Perdidos en el mar de arena es una misión del mundo de Sumeru. Es la primera parte de la cadena de misiones «El Letargo Dorado».
Detalles[]
La misión comienza hablando con Katheryne en el Gremio de Aventureros de la Ciudad de Sumeru o hablando con Bonifaz en la Aldea Aaru.
- Busca al comerciante de Mondstadt en la Aldea Aaru (únicamente si la misión comenzó con Katheryne)
- Busca el rastro del equipo de arqueología siguiendo las huellas
- Sigue avanzando mientras buscas el rastro del equipo de arqueología
- Busca pistas en el fondo de la fosa
- Habla con las tres personas
- Habla con la cuarta persona que hay a lo lejos
- Acompaña a Yeht y reúnete con los demás
- Acércate a las ruinas con Tirzad
- Avanza por el vestíbulo y sigue explorando
- Sigue explorando
- Derrota a los enemigos
- Sigue explorando
- Habla con Tirzad
- Sigue explorando las ruinas con Yeht
- Investiga la máquina extraña
- Informa de tus descubrimientos a Yebrael
- Habla con Tirzad
- Habla con Yeht
- Sigue explorando y abre la puerta
- Sigue explorando en busca de una salida
- Derrota a los enemigos
- Abre la puerta
- Sigue el camino y continúa explorando
- Reúnete con Nachtigal
- Sigue la dirección del aire para encontrar una salida
- Sal de la fosa a través de la salida
Recompensas[]
- EXP de Aventura
- Protogema
- Mora
- Ingenio del héroe
- Mineral de refinamiento místico
Notas[]
- Durante los pasos en los que hay que combatir con enemigos, Yebrael y Yeth te ayudarán. Yebral aparecerá como un
Eremita Invocatruenos y Yeth como una
Eremita Ablucionadora .
- Completar el paso 15 otorga el logro "¿Encuentros de qué tipo?" de la categoría Maravillas del mundo.
- Completar esta misión otorga el logro "Odisea en el desierto" de la categoría Maravillas del mundo.
Diálogos[]
- (Habla con Katheryne)
- Katheryne: Viajero, Paimon, ¡qué alegría verlos! Tengo un encargo urgente para ustedes.
- Katheryne: Quien publica el encargo es un comerciante de Mondstadt que ahora se encuentra en la Aldea Aaru. Según el, su asociado y los animales de carga que alquilaron a un erudito de la Academia llevan desaparecidos en el desierto un buen tiempo.
- Katheryne: Quiere que un aventurero experimentado acepte este encargo y confirme si tanto su asociado como los animales de carga están a salvo.
- Katheryne: Ustedes dos son aventuros avezados, seguro que les resultará fácil un encargo así, ¿verdad?
- Paimon: Perderse en el desierto... Eso sí es preocupante. Viajero, vayamos a investigar.
- Katheryne: Quien hizo el encargo se llama Bonifaz y todavía se encuentra en la Aldea Aaru. Él les pondrá al corriente de los detalles. Vayan con cuidado.
- (Habla con Bonifaz)
- (Si hablaste con Katheryne en la Ciudad de Sumeru)
-
- Paimon: Disculpa, ¿eres Bonifaz? Nos envía el Gremio de Aventureros...
- Bonifaz: ¡Oh! ¡Hola, hola! A juzgar por sus atuendos, no deben ser de por aquí, ¿cierto? Pensaba que el Gremio enviaría a aventureros locales más familiarizados con el entorno.
- Bonifaz: Bueno, pero si nos paramos a pensar, yo también soy un extranjero. Los extranjeros no lo tenemos fácil para ganarnos el pan aquí.
- Bonifaz: Mi asociado y yo somos de Mondstadt. Solemos negociar con mercancías en la ciudad, pero aceptamos un encargo de un erudito de la Academia y por eso vinimos aquí.
- Paimon: ¿Vinieron de un lugar tan lejano como Mondstadt para hacer negocios en el desierto?
- (Si no hablaste con Katheryne)
-
- ¿?: ¡Oh! ¡Hola! A juzgar por su atuendo, no deben ser de por aquí, ¿cierto? No es común ver a gente de fuera en este lugar. Supe que eran forasteros nada más echarles el ojo encima.
- ¿?: Ay, los forasteros no lo tenemos fácil para ganarnos el pan aquí.
