Sueños en la arena ardiente es una misión del mundo de Sumeru. Es la cuarta y última parte de la cadena de misiones «El Letargo Dorado».
Detalles[]
La misión comienza automáticamente después de completar la misión anterior, «Los secretos de al-Ahmar».
- Regresa al oasis
- Derrota a Los Eremitas
- Habla con Nachtigal
- Ve al siguiente oasis
- Habla con Yebrael
- Habla con Tirzad
- Ve a la Sala de la Coronación
- Busca la Sala de la Coronación
- Ve al campamento de Los Eremitas
- Habla con Los Eremitas
- Derrota a Los Eremitas
- Habla con Yeht
- Busca pistas en el campamento de Los Eremitas
- Cuéntale a Yebrael las pistas que encontraste
- Supera las tres pruebas (0/3)
- Encuentra el camino hacia la Sala de la Coronación
- Entra en la Sala de la Coronación
- Sigue explorando
- Explora el nivel inferior de la Sala de la Coronación
- Sigue descendiendo
- Activa el pedestal del rito secreto
- Sigue avanzando
- Activa el mecanismo que hay en el centro de la sala (0/3)
- Dirígete al nivel superior de la Sala de la Coronación
- Usa el prisma de la coronación y llega al nivel superior de la Sala de la Coronación
- Derrota a los enemigos
- Dirígete al nivel superior
- Sigue explorando
- Acércate al trono
- Derrota a los subordinados de Samail
- Vete de la Sala de la Coronación
- Regresa a la Aldea Aaru
Recompensas[]
- EXP de Aventura
- EXP de reputación - Sumeru
- Protogema
- Mora
- Ingenio del héroe
- Mineral de refinamiento místico
Notas[]
- Completar el paso 16 de esta misión otorga el logro "Fata Morgana" de la categoría Maravillas del mundo.
- Completar esta misión otorga el logro "Sueño epónimo" de la categoría Sumeru: Las arenas doradas (I)
Diálogos[]
- (Derrota a Los Eremitas)
- Nachtigal: Me alegro mucho de que ustedes también estén bien. *Suspira*, esos tipos vinieron por nosotros sin piedad. Menos mal que no nos causaron muchos problemas gracias a las instrucciones que nos dio Yebrael.
- Nachtigal: Si Bonifaz tuviera la misma sabiduría que Yebrael, quizás nos iría mejor en los negocios.
- Tirzad: No lo tengas en tan alta estima. ¿Sabiduría?... ¡Ja! Él es como ellos, simplemente está acostumbrado a este tipo de cosas.
- Yeht: ¡Mi padre nunca haría algo así!
- Yebrael: No tienes que discutir con él, Yeht. Es cierto que erré en el pasado.
- Yeht: ¡No me importa lo que ocurrió en el pasado! En lo que a mí respecta, mi padre ahora no tiene nada que ver con ese Samail, ¡y con eso me basta!
- Nachtigal: ¿Qué está pasando? Pensé que confiarían más los unos en los otros tras pasar una noche en el oasis, ¿cómo es que siguen tirándose los trastos a la cabeza?
- Paimon: Es algo largo de contar...
- Cuentan a Nachtigal todo lo ocurrido...
- Nachtigal: ... Ya veo. Sin embargo, yo no puedo opinar sobre este asunto.
- Paimon: ¿Cómo? ¿Por qué dices eso?
- Nachtigal: Bueno, porque quien me paga al final es el Sr. Tirzad, así que tendré un dilema independientemente de a quien apoye.
- Nachtigal: Si apoyo a Yebrael, el Sr. Tirzad se pondrá hecho una furia y me mandará a paseo.
- Nachtigal: Pero si apoyo al Sr. Tirzad, nos quedaremos en este páramo lleno de arena y maleantes sin la ayuda de Yebrael...
- Nachtigal: Viajero, ¿qué harías tú en una situación así?
Tirzad tiene razón...
- Paimon: Bueno... Aunque Paimon quiera confiar en Yebrael, es cierto que apenas nos ha contado nada de su pasado.
- Paimon: Ese tipo extraño que apareció de repente dijo que antes eran compañeros, y él no lo negó...
No puede haber confianza mutua sin sinceridad.
- Paimon: Eso. Paimon cree que todos se mostrarían comprensivos si nos cuentas la verdad, Yebrael.
- Paimon: Y además, Yeht es su hija. Paimon no puede creer que quien la haya educado sea un mal tipo...
Creo que Yebrael estaba sinceramente arrepentido.
- Paimon: Paimon tampoco cree que Yebrael sea un tipo malo. ¡No como ese Samail, que habla tan raro! Es mejor que no nos creamos todo lo que dice.
Y además, Yebrael tiene cuentas pendientes con él.
- Paimon: Cierto. Se mire por donde se mire, el Yebrael de ahora nunca se aliaría con él.
- Nachtigal: Humm, quizá ahora lo más importante sea conseguir que el Sr. Tirzad confíe en Yebrael.
- Tirzad: Tú eres un comerciante, ¿no comprendes lo valiosa que es la confianza? Además, no importa en qué entorno académico sea, los eruditos con una conducta académica deshonesta son despojados de sus credenciales de investigación.
- Tirzad: ¿Acaso seguirías haciendo negocios con alguien que te estafó antes?
- Nachtigal: Oh, esto... Decidiría según la situación. Jaja, yo no sé otros, pero tanto yo como Bonifaz tenemos unos estándares morales bastante flexibles.
- Nachtigal: Nosotros solemos inclinarnos por aceptar el riesgo al ponderar riesgos y beneficios. De lo contrario, no habríamos aceptado el encargo del Sr. Tirzad.
- Tirzad: Ustedes... ¡Hum!
- Nachtigal: Ya dije antes que usted era demasiado obstinado, Sr. Tirzad. Olvide por un momento lo que dijo Samail y piense, ¿ha hecho Yebrael algo que atentara contra usted en todo este tiempo?
- Tirzad: ... No, creo que no.
- Nachtigal: Entonces, ¿acaso no se ha probado a sí mismo con sus acciones?
- Paimon: Eso. Cuando te emborrachaste hasta perder el sentido, fue Yebrael quien se quedó a cuidar de ti.
- Tirzad: Humm...
Ahora no es el momento de disputas internas.
- Paimon: ¡Exacto! Aún no hemos encontrado el lugar marcado en el mapa.
- Paimon: Y Yebrael es quien mejor conoce el desierto de todos nosotros. Avanzar se haría muy difícil sin su guía.
- Tirzad: ... ¡Está bien! Ya que esa es su opinión, lo haré porque confío en ustedes, Viajero y Paimon.
- Paimon: Jeje, ¡el equipo arqueológico de Tirzad está unido de nuevo!
- Yebrael: Aún tenemos tiempo. Deberíamos ir al siguiente oasis y descansar allí para prepararnos para la expedición.
- Yebrael: Yo... Estoy dispuesto a darles explicaciones como compensación por su confianza. Pero ahora mismo tenemos que ponernos en marcha cuanto antes.
- (Acércate al otro oasis)
- Tirzad: Ahora que tenemos los estómagos llenos, ¿cuáles son tus excusas? Me gustaría escucharlas. Y además, ¿qué le pasaste antes a escondidas a Nachtigal?
- Tirzad: ... ¿No estarás pensando en enviar un mensaje al enemigo a través de los comerciantes?
- Nachtigal: Sr. Tirzad, si se pone a hablar con un tono tan hostil, nadie querrá decirle nada.
