Preludio de la tormenta es la quinta parte de las Misiones de Arconte del Prólogo: Acto III.
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Diálogos[]
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- Venti: Cuande acabe todo, pienso componer una canción de nuestras aventuras...
Han pasado tantas cosas últimamente...
Ya somos como dos viejos colegas.
- Venti: Espero que esta canción se cante durante años en Mondstadt, igual que «La leyenda de Vennessa».
- Jean: Esa canción me gusta desde que era pequeña.
- Jean: Viajero, ¿cómo te encuentras hoy?
- Jean: Estoy completamente segura de que podemos lograrlo.
Maestra Jean, siempre tan fiable.
No te preocupes, ¡yo también estoy listo!
- Paimon: Incluso el Sr. Diluc nos acompañó hasta el final.
- Paimon: Y pensar que al principio lo involucramos en todo esto...
- Paimon: por accidente.
- Diluc: Ustedes me confiaron sus secretos. Yo solo les devolví el favor.
Así que lo trajo hasta aquí al Sr. Diluc fue la "confianza".
- Paimon: ¿Y tal vez la "responsabilidad" fue lo que trajo a Jean?
- Paimon: ¿Qué hay del bardo de pacotilla?
¿Tal vez la "responsabilidad" trajo a Jean?
- Paimon: Y lo que trajo hasta aquí al Sr. Diluc fue la "confianza", ¿cierto?
- Paimon: ¿Qué hay del bardo de pacotilla?
¿Qué hay de Venti?
- Venti: La libertad.
- Paimon: ¿La libertad?
- Venti: Cuando llegaron a Mondstadt, ¿no les dijeron que es la Capital de la Libertad?
Amber...
- Venti: ¡Jaja! ¡Ten por seguro que ella es una hija de la libertad!
- Venti: Mondstadt es una ciudad romántica sin un rey que la gobierne.
- Venti: Y la gente de Mondstadt es la más libre de las Siete Naciones.
- Venti: Espero que algún día el dragón que protege a Mondstadt sea también libre.
- Venti: Nadie debió engañarlo diciéndole que Mondstadt lo traicionó.
- Venti: Y no debieron decirle que era su deber proteger la ciudad para siempre.
- Venti: Él tiene el derecho y la libertad de escoger su camino en la vida.
- Paimon: Venti...
- Venti: Bien, Viajero, que los vientos que han soplado durante milenios en Mondstadt te acompañen.
- Venti: Como la última vez, canalizaré el poder Anemo hacia ti.
¿La última vez?
¡Lo sabía! ¡La voz que escuché era tuya!
- Paimon: ¡Ya veo! Por eso el Viajero dijo que esa voz le era familiar.