon: Esa es... ¿Jilliana? ¿Qué hace con los Ladrones de Tesoros?
- Paimon: Además, parece como si ese Ladrón y ella se conocieran muy bien...
- Paimon: ¿Qué estará pasando?...
Quedémonos aquí a observar.
- Paimon: No, no. Observemos desde aquí de momento.
- Paimon: Pero si vemos que Jilliana está en peligro, saldremos para ayudarla.
- Scrooge: Jilliana, ¿qué quieres decir con “ya no aguanto más”?
- Scrooge: No estarás pensando en romper tu relación con nosotros, tus hermanos, ¿o sí?
- Scrooge: No te vi tirar la toalla cuando, gracias a nuestro jefe, nos hicimos ricos y pudimos vivir como reyes.
- Jilliana: Ahora es distinto. Yo ya no soy una ladrona de tesoros...
- Scrooge: ¡Ja! ¡Qué conveniente! ¿Acaso piensas que esa decisión está en tus manos?
- Scrooge: Piénsalo bien, Jilliana. Si el jefe aún no ha venido por ti, es porque te estamos cubriendo. Somos viejos camaradas, ¿cierto?
- Scrooge: Si no me crees, piensa en lo que sería capaz de hacerle a tu marido y tu hija si se enojara.
- Jilliana: ¡No, por favor! ¡No les hagan daño! ¿Qué quieren? ¿Dinero? Tomen, yo les doy...
- Jilliana: Esto es todo lo que tengo... Además, ya les di mucho dinero antes. ¡¿Es que no es suficiente?!
- Scrooge: ¿Es todo? Olvídalo. Sabes perfectamente todo el dinero que perdimos porque te fuiste.
- Scrooge: Esas pérdidas son culpa tuya, así que será mejor que nos las compenses. Tengo una idea. Según tengo entendido, en la Catedral hay muchos tesoros valiosos, ¿qué tal si...?
- Jilliana: ¡Ni hablar! Yo... ¡jamás ofendería al gran Barbatos de esa manera!
- Scrooge: Tch. ¡Mírate! ¿Crees que por pasar unos días en la Catedral te ibas a convertir en monja? Quiero que tengas muy claro esto que te voy a decir: ¡una vez que entras en los Ladrones de Tesoros, siempre serás una de nosotros!
- Scrooge: ¿Piensas que puedes lavarte las manos e ir a vivir una vida cómoda después de hacer tanto dinero?
- Jilliana: ¡No sean así! En el peor de los casos...
- Scrooge: ¿Qué? ¿En el peor de los casos, qué? ¿Tanto tú como nosotros nos arruinamos?
- Scrooge: Jilliana, mírate. Sigues siendo la de siempre. Nunca cambiarás.
- Scrooge: No hay duda de que eres buena en combate, pero en mi casa tengo una carta escrita sobre lo ocurrido. Si no regresamos los dos, la carta llegará a manos del jefe.
- Scrooge: Si eso llega a ocurrir, no volverás a salirte con la tuya solo con darnos un poco de dinero de vez en cuando.
- Jilliana: ¡No... no tienen vergüenza!
- Scrooge: ¡Jajaja! Jilliana, somos los Ladrones de Tesoros. ¡No tener vergüenza es un cumplido!
- Scrooge: Ve a contárselo a los Caballeros de Favonius si te atreves. ¿Qué crees que pensarán cuando se enteren de que la Hermana Jilliana, tan querida por todos, es una Ladrona de Tesoros?...
- Scrooge: Todo el día lamentándote en tu traje de monja... A saber cuáles son realmente tus intenciones
- Scrooge: ¿Saben tu marido y tu hija lo que hiciste en el pasado? ¿O debería ir yo a contárselos?
- Jilliana: Yo... Yo... Yo...
- Paimon: ¡Esos maleantes quieren hacerle daño a Jilliana! ¡Vamos a ayudarle, rápido!
¡Tras ellos!
- Scrooge: Bah. Me aburre seguir hablando contigo. Ve a la Catedral por el tesoro, o si no...
Si no, ¿qué?
- Scrooge: ¿Tú quién eres, y por qué te metes donde no te llaman? ¡Fuera de aquí! Si no, ¡nos desharemos de ti también!
Jilliana, ¡te encontramos!
- Jilliana: ¡E-eres tú! ¿Cómo me encontraste?
- Scrooge: ¿Tú quién eres, y por qué te metes donde no te llaman? ¡Fuera de aquí! Si no, ¡nos desharemos de ti también!
- Scrooge: Espera, espera... ¡Ah! Así que esto es lo que querías decir con “ya no aguanto más” y “en el peor de los casos”, ¿no, Jilliana?
- Scrooge: Jajaja. ¡Qué atrevida eres! Todo este tiempo tenías a alguien listo para hacernos una emboscada y deshacerte de nosotros.
- Scrooge: Pero no nos vamos a quedar parados mientras lo haces. ¡Compañeros! ¡Tras ello}!