- Nachtigal: Era una nota sobre asuntos triviales. Está junto al equipaje que no se han podido llevar con ustedes. Puede recogerla a la vuelta.
- Yeht: ¡Que hable con tono hostil si quiere! ¡Yo también estoy enfadada! Me da igual Tirzad, ¡ni a mí, su propia hija, me ha contado nada sobre su pasado!
- Yeht: Sé que mi padre no es malvado. Pero si hemos llegado a esta situación es precisamente por todo este secretismo.
- Yeht: ¡Nada de esto habría ocurrido si hubiera hablado claro desde el principio! ¡Hum! ¡Hay tantas cosas que quiero saber que no sé ni cuál preguntar primero!
Quizás debería empezar por su relación con Samail...
- Tirzad: ¡Exacto! No podré pegar ojo en toda la noche si no aclara ese asunto...
- Yebrael: Ya oyeron lo que dijo Samail. Todo era cierto.
- Yebrael: Antes yo era como él, era miembro de una banda de Eremitas llamada “Tutmosis”. Pero luego los traicioné a ambos, a él y a la banda.
- Yeht: ¿Fue por mi madre?
- Yebrael: No... No fue eso. No pensé que tendría que contarle esto a nadie nunca más... En realidad, fue por mi culpa.
- Yebrael: Siempre hubo animosidad entre Samail y yo. Por aquel entonces yo era como un insignificante grano de arena que hacía todo lo que Tutmosis deseaba.
- Yebrael: Ufairah era una erudita muy capaz, y Tutmosis codiciaba su conocimiento. Deseaba aprovecharse de él para resolver los enigmas que había dejado al-Ahmar tras de sí.
- Yebrael: Así que la “invité” al desierto y buscamos ruinas por todos sitios.
- Yebrael: Los años que pasamos juntos explorando no fueron totalmente infructuosos, pero... los resultados no satisficieron las expectativas de Tutmosis.
- Tirzad: Los resultados de los que hablas, ¿también incluyen a Yeht?
- Nachtigal: ¡*Ejem*! Sr. Tirzad, hay ciertas cosas que no es necesario decir tan... abiertamente.
- Tirzad: Solo era una deducción lógica.
- Yebrael: ... Como iba diciendo, existía cierta hostilidad entre Samail y yo.
- Yebrael: Después de que naciera Yeht, me solía preguntar si en mi situación actual sería capaz de ejecutar sin reservas las órdenes de Tutmosis, como hacía antes.
- Yebrael: ¿Podría seguir tolerando la forma de actuar de Samail?
- Yebrael: Al final, Ufairah y yo decidimos usar como excusa que su investigación se había estancado para llevarnos a Yeht lejos del desierto y de Tutmosis.
- Yebrael: Pero Samail descubrió mi punto débil.
- Paimon: ¡Oh! No sería capaz...
- Yebrael: Para él, una erudita que no podía desentrañar los secretos de al-Ahmar no tenía ningún valor...
- Yebrael: Incluso pensaba que yo era como él y que sin Ufairah, no tendría ningún motivo para abandonar Tutmosis.
- Yeht: Padre...
- Tirzad: ¡Qué horror! ¿Cómo eres capaz de dormir por las noches tras presenciar algo así?
- Yebrael: Yo... hago lo que puedo.
¿Así que el encuentro con Samail fue accidental?
- Yebrael: Sí y no. Tutmosis nunca renunciará a desvelar los secretos de al-Ahmar, así que ya me figuré que nos encontraríamos con ellos tarde o temprano. Lo que no preví fue encontrarnos con el mismísimo Samail.
- Paimon: ¡Y además los Fatui también están involucrados! Quién sabe qué sucios planes han maquinado con Samail...
- Yebrael: Samail no le haría ascos a nada que le ayude a lograr su objetivo. Él es así.
Entonces, ¿cuál es tu objetivo en este viaje, Yebrael?
- Yebrael: ¿Mi objetivo?
No es por el dinero, ¿verdad?
- Nachtigal: Bueno, tampoco sería de extrañar. Después de todo, no es fácil encontrar un tonto con los bolsillos llenos como... *Ejem*, un cliente tan generoso como Tirzad.
- Tirzad: ¡Eh! ¡Que te he oído! No estoy borracho ni sordo, ¿sabes?
¿No puedes dejar ir los secretos del Rey Deshret?
- Paimon: Humm, pero ya dijiste que apenas lograste resultados tras investigar durante años con Ufairah. ¿Lograremos algo con Tirzad?...
- Tirzad: ¿Y por qué no? Mañana solo iremos a completar las lagunas que quedan. Escúchame bien, Paimon, ya tengo muy claro lo que escribiré en mi tesis.
- Yebrael: Quizás sea como dijo Yeht. Regresar al desierto es como volver a casa y yo solo soy un grano más en el desierto de arena. Aquí nací y aquí seré enterrado.
- Yebrael: Ufairah y yo éramos como de dos mundos distintos, pero los secretos de al-Ahmar entrelazaron nuestros destinos. Y ahora, los mismos secretos nos han traído aquí a mí y a ustedes, visitantes de otras tierras.
- Yebrael: No les dije nada de esto porque este era mi propio sueño egoísta y no tiene nada que ver con Yeht. Tampoco quería que ella tuviera que soportar ninguna carga innecesaria.
- Yebrael: Tirzad, aunque tengamos opiniones distintas sobre al-Ahmar, tú también eres un erudito de la familia Hindi. Mientras alcancemos el trono...
- Paimon: ... ¿El trono?
- Yebrael: Nuestro destino para mañana, la Sala de la Coronación, es donde está el trono de al-Ahmar. Según las leyendas del desierto, solo los elegidos son dignos de postrarse ante el trono...
- Yebrael: Los tiempos han cambiado. Si tengo la oportunidad de atisbar el Letargo Dorado que prometió al-Ahmar, será como haber cumplido el sueño que Ufairah y yo compartimos durante tantos años.
- Yebrael: Por eso, cumpliré lo acordado y te protegeré hasta el final, Tirzad.
- Tirzad: Humm... Está bien. Después de todo, solo con Viajero y yo, nuestras fuerzas quedarían bastante debilitadas.
- Paimon: ¡Paimon también cuenta!
- Tirzad: No creo que cuentes en lo que a fuerza de combate se refiere, ¿no?
- Paimon: ¡Hum! Comparada con Tirzad, ¡seguro que Paimon ganaría!
- Tirzad: Bueno, en todo caso, me surgen nuevas preocupaciones... ¿No vas a querer vengarte, Yebrael? Sé que has dicho varias veces que me protegerías hasta completar el encargo, pero...
- Tirzad: Que haya acabado con la vida de tu mujer no es algo que puedas perdonar así como así, ¿cierto?
- Tirzad: Si nos volvemos a encontrar con él... Más bien, cuando nos volvamos a encontrar con él... Porque hasta yo sé que nos estará esperando en el destino final para tendernos una emboscada.
- Tirzad: ¿Cuál será tu prioridad cuando llegue ese momento? ¿Darás un paso adelante para cobrar tu venganza o darás un paso atrás para mantenernos a salvo?
- Paimon: ¡Tirzad! ¿Es que te gusta hacer preguntas comprometedoras a la gente?
- Tirzad: ¡Es una pregunta perfectamente oportuna! De ella depende mi supervivencia, ¡así que por supuesto que tengo que saber la respuesta!