- Paimon: Por lo que dices, tú también debes ser de fuera, ¿no?
- Bonifaz: ¿Se nota? Me llamo Bonifaz y soy de Mondstadt. Mi asociado y yo solemos negociar con mercancías en la ciudad, pero aceptamos un encargo de un erudito de la Academia y por eso vinimos aquí.
- Paimon: ¿Vinieron desde Mondstadt para hacer negocios en el desierto?
- Bonifaz: Claro que sí. Ustedes dos también deben haber visto bastante mundo si están por este lugar tan apartado como es el desierto, ¿cierto?
- Paimon: ¡Por supuesto! ¡Y también conocemos muy bien tu hogar, Mondstadt!
- Bonifaz: ¡Vaya! Entonces también deberán saber bien qué es lo que nos caracteriza a los habitantes de Mondstadt, ¿verdad?
La libertad.
- Bonifaz: ¡Justo en el clavo! Lo que más apreciamos en Mondstadt es la libertad.
Beben como esponjas.
- Bonifaz: ¡Cierto!... Aunque eso no quiere decir que cada habitante beba como un bardo. Por ejemplo, oí decir que a ese tipo del Viñedo del Amanecer no le gusta empinar el codo... ¿Cómo explicarlo? Cada uno es libre de decidir si quiere o no quiere beber...
- Bonifaz: Bueno, lo que quiero decir es que en Mondstadt lo más importante es la libertad.
- Bonifaz: ¿Cómo era ese dicho?...
“¡Que se forme un vendaval!”
- Paimon: ... ¡Es “Que el viento nos guíe”!
- Bonifaz: ¡Oh, eso, eso! ¡Justo ese!
- Bonifaz: Cuando sopla el viento del norte, algunas de las semillas que arrastra cruzan el mar hasta Inazuma, y otras acaban en Liyue.
- Bonifaz: En cuanto a mí, supongo que recibí una gracia especial del Arconte Anemo y no me detuve en Liyue, sino que continué volando hasta la misma Sumeru.
- Bonifaz: Y aunque el clima y el modo de vida sean totalmente distintos a los de Mondstadt, ya que estoy aquí, procuraré adaptarme y prosperar lo mejor que pueda.
- Paimon: Gracias por la historia... Ahora, ¿qué tal si nos das los detalles del encargo que le hiciste al Gremio de Aventureros?
- Bonifaz: Oh, la cosa es esta: como les dije, acepté un encargo de un erudito de Sumeru...
- Bonifaz: Se llama Tirzad, y se fue en busca de no sé qué ruinas acompañado de dos mercenarios para una investigación arqueológica o algo así. No estoy muy familiarizado con los asuntos de la Academia.
- Bonifaz: Además de proveerles de suministros, mi asociado y yo les alquilamos algunos animales de carga.
- Bonifaz: A Nachtigal, mi asociado, le preocupaba que no fueran capaces de controlar a los animales de carga, así que decidió acompañarlos.
- Bonifaz: Acordamos que me informarían cada cierto tiempo mediante carta por pájaro crepuscular, para que estuviera informado de su progreso y pudiera reunir y enviarles más suministros si fuese necesario.
- Bonifaz: Intercambiamos mensajes de esta manera al principio, pero ya hace dos días que no tengo noticias de ellos...
- Paimon: Esperemos que no hayan tenido ningún accidente...
- (Si hablaste con Katheryne)
-
- Bonifaz: ¡Exactamente, eso es lo que me preocupa! Así que decidí hacerle un encargo al Gremio de Aventureros sin tardanza, y al fin vinieron ustedes dos.
- Bonifaz: Pero el desierto es un lugar muy peligroso, y ustedes parecen tan... jóvenes. ¿Seguro que podrán arreglárselas en un lugar como el desierto?
- (Si no hablaste con Katheryne)
-
- Bonifaz: ¡Exactamente, yo también estoy muy preocupado! Tenía pensado ir al Gremio de Aventureros a publicar un encargo, pero la ayuda tardaría demasiado en llegar...
- Paimon: ¿Eh? ¡Pues sí que es coincidencia!
Nosotros somos aventureros con licencia.
“Ad astra”...
- Bonifaz: ¡Así que son jóvenes aventureros! Pero el desierto es muy peligroso, sería mejor dejárselo a algún lugareño o a alguien con más experiencia...