- (Elimina a los Ladrones de Tesoros)
- (Habla con Jilliana)
- Jilliana: ¿Eh? ¿Tú qué haces aquí?
Vile me dijo que estabas aquí.
- Jilliana: ¿Vile? ¿Cómo lo supo?
¿Qué haces aquí?
- Jilliana: Vine a resolver unos asuntos personales.
Esos Ladrones de Tesoros eran...
- Jilliana: Veo que llevas un rato escuchando. Ya sabrás más o menos de qué va todo esto...
- Jilliana: Lo siento. En realidad, te vi hace tiempo escondido entre los arbustos. Te escondes muy bien, pero hubo un detalle que no tuviste en cuenta...
- Jilliana: Oh, no te desanimes por ello. Al fin y al cabo, soy una Ladrona de Tesoros. Estar siempre atenta a lo que ocurre a mi alrededor es de lo más básico para mí.
- Jilliana: Aun así, solo sabía que había alguien escondido entre los arbustos. Al principio, pensé que era Scrooge, que me había preparado una emboscada. Nunca pensé que serías tú.
¿Fuiste una Ladrona de Tesoros? Pero...
- Jilliana: Jaja, nunca lo hubieras pensado, ¿cierto? Antes de conocer a Rudolf, deambulaba por todos lados con los Ladrones de Tesoros.
- Jilliana: A veces iba a la ciudad a obtener información, otras, estafaba a los transeúntes que me encontraba por ahí. Y a veces iba a robar tesoros de las ruinas junto a otros ladrones.
- Jilliana: Era una vida libre... y sin mucho sentido. Vivíamos para ganar dinero y, luego, malgastarlo. Después, volvíamos a pensar cómo ganar más dinero para seguir malgastándolo.
- Jilliana: El resto de ladrones siempre decían que eran muy felices, pero, en realidad, nadie podía salir de ese círculo vicioso...
- Jilliana: Hasta que, un día, conocí a Rudolf y tuvimos a Lily...
- Jilliana: Entonces, no quise seguir siendo una Ladrona de Tesoros y escapé a Mondstadt a escondidas.
- Jilliana: Una vez allí, la Hermana Victoria me acogió.
¿Cómo conociste a Rudolf?
- Jilliana: P-por favor, no me preguntes esas cosas. ¿Cómo voy a contestarte a eso? Es una historia complicada y, además, no me acuerdo de todo.
Entonces, ¿luego te convertiste en monja?
- Jilliana: Suena fácil, pero el camino para ser monja estuvo lleno de dificultades. Menos mal que Rudolf y Lily siempre me apoyaron...
- Jilliana: Más tarde, Scrooge descubrió que huí a Mondstadt y comenzó a extorsionarme, amenazando con hacerles daño a ambos.
- Jilliana: Tenía mucho miedo, así que le daba dinero siempre que me lo pedía. Justo hoy también tenía que dárselo. Estaba preparada para venir hasta aquí cuando... cuando vi el regalo de Rudolf.
- Jilliana: Era una insignia de cuervo de bronce de los Ladrones de Tesoros...
- Jilliana: Supuse que esta era la forma de Scrooge de decirme que puede controlar mi vida como desee. Entonces, me di cuenta de que, si sigo así, llegará un punto en que no pueda más. Por eso decidí venir aquí a poner fin a este asunto.
- Jilliana: Estaba preparada para cualquier cosa, pero, entonces, apareciste tú...
- Jilliana: En fin, ya dije todo lo que tenía que decir. Llegados a este punto, no creo que pueda volver a Mondstadt como si nada. Al menos, los Ladrones de Tesoros no se quedarán de brazos cruzados.
Rudolf te está esperando.
- Jilliana: Rudolf, Lily... ¿Pero cómo voy a mirarlos a la cara?
Vuelve y habla con la Hermana Victoria.
- Jilliana: Jaja. Supongo que lo mejor que puedo hacer es ir a confesarme con la Hermana Victoria
- Jilliana: Cuando me acogió, no me preguntó nada. Quizás ni siquiera sepa que fui una Ladrona de Tesoros en el pasado.
- Jilliana: Gracias. Volveré a Mondstadt en breve.
- Jilliana: Aún tengo bastantes... asuntos por resolver.
- (Habla con Rudolf)
- Rudolf: ¿Eh? ¿A dónde fuiste con tanta prisa?
Verás, Jilliana...
- Rudolf: Jilliana ya volvió. Dijo que tenía que hacer una cosa que le pidió la Hermana Victoria y se fue muy rápido.
- Rudolf: No sé, todo esto me parece muy extraño. Nada más regresa, dice que tiene más cosas que hacer y vuelve a hacerme esperar aquí...
- Rudolf: *Suspira*, todo esto por un regalo...
- Rudolf: De todas formas, muchas gracias por ir de un lado a otro para ayudarme. Toma, acepta esto. La próxima vez tendré que ser más cuidadoso al escoger un regalo...