- Yebrael: Si haciéndole pagar a Samail su deuda de sangre pudiese recuperar a Ufairah... Si hubiese un trato tan bueno como ese...
- Yebrael: ... ¡No dudaría en acabar con él diez veces! ¡Cien veces si hiciera falta!
- Paimon: Hummm...
- Yebrael: Ja... Pero eso es solo una fantasía sin sentido que incluso al-Ahmar miraría con desdén. Ahora mi único deseo es que haya encontrado la paz en el infinito mar de arena...
- Yebrael: Un hombre encadenado al odio del pasado nunca podría criar a una hija.
- Yebrael: Por eso abandoné la arena, para alejar a Yeht de todo esto... de todos estos sentimientos dañinos.
- Yeht: Padre... N-no sabía nada. Incluso dije como una tonta que no podías olvidar la arena o el viento caliente del desierto...
- Yeht: Si no te gusta este lugar, ¡abandonémoslo ahora mismo! ¡Que se pudra aquí ese Samail!
- Yeht: Aunque, para ser sincera, me gustaría saber más del pasado, de cómo mamá y tú se conocieron y se enamoraron. Me gustaría oír hablar sobre sus experiencias juntos y de los recuerdos que compartieron...
- Yeht: Pero si esos recuerdos te atormentan, entonces no necesito que me hables de ellos. ¡Que se queden enterrados bajo la arena!
- Yeht: Dejará de gustarme la arena y no volveré a llamar a este sitio mi hogar...
- Yeht: Hemos estado juntos desde que tengo memoria, y nada en este mundo es tan importante como tú... Mientras estés bien, cualquier lugar puede ser nuestro hogar...
- Tirzad: ¡No, no, imposible! ¡No pueden marcharse! ¡El encargo aún no ha terminado!
Hace un momento sospechabas de ellos...
- Tirzad: ¡Las cosas cambian! Ahora confío plenamente en Yebrael. Y sé que no se pondrá de parte de Samail, humm... ¿verdad?
Tirzad, tienes del don de la palabra.
- Tirzad: ¿Eso crees? Entonces deberías leer mis artículos. Pienso que escribiendo soy aún mejor que hablando.
- Paimon: ¡Hasta Paimon se dio cuenta de que no era un cumplido!
- Yebrael: Tranquilo, no abandonaré a mitad del camino.
- Yebrael: Quizás llegue un día en el que me reúna con ella en el Oasis Eterno.
- Yebrael: Cuando llegue ese día, el agua dulce reemplazará a la salada, la dicha lavará las penas, las rosas no volverán a marchitarse, y los banquetes no terminarán...
- Yebrael: Pero ese día aún está muy lejos. No será ahora... Ella sabe que tengo una misión que cumplir.
- Yebrael: Te ayudaré a desvelar los secretos de al-Ahmar y te protegeré hasta finalizar el encargo. Samail no será un obstáculo, porque me encargaré de quitarlo de en medio.
- Yebrael: En cuanto a Ufairah... Cuando tenga ocasión, te contaré todo sobre ella, Yeht. El tiempo eliminará poco a poco las amargas impurezas... No se me dan demasiado bien las palabras.
- Yebrael: ... Puede que mis palabras no hagan justicia a sus miles de cualidades. Pero si estás dispuesta a escuchar, te contaré todo lo que sé.
- Yeht: Yo... Ahora estoy hecha un lío. Padre, ¿podrías cantarme otra vez esa canción de cuna?: “Las estrellas se elevan sobre el desierto...”. Cada vez que la escucho, me da tranquilidad.
- Yebrael: Es una canción que descifró Ufairah a partir de los textos de al-Ahmar.
- Yebrael: “Las estrellas se elevan sobre el desierto, los ruiseñores ya sienten el cansancio de un día interminable. Es hora de quitarse la corona de rosas, de lavarse el polvo de este mundo con el vino de las uvas”.
- Yebrael: Haré guardia esta noche. No se vayan tarde a dormir.
- “Duerman ya.
El Letargo Dorado llama a la arena errante.
Aquí no necesitan beber de esa amarga agua salada.
Aquí las penas del mañana desaparecen”.
- (Opcional, habla con Nachtigal)
- Nachtigal: Estupendo, parece que Cyrus está de buen humor. Y Margarita Voladora parece que también está bien.
- Nachtigal: Le pusimos ese nombre porque una vez tiró unas barricas por el suelo y luego se puso a dar vueltas y vueltas... Al principio quería ponerle “Barrica”, pero a Bonifaz no le gustaba.
- Nachtigal: “Ya que tenemos un Diente de León, parece adecuado tener también una Margarita Voladora, ¿no?”, me dijo.
- Nachtigal: Aunque sea mi asociado, su gusto a la hora de poner nombres me parece muy cuestionable.
- (Opcional, habla con Mirsad)
- Mirsad: Ay, no sé si podría convertirme en aventurero a mi edad. De todos modos, no lo sabré a menos que lo intente.
- Mirsad: Seguro que Omid pensaría que me he vuelto loco si me oyera decir esto. Así que solo se lo contaré a mi jefe y no a él. Ustedes, tampoco vayan a contárselo...
- (Opcional, habla con Omid)
- Omid: ¡Ya está, me iré a Puerto Ormos! Aún no sé a hacer qué, pero ya se me ocurrirá algo cuando vea a qué se dedican los demás.
- Omid: Se lo diré al jefe en cuanto regrese a la Aldea Aaru. Aunque siempre anda diciendo que le falta personal, supongo que estará bien mientras tenga a Mirsad con él.
- (Acércate al área marcada)
- Tirzad: *Uff*... Por fin llegamos.
- Tirzad: Pero... ¿Sigo ebrio o es que me ha entrado arena en los ojos? ¿De verdad es este el lugar que buscábamos? Parece que puedo ver la Sala de la Coronación... y a la vez no puedo verla.
- Yeht: De hecho, llevo mucho tiempo queriéndo preguntarte... Tirzad, ¿por qué te gusta beber tanto si no aguantas el alcohol?
- Benben: *Crin*... ¿*Fush-Fush*?
- Tirzad: ... Pensaba que me ayudaría a pensar, pero lo único que hace es que la cabeza me dé vueltas. Ah... Tienes razón, debería controlarme un poco.
- Tirzad: Pero no importa, Yebrael me dio unos tónicos estimulantes antes de salir. Ahora estoy más sobrio que nunca.
Parece que hay algún detalle que hemos pasado por alto.
- Tirzad: Algo más que un “detalle”, diría yo. Aunque la Sala de la Coronación está donde debe, parece como si se negara a mostrarse ante nosotros...
- Paimon: ¿Qué quieres decir?
- Yebrael: Shh, miren allí.
- Paimon: ¡Son Los Eremitas! Se nos han adelantado...
- Tirzad: ¿Eh? Entonces, ¿qué hacemos? ¿Los evitamos?
- Yebrael: No hace falta, vayamos a tener una “charla amistosa” con ellos.
- Tirzad: Pero nuestro último encuentro no fue muy bien y llegaron a las manos. ¿Podrán siquiera hablar con ellos ahora?
- Yeht: Jaja, pero Tirzad, ¿de verdad piensas que vamos a invitarlos a tomar el té?
- Yeht: Por supuesto que usaremos los puños para hablar con ellos, y si con ello no basta, los pies también. Después de todo, eso es lo que a mi padre y a mí se nos da mejor.