- Paimon: ¿Nos estás subestimando? ¡Hum! Puede que tras dejar Mondstadt no estés al corriente de las noticias de allí...
- Paimon: Has de saber que Viajero no es un aventurero común y corriente, ¡sino el Caballero Honorario de los Caballeros de Favonius!
- Bonifaz: ¿Eh?... ¿Acaso Viajero es... el famoso...?
- Paimon: ¡Oh! Parece que oíste hablar de él ¡Exacto! ¡Es precisamente el famoso viajero! ¡Y a quien le diriges la palabra es Paimon, su famosa acompañante!
- Bonifaz: ¡Ay, qué falta de respeto la mía! ¡Nunca imaginé que podría encontrarme en un lugar así con el gran héroe... y la pequeña heroína!
- Bonifaz: En tal caso, no tengo nada que objetar. Solo temo que ustedes dos tengan algún importante asunto entre manos, como salvar una ciudad o algo así, y no tengan tiempo para un encargo tan insignificante como el mío...
- (Si hablaste con Katheryne)
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- Paimon: Bueno... no es que estemos siempre haciendo cosas exageradas de ese tipo... ¡También aceptamos encargos normales! ¿Acaso no hemos aceptado el tuyo?
- Bonifaz: ¡Eso es estupendo! Cierto, en cuanto al pago... ¡Ya se me ocurrirá algo! Y además, ese erudito de la Academia también se ha mostrado muy generoso...
- Bonifaz: Si de verdad se han encontrado con problemas, ¡que un héroe genuino como Viajero aparezca en estos momentos sería como un regalo caído del cielo!
- (Si no hablaste con Katheryne)
-
- Paimon: Bueno... no es que estemos siempre haciendo cosas exageradas de ese tipo... ¡También aceptamos encargos normales!
- Bonifaz: ¿Con eso quieren decir que estarían dispuestos a aceptar mi encargo? ¡Maravilloso! ¡Ay, ya sabía yo que los héroes eran de corazón generoso y no pueden ignorar a alguien en peligro de muerte!
- Paimon: Aún no hemos aceptado... ¡Y deja de mencionar a la muerte, que trae mala suerte!
- Bonifaz: Ah... Entonces no me queda más remedio que ir solo a la ciudad a publicar un encargo en el Gremio de Aventureros... Para cuando alguien lo acepte, es muy posible que esos cuatro... *Snif, snif*...
- Paimon: Humm...
- Bonifaz: Si pueden hacer un pequeño hueco en su apretada agenda para mi encargo, ¡me aseguraré de que tengan la recompensa debida! Y además, ese erudito de la Academia es un cliente bastante generoso...
- Bonifaz: Si de verdad se han encontrado con problemas, ¡que un héroe genuino como Viajero aparezca en estos momentos sería como un regalo caído del cielo!
- Bonifaz: Eso debería asegurarles una doble recompensa, ¿cierto? ¡Esta oportunidad de negocio es todo ventajas!
- Paimon: Humm... ¿Tú que piensas, Viajero?
Tenemos que socorrer a cualquiera que esté en peligro.
¡Al rescate sin demora, siempre que haya Mora!
- Bonifaz: ¡Estupendo! ¡Genial! ¡Aún hay esperanza para mi Cyrus!
- Paimon: ... ¿Tu Cyrus?
- Bonifaz: Así es, entre los animales de carga que les alquilé hay uno que se llama Cyrus.
- Paimon: ¿Eh? ¿No se llama Cyrus también...?
¿El verdadero Cyrus sabe de esto?
- Bonifaz: ¿Eh? Esto... Bueno...
- Bonifaz: ... Jaja, no tiene importancia. ¡Nadie se enterará si no se lo dices!
- Bonifaz: *Ejem*. En todo caso, el erudito y los demás se marcharon de la aldea en dirección oeste. El camino es difícil de seguir, pero deberías encontrarlos si sigues las huellas dejadas por los animales de carga.
- Bonifaz: ¡Lo dejo en sus manos!
- (Acércate a la fosa)
- Paimon: Las huellas desaparecen justo aquí... No se habrán caído abajo, ¿verdad?
- Paimon: Parece muy profundo...
- Paimon: Humm... Quizá debamos bajar a echar un vistazo. ¡Ve con cuidado, Viajero!
- (Acércate a las persona en la fosa)
- Paimon: ¡Pues sí que hay gente aquí abajo! Pero... ¿serán quienes estamos buscando? ¡Vamos a preguntar!
- (Habla con el erudito)
- Paimon: (Por sus pintas, debe ser un erudito de Sumeru. ¿Pero por qué apesta a alcohol?)
- ¿?: ¿Cr-creen que es tan fácil meterse conmigo? ¡Acérquense! *Hic*...
- ¿?: ¡Serás inútil, Yebrael! Apenas han pasado unos días desde que salimos y ya estamos atrapados...
- ¿?: ¡Ah!... Si no fuera por esta maldita placa...
- Paimon: (Guau, parece que está borracho y no hay forma de dialogar con él. Será mejor que busquemos a alguien más.)
- (Habla con el eremita)
- Paimon: Hola, somos...
- ¿?: ¿Ustedes... también cayeron aquí dentro?
- ¿?: El desierto no es lugar para forasteros. Si tienen forma de regresar, les sugiero que den la vuelta cuanto antes.
- Paimon: (Parece que no tiene muchas ganas de hablar con nosotros. Será mejor intentarlo con otra persona.)
- (Habla con el mercader)
- Paimon: (¿Podría ser Nachtigal, el socio del que nos habló Bonifaz?)
- ¿?: Oh...
- Paimon: (Parece que no se encuentra muy bien y está descansando... Será mejor no molestarle...)
- (Opcional, habla con Mirsad)
- Mirsad: Pensaba que este cliente solo querría darse una vuelta por el desierto y regresar, que sería un trabajo aburrido. No esperaba vernos metidos en algo así. Pasé bastante miedo, pero no puedo negar que me gustó un poco.
- (Opcional, habla con Omid)
- Omid: Yo solo quería ganar unos Moras rápidos para montar mi propio negocio, y resulta que casi me cuesta la vida...
- (Después de hablar con los tres desconocidos)
- Paimon: ¡Parece que son ellos! Pero...
- Paimon: ¡Oh, hay alguien allí! Viajero,¡vamos a preguntarle!
- (Habla con la persona que está lejos)
- Paimon: ¿Hola?
- ¿?: ¡Ah! ¿Son ustedes los recién caídos?
- Paimon: ¿Eh? ¿Qué es eso de “recién caídos”?
- ¿?: ¿Cómo? ¿Acaso hay un camino de salida?
- Paimon: ¿Eh? Venimos en busca del equipo arqueológico de Tirzad por encargo de Bonifaz...
- Yeht: ¿Bonifaz? ¿Ese comerciante de Mondstadt? Lo conozco. Así que buscan a un equipo arqueológico, déjenme pensar... Oh, ¡debemos ser nosotros! Me llamo Yeht, podría decirse que trabajo para Tirzad.
- Paimon: Nos dijo que llevaba un buen tiempo sin tener noticias suyas y estaba preocupado por si les había ocurrido algo, así que nos encargó que los buscásemos para saber cómo estaban.
Estaba muy preocupado por Nachtigal.
- Paimon: ¿Era ese que estaba descansando?...
Estaba muy preocupado por Cyrus.
- Yeht: ¿Quién es Cyrus? ¿Hay alguien en nuestro equipo con ese nombre?
- Yeht: ¿Todos los de Mondstadt son igual de impacientes? ¿Cómo que un buen tiempo? Si no ha pasado más que un día...
- Yeht: Estaríamos buscando una salida si no fuese porque Nachtigal tuvo una mala caída y sufre de insolación.
- Paimon: Así que esta fosa es...
- Yeht: Exacto, el desierto es un lugar imprevisible. Pisas un momento en lo que parecía suelo firme y ¡*pum*!, ya te has caído a un foso. Como pueden ver, estamos atrapados aquí.
- Yeht: ¿Son ustedes recién caídos? ¿O conocen alguna salida? En cualquier caso, he registrado toda la zona y no parece que haya forma alguna de volver a la superficie.
Tenemos un planeador.
- Yeht: ¡Un planeador! Oí hablar de ellos a Nachtigal. ¡Suena increíble! Me encantaría vivir la sensación de volar. Espera un momento, ahora que me fijo, ¡tu amiguita aquí no parece necesitar uno para volar!