- (Acércate al campamento Eremita)
- Mercenario Eremita: ¿Quiénes son ustedes? ¡Ja! ¿El erudito y el traidor? Perfecto. ¡Devuélvannos aquello que les entregó Samail!
- Paimon: ¿Darles el qué? ¡No les debemos nada!
- Mercenario Eremita: Hum, ¡hacerse los tontos no los salvará!
- Paimon: ¡Guau! ¡Esta gente no tiene intención alguna de negociar!
- (Después de derrotar a Los Eremitas)
- Yeht: Parece que no se han empleado a fondo, qué extraño... ¿A qué se referían cuando mencionaron las órdenes que les dio Samail?
- Paimon: No se referirían a Benben, ¿o sí? Al fin y al cabo, ya se lo llevaron una vez.
- Benben: ¡¿*Crin-crin*?! *Crin*...
- Yeht: Humm... Es posible. Además de a Tirzad, también tendremos que proteger bien a Benben.
- Yebrael: Deben haber estado por aquí un buen rato. Vayamos a ver si encontramos alguna pista.
- (Opcional, habla con Yeht)
- Yeht: Benben, deja de irte ya con gente mala. Cuando Tirzad desvele todos los secretos de aquí, podrá volver a su casa a escribir su obra maestra... y tú podrás venirte a casa conmigo y con mi padre.
- Yeht: Seremos compañeros inseparables, al igual que Viajero y Paimon, jeje.
- (Opcional, habla con Yebrael)
- Yebrael: ...
- Yebrael: Samail nos acecha. No estamos seguros en estos momentos. Aunque me cueste reconocerlo, me conoce tan bien como yo a él.
- (Opcional, habla con Tirzad)
- Tirzad: *Cof*. Los tónicos estimulantes de Yebrael son realmente fuertes. Si ahora me sentaran ante un escritorio, sería capaz de escribir cien mil palabras de una sentada.
- (Habla con Yebrael, Tirzad o Yeht)
- Paimon: ¡Yebrael! Encontramos esta pista, aunque no sabemos si servirá de algo...
- Yebrael: Cuando aún estaba en Tutmosis solíamos usar mensajes en código como este para comunicarnos entre nosotros.
- Paimon: ¡Oh! ¿Eso quiere decir que puedes leerlo?
Seguro que Samail es consciente de que puede descifrarlo.
- Paimon: ¿Oh? E-entonces, ¿todo esto es una trampa que nos está tendiendo Samail?
- Tirzad: Ya sabía yo que sus diferencias del pasado acabarían por afectarnos...
- Tirzad: *Suspira*, vamos, Benben, ¿qué te parece si volvemos a la Ciudad de Sumeru? Aunque sea una pena que a mi tesis le falten los dos últimos capítulos, siempre puedo regresar si salgo vivo.
- Benben: ¿*Fush*?
- Tirzad: La próxima vez buscaré ayuda con antecedentes más limpios...
- Yebrael: Podríamos usar sus armas contra él.
- Paimon: ¿Qué quieres decir?
- Yebrael: Nosotros somos los últimos invitados de la fiesta. Ellos ya llevan un tiempo aquí y, por supuesto, ya habrán descubierto algo.
- Yebrael: Pero les falta algo clave que les impide seguir progresando.
- Yebrael: Algo que precisamente tenemos nosotros.
Benben.
- Yebrael: Sí, y también la placa.
La placa.
- Yebrael: Correcto.
La sabiduría de Tirzad.
- Tirzad: Bueno, es natural que no puedan avanzar sin la guía de un profesional como yo.
- Paimon: ... ¿Eh? ¿De verdad?
- Yebrael: Ellos tienen muy difícil llegar al fondo de todo esto sin la placa de Tirzad ni la ayuda de Benben.
- Yebrael: Pero en vez de arrebatárnoslos, tienen una forma mejor de lograr sus objetivos.
¿Beneficiándose del esfuerzo ajeno?
- Yebrael: Exacto. Dejar que resolvamos todos los acertijos por ellos.
- Tirzad: ¡Ah! ¡Ya lo sé! ¡Es igual que esos vagos que en los trabajos conjuntos no hacen nada, pero se llevan todo el crédito a la hora de presentarlo!
- Yebrael: Pero si nos quedamos atascados aquí, tampoco podrán conseguir su objetivo.
- Yebrael: Así que podemos usar este mensaje contra ellos.
- Yebrael: ... No podremos evitar pelear cuando se haya desvelado y resuelto todo. Pero Yeht, Viajero, eso no es algo que los intimide, ¿verdad?
- Yeht: Claro que no. Ya tengo decidido darle su merecido la próxima vez que nos veamos.
No le tengo miedo a Los Eremitas.
- Paimon: Sí, nos las hemos visto con enemigos peores.
No me echaré atrás.
- Paimon: ¡Paimon y Viajero! ¡A la carga!
- Tirzad: Siento interrumpirles... ¿Pero no hay ninguna opción más segura?
- Tirzad: Miren, las ruinas han estado aquí durante años. Así que unos cuantos meses... incluso unos cuantos años no van a cambiar nada. ¡Siempre podemos volver en otro momento!
- Tirzad: *Suspira*, ¿qué es eso de usar sus armas contra ellos? Ustedes cuatro parecen muy seguros de sí mismos porque son luchadores experimentados.
- Tirzad: Pero ellos son muchos. Si la pelea se tuerce, Paimon puede volar hasta un lugar seguro, ¿pero y yo?
- Tirzad: En aras de la seguridad, ¿no sería mejor regresar a la Ciudad de Sumeru y tomarnos un tiempo para elaborar un plan? ¡Me vale incluso con volver a la Aldea Aaru!
- Yebrael: Aunque los miembros de Tutmosis sean creyentes del Rey Deshret, no quiere decir que vayan a dejar las ruinas en paz. Si no puede desentrañar sus secretos por las buenas, Samail intentará hacerlo por las malas...
- Yebrael: Si resuelven los acertijos del Rey Deshret antes que nosotros, es muy posible que cuando vuelvas, estas ruinas no sean las mismas que antes, Tirzad.
- Tirzad: ¿Cómo? ¡Pero esto está lleno de reliquias!
- Yebrael: Puede que lo sean para un erudito de la Academia, pero no para Tutmosis. Para ellos, todo esto no es más que un proceso, una etapa...
- Yebrael: Lo único que les importa es el objetivo final, el resultado.
- Yebrael: Tirzad, ¿es que no lo entiendes? Ahora no tenemos más alternativa que seguir.
- Tirzad: *Snif*... Y pensar que no tendré ocasión de celebrar mi éxito porque tendré que enfrentarme a esa víbora cuando ataque desde las sombras...
- Yebrael: Puede que se oculte entre las sombras, pero nosotros estaremos preparados. No dejaré que te toque ni un pelo.
- Yebrael: Según este mensaje en código, el trono de al-Ahmar no se revelará así como así. Solo quienes superen las tres pruebas serán dignos de verlo.
- Paimon: Tres pruebas... ¿Se referirá a estos edificios que nos rodean? Esto está lleno de estatuas enormes, a Paimon le preocupa que cobren vida...
Igual derrotarlas es parte de la prueba.
- Tirzad: Espero que no se cumpla lo que acabas de decir...
- (Entra a la Sala de la Coronación)
- Paimon: Bueno, entrar, ya estamos dentro... ¿Pero dónde está el trono?
- Tirzad: Mira que tú... ¿Por qué iba a estar el trono de cara a la entrada? Ni que fuese un mostrador de recepción. Humm, siento que no debería decir cosas así de irrespetuosas en un lugar como este.
- Tirzad: En resumen, el trono del Rey Deshret debería estar en un lugar honorífico, o sea, un lugar elevado.
- Yebrael: Los mecanismos de aquí deben llevar mucho tiempo inactivos. Debemos encontrar la forma de volver a ponerlos en marcha.
- Paimon: Oh... ¡Qué ganas de ver cómo es el trono!
- Paimon: ¡Todo lo relacionado con el Rey Deshret es enorme! ¡Seguro que su trono también lo es! Jeje, Paimon quiere sentarse en él.
- Benben: ¿*Crin-Crin*? *Crin*...
- Yeht: ¿Qué te pasa, Benben? Parece que quiere ir hacia abajo.
- Paimon: ¿Eh? Pero Tirzad dijo que el trono seguro que estaba en un lugar elevado.
- Tirzad: Humm... Para ir hacia arriba, primero hay que ir hacia abajo. Para llegar a la cima, primero hay que pasar por el valle, como...
Como la vida misma.
- Tirzad: ¡Exacto! ¡Eso mismo! Ajá, parece que has aprendido algo durante estos días que has estado conmigo, Viajero.
- (Acércate al trono)
- Paimon: Jeje, ¡qué silla tan grande! ¡Paimon cree que se sentirá como alguien formidable si se sienta ahí!
Yo también quiero probar.
Sentarse en un sitio que no te corresponde seguro que no trae nada bueno.
- Tirzad: Aunque desapruebe a un tirano como el Rey Deshret, creo que tu idea es demasiado atrevida, Paimon.
- Tirzad: De todos modos, parece que no ha ocurrido nada. Humm, ¿nos falta algo? ¿O hemos hecho algo mal?
- Tirzad: Hummm... Yebrael dijo antes que: “Solo los elegidos son dignos de postrarse ante el trono”... N-no tendremos que arrodillarnos ante el trono, ¿verdad?
- Tirzad: Pero yo soy un erudito de la Academia, ¿cómo voy a arrodillarme ante el trono de un tirano? ¡Y además, ante un trono vacío!
- Paimon: No te preocupes. Si Paimon se sienta en él, ya no estará vacío.
- Tirzad: Eres increíble... Yeht, ven. Ayúdame a que entre en razón. ¿Yeht?
- Tirzad: ¿Dónde está Yeht? ¿No estaba con nosotros hace un momento?
- Yebrael: Samail...
- Samail: Yebrael, ¿vas a seguir negando que en el fondo sigues siendo un miembro de Tutmosis? ¡Puedes engañarte a ti mismo, pero no a nosotros!
- Samail: El trono de al-Ahmar está ante nosotros. ¿Acaso no estás tú también obsesionado con él?
- Samail: Ninguna arena podría resistir al Letargo Dorado, la tierra prometida de al-Ahmar que todos nosotros anhelamos.
- Samail: ¿Creías que por traicionar a Tutmosis podrías renegar de tu propia naturaleza? ¡Ja! Sabía que al final regresarías.
- Samail: ¿Lo viste, pequeña Yeht? Tu querido padre se ha olvidado de todo nada más poner la mirada en el trono. ¡Se ha olvidado hasta de ti!
- Yeht: Eso ha sido por culpa mía. ¡Mi padre no tiene nada que ver!
- Samail: Hum. Eres tan cabezota como tu padre, pero lo de habladora lo debes de haber heredado de Ufairah.
- Yebrael: Samail, ya resolví todos los acertijos para ti y te he llevado hasta el trono. Tu deseo se ha cumplido. Ahora Yeht ya no te hace falta, ¿por qué no la sueltas?
- Tirzad: ¡Ajá! Por fin muestras tus verdaderas intenciones, ¿eh, Yebrael? ¿Qué era eso de “usar sus armas contra él”? ¡Eres uno de ellos, tal y como suponía!
- Samail: ¡Jajajaja! ¿Es esta tu elección? ¡Parece que tus “compañeros” nunca confiaron en ti!
- Yebrael: Tirzad, tu expedición arqueológica debe haber concluido ya, ¿no? Ya hemos explorado toda la Sala de la Coronación, y ya debes tener todo el material necesario para tu tesis.
- Yebrael: Ahora nuestra prioridad es regresar sanos y salvos... Prometí que te protegería hasta el final, y pienso cumplir mi palabra.
- Samail: *Tch, tch, tch*, ¡cuánta avaricia!
- Samail: Yebrael, pensaba que te conocía... Pero no comprendo lo que estás haciendo ahora.
- Samail: ¡Quieres tenerlo todo! ¡La seguridad de tu hija! ¡El encargo del erudito! ¡Incluso los secretos de al-Ahmar!
- Samail: ¡Pensaba que habías aprendido la lección sobre la avaricia con la muerte de Ufairah! Oh, lo siento, debería haber dicho “te había dado una lección”.
- Samail: ¡Oh! ¿O es que ya la has aprendido y ahora estás listo para pagar el precio? ¡Veamos quién de los presentes será el precio que vas a pagar!
- Paimon: Paimon tiene la cabeza como un bombo de los sinsentidos que suelta ese tipo raro por la boca... ¿No hemos desvelado todos los misterios ya? Y de todas formas, ¿qué son los secretos de al-Ahmar?
Y también está el Letargo Dorado...
- Tirzad: ¿No son meras supersticiones de la gente del desierto? Esas cosas son... demasiado vagas. No tienen ningún valor de investigación.
- Tirzad: Se dice que cualquiera que obtenga la sabiduría del Rey Deshret podrá entrar en el Letargo Dorado, y allí disfrutar de paz y felicidad eternas.
- Tirzad: ¿Quién puede creer algo así... aparte de niños ignorantes?
- Samail: ¡Hum! Erudito de poca monta... Ufairah habría escrito ya varios libros si siguiese viva. ¡No tienes ningún derecho a criticar el legado de al-Ahmar!
- Yebrael: ... ¡Basta! Eres libre de sentarte en el trono de al-Ahmar si así gustas. Yo no te detendré, y tampoco dejaré que Tirzad se interponga.
- Yebrael: Abrí para ti el camino a la Sala de la Coronación, y usé a Tirzad y a Viajero para que se manifestase.
- Yebrael: No creo que le deba nada a Tirzad. Ahora ya tiene todo el material único necesario para escribir la tesis con la que estremecerá al mundo académico. Ya le ayudé a lograr su objetivo.
- Yebrael: Ahora devuélveme a Yeht y estaremos en paz.
- Samail: Hay algo que me intriga. ¿Por qué te muestras tan evasivo cada vez que se mencionan los secretos de al-Ahmar?
- Samail: Cualquiera puede sentarse en un trono vacío. Ninguna persona mediocre e incapaz va a convertirse en alguien grande solo por sentarse en él...
- Samail: La clave es esa letanía... ¡Y lo sabes! Humm... Aunque tendría sentido si lo que planeabas era regresar tú solo.
- Samail: Por desgracia, a menos que estés dispuesto a pagar el precio con la vida de Yeht...
Nada es más importante que la familia.
- Paimon: ¡Exacto! Paimon no tiene ni idea de qué son esos secretos de al-Ahmar que no para de mencionar, y no importa si son ciertos o son una superstición como dice Tirzad...
- Paimon: ¡Ni el poder ni la fortuna pueden anteponerse a la familia!