- Yeht: Amiguita, ¿podrías enseñarme? ¿Cómo puedo hacer para... humm, flotar como tú?
- Paimon: ¡Paimon no es ninguna amiguita! ¡Incluso Bonifaz sabe que Paimon es famosa!
- Paimon: Y Viajero aquí presente es tan famoso como Paimon.
- Yeht: Está bien, mi famosa amiguita Paimon, ¿podrías enseñarme? ¿Qué debo hacer para poder flotar como tú, Paimon?
- Paimon: Paimon no tiene realmente una respuesta para ti... ¿Y tú, Viajero?
Quizás ocurra un milagro si practicas al máximo.
- Paimon: ¡No puedes despertarte un buen día y descubrir que puedes flotar!
Cada cual tiene sus dones naturales. No puedes forzarlos.
- Paimon: ¡Exacto! No te obsesiones con eso de volar, Yeht. ¡Mejor practica otra cosa! Como hacer carreras contra caracales patilludos, jeje.
- Yeht: Entiendo. Viajero, debes haber contratado a Paimon para que te enseñe la habilidad del vuelo, pero tienes que servirte de un planeador porque no llevas practicando suficiente tiempo.
- Yeht: En cuanto hayas dominado la técnica, ¡podrás volar sin ayuda de ningún planeador!
- Yeht: ¡Pareces una excelente profesora, Paimon! ¿También puedo contratarte para que me enseñes? Eh, Viajero, ¿cuántos Moras son necesarios para contratar los servicios de Paimon?
- Paimon: ¡Guau! ¡Sí que tienes una imaginación desbordante! Nosotros no tenemos ese tipo de relación.
- Yeht: ¿Cómo? ¿No es igual que cuando Tirzad nos contrató a mi padre y a mí? ¡Y Nachtigal también! Seguro que puedo contratar a Paimon a cambio de Mora, ¿verdad?
Paimon es mi compañera.
- Paimon: ¡Exacto! Paimon no se separará de Viajero.
Si Paimon está de acuerdo...
- Paimon: ¿Cómo puedes pensar así, Viajero? ¡Por supuesto que Paimon no se separará de ti!
- Yeht: Oh, qué pena.
- Yeht: Por cierto, ¿han visto a Tirzad y a mi padre?
- Paimon: Ver, los hemos visto...
Le cuentas a Yeht la situación con los demás.
- Yeht: Jaja, ya veo. Entre la mala caída que tuvo y la insolación, Nachtigal debe estar pasando un mal trago.
- Yeht: Ay, mi padre siempre ha tenido mal carácter, no se lo tengan en cuenta. Y en cuanto a Tirzad, bueno, es como un niño que está teniendo una rabieta porque las cosas no salen como él quiere.
- Paimon: Los niños malcriados no deberían emborracharse como una cuba...
- Yeht: ¡Jaja! ¡Bien dicho, Paimon! ¡Tienes toda la razón! De vez en cuando mi padre también se toma alguna copa que otra, pero nunca lo había visto borracho.
- Yeht: Hagamos lo siguiente. Los acompañaré de vuelta y le explicaré a mi padre la situación. Supongo que tampoco se querrán quedar aquí más tiempo de la cuenta, ¿verdad?
- (Vuelve al campamento)
- Yeht: ¡Padre, ya estoy de vuelta! ¡Oh! ¿Ya se encuentra mejor Nachtigal?
- Yeht: Por cierto, Paimon y Viajero me contaron lo que pasó. ¡No puedes ir por ahí ignorando a la gente! ¿Cuándo va a mejorar ese mal genio tuyo?
Yeht explica la situación a los tres.
- Paimon: Eso quiere decir que completamos el encargo de Bonifaz, ¿no? Al fin y al cabo, solo nos pidió que confirmásemos que el equipo arqueológico y que las bestias de carga estuvieran a salvo...
- Tirzad: ¡¡Bonifaz!!
- Paimon: ¿Qu-qué pasa?
- Tirzad: Bonifaz y Nachtigal se han puesto de acuerdo para extorsionarme... *Solloza*... Ese indeseable vino tan lejos desde Mondstadt solo para aprovecharse de mí, lo juro...
- Paimon: ¿Sigue borracho?
- Nachtigal: ¿Pero qué está diciendo, Sr. Tirzad? Acordamos un precio después de discutirlo entre todos y usted mismo estuvo de acuerdo en su momento. ¿A qué viene ahora esta historia?
- Tirzad: Suelo dedicar toda mi atención a los estudios y nunca he tenido que vérmelas con gente de negocios como ustedes. ¿Cómo iba a saber cómo hay que negociar los precios?
- Tirzad: Si Yeht no llega a decirme cuánto me iban a cobrar de más, ¡seguiría pensando como un tonto que salí ganando en el trato!
- Nachtigal: Eh...
- Yeht: Ay, lo siento mucho, Nachtigal. Mi padre me dijo después que no debería habérselo dicho a Tirzad.
- Yebrael: *Suspira*...
- Paimon: Guau... Parece que logró irritar a los tres con una sola frase...
- Tirzad: ¡Los voy... los voy a despedir! Deberían tener un límite a la hora de aprovecharse de los demás... *Solloza*.
- Yeht: ¡No estás siendo justo, Tirzad! Es cierto que Bonifaz y Nachtigal obraron mal, ¡pero mi padre y yo no hicimos nada malo!
- Yeht: Además, si quedamos atrapados fue porque insististe en ir en esa dirección. Y después de caer, solo te dedicaste a hacer pataletas y a emborracharte, aun sabiendo que no aguantas el alcohol.
- Yeht: Mírate, tendrás cuerpo de adulto, pero te comportas como un niño, jaja.
- Tirzad: Tú... ¡Tú!
- Paimon: Yeht, ya has dicho bastante. ¡A Tirzad le va a dar un patatús si sigues! Ahora no es momento de pelearse. Lo que deberíamos hacer es pensar juntos la forma de solucionar el problema.
- Tirzad: ¡Oh! Por fin alguien dice algo sensato... ¿Dicen que ese buitre de Bonifaz les encargó que me buscaran y que son aventureros famosos?
- Tirzad: Bien, pues quiero contratarlos para que me saquen de este lugar perdido de la mano de los Arcontes. ¡De seguir así, no ya mi investigación, sino mi propia vida quedará arruinada!
- Tirzad: Ya que son aventureros de renombre, seguro que serán más confiables que ellos, ¿no?
- Paimon: (¿Es esta la doble recompensa que mencionó Bonifaz? Viajero, ¿qué hacemos?)
No es momento de discutir. Salgamos primero y ya veremos luego.
- Paimon: Tienes razón. Ahora lo importante es que encontremos juntos el camino de salida. Cualquier queja puede esperar a que lleguemos a un lugar seguro.
- Yeht: Exactamente. ¿Lo ves, Tirzad? Si fueras tan razonable como Paimon, no estaríamos ahora metidos en este atolladero.
- Paimon: Yeht...
- Yeht: Me adelanté a explorar un poco y descubrí un sitio que parece ser unas ruinas. Igual tienen alguna salida hacia la superficie.
- Tirzad: Las ruinas que hay en el desierto no son un lugar seguro, y menos aún si tengo que acompañar a gente tan poco fiable...
- Paimon: Pero eres un investigador, ¿no? ¿No debería emocionarte tener la oportunidad de investigar unas ruinas?
- Tirzad: ¡Y-yo soy un investigador de la Escuela de Interiología! Debería estar leyendo libros y documentos en alguna sala... ¡No me tomen por uno de esos aventureros que se vuelven como locos solo con ver una pila de ruinas!
- Yeht: Eres increíble...
- Yebrael: Yeht, no malgastes saliva con él. Si quiere quedarse aquí, que se quede.
- Yeht: Padre, pero...
- Yebrael: Él es quien nos contrató, así que tiene derecho a decidir qué quiere y qué no quiere hacer. Nosotros solo tenemos que hacer nuestro trabajo.
- Paimon: Oh, se ha marchado...
- Yeht: ¡Hum! Mi padre y yo regresaremos después de haber encontrado un camino seguro. Si Tirzad no quiere venir con nosotros, ¡que se quede aquí!
- Paimon: Yeht también se marchó. ¿Qué hacemos, Viajero?
Tampoco podemos quedarnos aquí esperando.
- Paimon: Tienes razón, busquemos también un camino de salida.