- Tirzad: ¿Qué clase de letanía podría tener tal atractivo?... No me lo creo, pero tampoco me importaría escucharla. No haría ningún daño incluirla en mi tesis como anécdota.
- Tirzad: Si con eso puedes garantizar la seguridad de Yeht, deja de dudar y dísela.
- Tirzad: Para ser sincero, pensaba que tendríamos que pelear para poder regresar... ¿No es estupendo que podamos resolver esto de forma pacífica?
- Tirzad: Pero no esperaba presenciar una superstición hasta este extremo... Parece que aún desconozco bastante sobre este tema. Puede que las supersticiones sobre el Rey Deshret merezcan ser estudiadas, después de todo.
- Yebrael: ...
- Yebrael: “Las estrellas se elevan sobre el desierto...”
- Yebrael recita la canción que cantó suavemente en el oasis.
- Paimon: ¿Eh?
- Tirzad: ¿No es esa...?
- Yeht: ... ¿Padre?
(¿Yebrael? ¿Por qué?)
- Yebrael: (Prepárense.)
- Samail: “Las estrellas se elevan sobre el desierto”... Comprendo.
- Samail repite la letanía ante el trono.
- Tirzad: ... ¿Qué es esto?
- Paimon: ¡Viajero, tiene un aspecto muy extraño! ¿Está dormido?... ¡No! ¡No respira!
- Yebrael: Cumplió su deseo y entró en el Paraíso Eterno, el Letargo Dorado prometido por al-Ahmar...
¡¿El Paraíso Eterno era esto?!
- Mercenario Eremita: ¿Qué le ha pasado a Samail? ¡Ninguno de ustedes saldrá vivo de aquí!
- Yebrael: ¡Viajero, prepárate para pelear!
- (Derrota a los enemigos)
- Yeht: ¡Padre! ¿Qué está pasando? ¿Esa letanía...?
- Tirzad: Según dijo Yebrael, la descifró la madre de Yeht a partir de los textos de al-Ahmar... No me esperaba que fuese para usarla aquí...
- Tirzad: Pero... ¿El Letargo Dorado del Rey Deshret no es más que enviar a sus creyentes a dormir un sueño eterno?
- Tirzad: Entonces es algo mucho más terrorífico de lo que había imaginado... Debo volver cuanto antes para actualizar el conocimiento colectivo del mundo académico.
- Paimon: Ay, ay, ay... Menos mal que Paimon no se sentó ahí... ¡Sentarse en un sitio que no te corresponde no trae nada bueno!
Tengo tantas preguntas...
- Yebrael: Ufairah ya había hecho esa suposición sobre la promesa de al-Ahmar...
- Yebrael: Aquellos que ofrecen la letanía correcta ante el trono de al-Ahmar entrarán en el Letargo Dorado, pero es un viaje solo de ida.
- Yebrael: Nadie puede viajar libremente entre el Letargo Dorado y el mundo real. Parece que... Parece que Ufairah estaba en lo cierto. Samail no regresará jamás.
- Yebrael: Debo admitir que fue una apuesta muy arriesgada...
Lo que importa es que Yeht está sana y salva.
- Paimon: ¡Viajero tiene razón! Lo importante es que todos estamos bien.
- Tirzad: Humm... recapitulemos. La situación actual es que Yeht está a salvo y hemos derrotado a los subordinados de Samail.
- Tirzad: Samail... logró lo que quería, ¿no? Si no fuese porque es un villano de pies a cabeza, hasta le estaría agradecido...
- Tirzad: De todos modos, humm... ya que se encuentra en el paraíso que buscaba, no tengo que pedirle permiso para usarlo como caso de estudio en mi tesis, ¿verdad?
- Tirzad: ... ¡Ja! ¡Bien está lo que bien acaba! ¡Yo, Tirzad, declaro que esta expedición arqueológica ha sido un completo éxito de excelentes resultados!
- Yeht: ¿De verdad se ha acabado? No puedo creer que sea verdad...
- Tirzad: Aunque siendo estrictos, el encargo aún no ha terminado, ya que tenían que escoltarme hasta llegar sano y salvo a la Aldea Aaru, ¿cierto?
- Yeht: Humm... así es. El encargo de Tirzad aún no ha terminado, así que no puedo descuidarme.
- Yeht: ¡Mi padre quedará libre tras escoltar a Tirzad de vuelta a la Aldea Aaru! Jeje, luego podremos ir a donde queramos.
- Yeht: ¡Ah! ¡Y no me refiero a donde queramos en el desierto, sino a cualquier sitio!
- Yebrael: No pasa nada, Yeht. Te acompañaré a cualquier sitio al que quieras ir. En cuanto a Ufairah... Si estás dispuesta a escuchar, yo estaré dispuesto a contártelo todo.
- Yebrael: Y también están sus notas de investigación... Aunque no sé si pueden interesarte.
- Yebrael: No las traje conmigo por temor a perderlas en el trayecto. Así que las guardé junto a parte del equipaje que le dejamos a Bonifaz. Cuando regresemos a la Aldea Aaru y lo recuperemos...
- Yeht: ¿A qué estamos esperando? ¡Pongámonos en marcha!
- Paimon: ¿Eh? ¿No les parece que hay algo raro con este lugar?
- Tirzad: ¡Algo se acerca!
- Yeht: ¿Qué está pasando? ¿Cómo es posible?
- Benben: *Crin-crin*... *Crin*...
- Yebrael: ¿Es Samail?... Maldición, si obtuvo la sabiduría de al-Ahamr, también podrá ejercer su autoridad, aunque solo sea por unos instantes...
- Yebrael: ¡Debemos abandonar este sitio ya!
- (Escapa del Salón)
- Samail: “El poder de al-Ahmar... ¡es nuestro!”.
- Yeht: ¿Cómo ha podido ocurrir esto? El edificio entero... ¿es ahora nuestro enemigo?
- Yebrael: El espíritu de Samail se ha vuelto uno con al-Ahmar. Ahora puede controlarlo todo aquí.
- (Baja un piso)
- Samail: “Los deseos de Tutmosis... los haremos realidad”.
- Tirzad: Con lo que ha costado... con lo difícil que ha sido reunir el material necesario para mi tesis... ¿Volveré a tener la oportunidad de registrar todo esto?
- Tirzad: No debí haber subestimado la superstición...
- (Baja otro piso)
- Samail: “Insectos... abandonen la idea de salir de aquí con los secretos...”.
- Paimon: Viajero... ¡Todos! ¡No se rindan! ¡Ya falta poco para salir de aquí!
- Paimon: Solo tenemos que salir de aquí... ¡Y ni Samail ni al-Ahmar podrán hacernos daño!
- (Llega a la puerta)
- Paimon: ¡La puerta se ha cerrado! Viajero... ¿qué hacemos ahora?
- Yebrael: Debemos derrotar de una vez por todas a Samail, que ha usurpado la autoridad de al-Ahmar. Pero lo más seguro es que su cuerpo físico ya haya sido destruido...
- Yeht: Sin un cuerpo físico... ¿cómo podemos derrotarlo? ¿Significa que es invencible mientras esté en el Paraíso Eterno?
- Tirzad: A menos... a menos que alguien vaya al lugar en el que se encuentra...
- Yebrael: A menos que alguien pueda detenerle en el Paraíso Eterno y derrotarlo... Debo... debo protegerlos a todos...
- Yeht: ... Pero... pero ¿cómo vas a volver? Has dicho que nadie puede ir y volver del Paraíso Eterno...
- Yebrael: No hay tiempo que perder, prometí protegerlos hasta el final... ¡No puedo dejarlos morir aquí!
- Yebrael: Esta es mi responsabilidad. Soy... responsable de todos ustedes... Prometí que los protegería... hasta el final...
- Yebrael: ... ¡Y ahora es el momento de cumplir mi promesa!
- Yeht: ¡¿Padre?!
- Yebrael: ¿Qué es este lugar?
- Samail: ¡Yebrael! Jaja, ¡estás aquí!
- Samail: Lo sabía... ¡Lo sabía! Somos las espadas gemelas de Tutmosis. Dedicamos nuestras vidas a desenmascarar los secretos del Letargo Dorado...
- Samail: Tomaste un desvío, pero eso ya no importa. Nos encontramos de nuevo, aquí, al final del camino.
- Samail: Hubo un día en el que estuviste perdido, ¡pero la arena de Tutmosis siempre regresará al trono de al-Ahmar!
- Samail: Así como el sediento ansía el manantial, solo la ilusión del Oasis Eterno es capaz de aliviar esta agonía...
- Yebrael: ¿Estoy... en el Letargo Dorado de al-Ahmar?
- Samail: Oh... Tú todavía no eres uno de “nosotros”.
- Samail: ... No pasa nada. Pronto, dejará de haber un “tú”, y pasarás a ser parte de “nosotros”. Entonces, toda esta charla absurda será innecesaria.
- Yebrael: ¡No, no! ¡Yo he venido a detenerte! Mi misión es proteger... Debo proteger a Yeht y a los demás...
- Samail: ¿Por qué? ¿Por qué preocuparse por trivialidades? Tienes ante ti un gran poder. Es como un torrente en mitad del desierto. ¿No lo sientes?
- Samail: Deberías obedecer. La voluntad de al-Ahmar es nuestra voluntad. Los sueños de Tutmosis son nuestros sueños.
- Yebrael: ¡No! Ufairah me enseñó que no soy simplemente una parte de ustedes. ¡Soy un individuo independiente! Tengo mis propios sueños... ¡Jamás regresaré!
- Samail: Yebrael, ¿por qué no lo entiendes? El amor no es más que una fiebre. Incluso te ayudé a eliminarla. ¿Acaso el calor te ha hecho perder la cabeza?
- Yebrael: Tú eres quien está loco, Samail, no yo. El Letargo Dorado que nos prometió al-Ahmar no es así... No es un lugar triste donde solo existe el “nosotros”, sin lugar para el “yo”.
- Samail: Yo no estoy triste. Yo sé lo que quiero. Mi sueño es ser uno con Tutmosis.
- Samail: No como tú, que solo por el calor de otra persona... Desprecio esos sentimientos, te hacen débil.
- Samail: Tu traición fue como si una espada me atravesase el pecho. Pero al-Ahmar me bendijo con su sabiduría, y de esa herida que creí que no lograría curar jamás, ahora tan solo queda un recuerdo.
- Samail: Tú también lo notas, ¿verdad?... Al-Ahmar te invita a entrar en su sueño... Deja de perder el tiempo discutiendo conmigo. Vamos, súmete en un profundo sueño...
- Samail: Cuando despiertes... No, cuando “nosotros” despertemos, nada se interpondrá en nuestro camino. El sueño de Tutmosis se hará realidad.
- Yebrael: ¡No, ustedes son mis enemigos! Mi sueño es... es...
- Samail: “Nosotros” somos las dunas, y tú eres un grano de arena. Somos uno. Ya lo sabes.
- Yebrael: No, ¡soy arena traidora! Yo abandoné Tutmosis y elegí otro camino...
- Samail: Tomaste el camino largo, pero llegaste al destino correcto. Yebrael, admítelo. Este es el sueño que escondes en tu corazón.
- Yebrael: ¿Yo quería regresar a este sitio?...
- Samail: Sí, así es. Aquí no existe el odio, solo la paz eterna. No existe la amargura del agua salada, solo un manantial interminable de agua dulce.
- Samail: Duerme, Yebrael. Duerme.
- Yebrael: ...
- Voz de Yeht: (... ¡Padre! ¡Padre!)
- Voz de Tirzad: (... Su cuerpo físico ha desaparecido. No va a volver... Yeht...)
- Voz de Paimon: (¿Cómo es posible?...)
- Voz de Yeht: (¡No puede ser cierto! ¡Él siempre cumple su palabra! Me prometió que me contaría lo que pasó con mi madre... ¡Todos lo escucharon! ¡Él nunca me mentiría! ¡Él nunca me miente! *Solloza*...)
- Yebrael: Me niego a rendirme. Yeht tiene razón. Soy un hombre de palabra. Les prometí que los protegería... ¡hasta el final!
- Samail: ...
- Samail: Ya veo. Tus lazos con el mundo terrenal te retienen. Los eliminaré al igual que eliminé tu fiebre.
- Voz de Tirzad: (¿... La puerta se abrió? Seguro que fue cosa de Yebrael... ¡Yeht, el temblor persiste! ¡Este sitio es peligroso! ¡No podemos quedarnos aquí! De lo contrario, su sacrificio habrá sido en vano...)
- Voz de Yeht: (¡Márchense si quieren! Mi padre... mi padre volverá. Se pondrá muy triste si no pudiera encontrarme cuando despierte... ¡No lo dejaré solo!)
- Samail: ¡Hum! ¡Tonterías! Estos insignificantes contratiempos desaparecerán enseguida sin dejar rastro.
- Yebrael: ¡No dejaré que te salgas con la tuya!
- Yebrael: Jaja, ya lo entiendo... Samail, tienes toda la razón. No habrá un “yo”, solo un “nosotros”.
- Yebrael: ¡Pero tú no eres quien decide “nuestro” destino!
- Samail: No puedes estar hablando en serio...
- Yebrael: Samail, las espadas gemelas de Tutmosis son idénticas. Por lo tanto... ¡prepárate para morir conmigo!
- Yeht, perdóname. Tendrás que continuar tú sola a partir de ahora. No sé si podrás perdonarme algún día. Después de todo, es la primera vez que incumplo una promesa.
Aquí escucho la voz de muchas personas. Creo que puedo oír a Ufairah también. Está tarareando la canción de su tierra.
Oh... Ojalá tú también pudieras escucharla. ¿Por qué no fui capaz de contarte más sobre ella?... Sobre su pelo suave y rizado... y esa sonrisa inocente que la caracteriza.
Hay tantas cosas que me gustaría compartir contigo... pero ya no logro distinguir si son “mis” o “nuestros” recuerdos...
- Lo siento...
- Paimon: ¿La puerta se ha vuelto a cerrar?... Menos mal que escapamos a tiempo.
- Tirzad: Yebrael... Nos ha salvado a todos, pero él...
- Yeht: *Solloza*... Padre...
- Benben: *Crin*... *Crin-crin, fush*, *Crin-crin*...
- Paimon: Seguro que fue Yebrael quien nos abrió la puerta. De no haber sido por él...
Cumplió su promesa...
- Tirzad: Puede que este lugar aún no sea completamente seguro... Será mejor que encontremos al grupo de Nachtigal y regresemos juntos a la Aldea Aaru...
- Yeht se negaba a rendirse, e intentó desesperadamente volver a acceder al interior, pero las puertas de la Sala de la Coronación permanecieron inmóviles.
Detrás de la puerta reinaba un silencio sepulcral; tras todo lo ocurrido, no había vuelta atrás.
Yeht tuvo que aceptar la realidad y guardó con cuidado el hacha que Yebrael acostumbraba a usar. Era lo único que le quedaba de su padre.
Finalmente, atendió a razones y volvió con todos al campamento para explicarle la situación al comerciante y regresar a la aldea Aaru...
- (Te teletransportas a la Aldea Aaru automáticamente)
- Bonifaz: Y pensar que pasó algo así... Que el Arconte Anemo nos proteja...
- Bonifaz: *Suspira*. Siento mucho lo que le pasó a Yebrael, pero al menos todos ustedes regresaron sanos y salvos.
- Nachtigal: Creo que deberíamos replantearnos nuestra vida como comerciantes itinerantes. El desierto es cien veces más peligroso de lo que creía. Hasta alguien tan capaz como Yebrael...
- Nachtigal: ¡Un donnadie como yo no tiene tantas vidas! Ay...
- Bonifaz: Puede que ahora no sea una pregunta muy oportuna, pero tengo que preguntarles qué van a hacer ahora...
- Nachtigal: Seguramente, usted regresará a la Ciudad de Sumeru, ¿no es así, Sr. Tirzad?
- Tirzad: ... ¿Yo? Humm, sí, yo... Tengo que regresar a escribir mi tesis.
- Tirzad: Debo... describir los hechos tal y como los presencié.
- Tirzad: Pero no lo hago con el objetivo de ganar ningún reconocimiento académico... Yebrael siempre mantuvo su palabra, y aun así... siempre he estado evadiendo mis responsabilidades.
- Tirzad: Ahora es mi turno. Yo también debo asumir mis responsabilidades.
¿Qué harás con esta placa?
- Tirzad: Ya preparé una réplica para usarla como referencia. En cuanto a la original... preferiría que la siguieses guardando tú. ¡No es por escabullirme del peligro! ¡Es un encargo! ¿Entiendes? ¡Solo un encargo!
- Tirzad: Piénsalo. Estaré hasta arriba de trabajo mientras preparo mi tesis. Pero un aventurero de pies inquietos como tú no puede detenerse mucho tiempo, ¿verdad?
- Tirzad: Si mientras tanto haces nuevos descubrimientos, formaríamos el equipo perfecto, ¿no te parece? Yo me quedo con el material académico y tú con las recompensas...
- Tirzad: ¡Esa sería la solución perfecta, y cada cual aprovecharía al máximo sus talentos!
- Paimon: Yeht... ¿Qué piensas hacer tú? ¿Tienes amigos que te puedan ayudar?
- Yeht: Mi padre... siempre estaba tan ocupado, sin tiempo para nada... No me dejó nada, solo su vieja hacha...
- Yeht: Dijo que esperaba reunirse con ella algún día en el Oasis Eterno, pero que ese día estaba muy lejos... ¡Embustero! Nos mintió a mi madre y a mí...
- Yeht: ¡Debería mantener sus promesas! Y ahora me toca a mí cumplirlas por él, así que... tomaré su vieja hacha y las notas de investigación de mi madre que dejó con su equipaje...
- Yeht: Y se las llevaré al Oasis Eterno. Espero que allí encuentren verdadera paz.
- Benben: ... ¡*Crin-crin*!
- Paimon: ¿Hay algo en lo que podamos ayudar?
- Yeht: Gracias... Pero no hace falta. Cuando eché un vistazo a las notas de investigación de mi madre, vi que en los márgenes había escrito como anotaciones de un diario.
- Yeht: Decían que mi padre proviene de una tribu llamada “Tanit”... Así que quiero ir a buscarla. Quizá alguien de allí me pueda contar cosas sobre mi padre.
- Yeht: ...
- Yeht: Lo siento, yo solo... Todavía no... Lo siento...
Dejémosla un rato a solas.
- Bonifaz: Bueno... De todos modos, Nachtigal y yo todavía nos quedaremos una temporada aquí.
- Nachtigal: Pensaremos largo y tendido sobre nuestros planes futuros...
- Paimon: Paimon y Viajero también se quedarán en Sumeru una temporada... Todavía quedan muchos enigmas por resolver.
- Bonifaz: Pueden llamarnos con cualquier cosa que necesiten durante ese tiempo. Les ofreceremos nuestra ayuda con gusto.
- Nachtigal: Que el viento siempre les acompañe.
- (Termina la misión)
- (Opcional, habla con Tirzad)
- Tirzad: ... Oh, son ustedes. ¿Hay algo más que quieran discutir?
Hablemos sobre Yebrael.
- Tirzad: ... Dudé de él hasta el último momento. Soy despreciable...
- Tirzad: Ahora, solo puedo sentir gratitud hacia él...
- Tirzad: Siempre he sido muy indeciso, tanto en temas académicos como en mi vida. Pero se acabó. A partir de ahora, avanzaré con determinación por el camino que me marque, sin importar cuán difícil sea...
- Tirzad: Es lo menos que puedo hacer para honrar su memoria...
Hablemos sobre el Rey Deshret.
- Tirzad: Estoy empezando a dudar de la veracidad de todos los artículos que leí hasta ahora...
- Tirzad: Esa letanía... Me da una sensación extraña que no puedo identificar. Y luego está lo que dijo Samail... Tengo que estudiarlo a fondo cuando regrese.
- Tirzad: Por supuesto, mi tarea principal sigue siendo escribir mi tesis, tal como tenía planeado.
Hablemos sobre Yeht.
- Tirzad: Ay... Me gustaría poder hacer algo por ella, pero...
- Tirzad: No puedo.
- Tirzad: Y además, ella se niega a decir nada. Haría todo lo que estuviera en mi mano para ayudarla con cualquier cosa que pidiera...
- (Opcional, habla con Yeht)
- Yeht: Lo siento... Sigo sin poder controlar bien mis emociones.
No te disculpes.
- Paimon: Eso... Todos sabemos que estás pasando por un momento muy difícil.
- Yeht: Gracias... Espero que todo les vaya bien en sus viajes...
- Paimon: Oh... Paimon también espera que todo te vaya bien, Yeht... ¡Seguro que sí!
(Opcional, habla con Bonifaz o Nachtigal)
- Bonifaz: ¿Dónde se habrán metido Omid y Mirsad? No me digas que...
- Nachtigal: Están bien, solo es que... tienen sus propios planes y no seguirán en esto de las bestias de carga con nosotros.
- Bonifaz: ¿Cómo? Nosotros dos no somos bastantes para encargarnos de todo. ¿Y ahora tenemos que contratar a más gente? Pero si casi nadie quiere venir a la Aldea Aaru...
- Bonifaz: Olvídalo, mejor lo discutimos en otra ocasión. Al menos Cyrus ha vuelto sano y salvo. La próxima vez no dejaré que vaya a un lugar tan peligroso.
- Nachtigal: ¿Pero qué estás diciendo? Somos arrieros, ¿qué vamos a comer si nuestros animales no trabajan?
- Nachtigal: No podemos alimentarnos a base de aire. Y además, prueba a abrir la boca aquí, y lo único que te entrará será un buen puñado de arena.
- Bonifaz: Pero no podemos dejar que Cyrus corra peligro. Veo que tú estás bastante fuerte, ¿qué tal si llevas cargas tú la mercancía?
- Nachtigal: ¿?
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