- Tirzad: Eh... Me... ¿Me van a dejar aquí tirado? Podemos discutir el precio del encargo, pero no me dejen aquí con este buitre de Mondstadt...
- Nachtigal: Me he quedado callado todo este tiempo, pero ha de saber que ni Bonifaz ni yo somos unos buitres. A ver si encuentra algún comerciante que le ofrezca un servicio posventa tan completo como el nuestro.
- Nachtigal: Piense en ello, Sr. Tirzad. Podríamos haber recibido el pago y habernos desentendido tranquilamente, pero mírenos, aquí estamos compartiendo penurias con usted.
- Tirzad: ... Supongo que tienes algo de razón, pero sigo sin querer quedarme aquí. Me siento más tranquilo en compañía de aventureros experimentados.
- Paimon: Pero sigues borracho como una cuba... Es mejor que te quedes aquí a que se te pase.
- Tirzad: ¡No estoy borracho! ¡Estoy bien! ¡Quiero ir con ustedes! ¡No me dejen tirado! *Buaaa*...
- Paimon: *Suspira*... Bueno, entonces partamos cuanto antes. Deberíamos poder alcanzar a Yeht y a su padre.
- Nachtigal: Yo esperaré aquí por ahora. No creo que el camino que hay delante sea apto para los animales de carga. Que tengan suerte.
- (Después de la discusión)
- Paimon: Yeht y los demás deben haber ido en esa dirección. ¡Vamos, démonos prisa!
- (Opcional, habla con Nachtigal)
- Nachtigal: Uf, menos mal que Cyrus está bien. Si no, Bonifaz habría quedado destrozado.
- (Acércate a Yeht y su padre)
- Paimon: ¡Ya estamos aquí! Tirzad al final decidió venir con nosotros a explorar.
- Yeht: ¿Qué pasa ahora? ¿Al final el erudito cambió de parecer?
- Tirzad: Humm...
- Yebrael: Sopesó los puntos a favor y en contra y, naturalmente, decidió venir con nosotros.
- Yeht: ¡Bueno, enseguida tendrá ocasión de demostrar sus habilidades, señor erudito! ¿Cómo entramos en las ruinas? Esta debería ser su especialidad, ¿no?
- Yeht: Debería ser pan comido para usted, ¿no es así, Sr. Tirzad?
- Tirzad: ¡P-por supuesto! Aunque sea un investigador de la Escuela de Interiología, algo tan básico como esto no debe ser muy distinto a lo que está escrito en los libros...
- Tirzad: ¡Mira y aprende!
- Tirzad: ... ¿Humm? Esto... ¡Ajá! Con esto debería bastar...
- Paimon: ¡Guau, la puerta de verdad se abrió!
- Yeht: ¡Ese es nuestro Tirzad!
- Tirzad: ¡Hum! Esto es lo que nos separa a nosotros, los profesionales, de los aficionados.
- Paimon: Quién sabe lo que habrá dentro. ¡Vayamos a ver!
- (Mientras caminas por la cueva)
- Paimon: Paimon no se imaginaba que habría un lugar como este bajo la arena.
- Yeht: ¡Yo tampoco esperaba encontrarme con un sitio tan grande! Además, aparentemente... está todo muy bien conservado.
- Yeht: Dado que Tirzad es un erudito especialista en estos temas, quizá pueda aclararnos algo al respecto.
- Tirzad: Sobre esto... no sé qué decirte.
- Yeht: ¿Eh? ¿Por qué?
- Tirzad: L-lo más importante durante la investigación académica es la meticulosidad! Apenas acabamos de entrar y no quiero sacar conclusiones precipitadas.
- Yeht: ¡Vaya! Eso que acabas de decir ha sonado a algo que diría un erudito.
- Tirzad: ¡En el pasado fui un verdadero erudito! Y para que lo sepas, ¡la Academia autorizó mi investigación!
- (Al activar el mecanismo)
- Yebrael: ¡Cuidado!
- Yeht: ¡Hay que ser despreciable para atacar a alguien por sorpresa! ¡Lamentarán haberse metido conmigo!
- Tirzad: ¡Ayuda, Viajero! ¡Ven a protegerme!
- (Después de derrotar al enemigo)
- Tirzad: ¡Qu-qué susto! Yeht, no sabía que fueras tan fuerte...
- Yeht: Es mi deber. ¡Hum! Esos desgraciados van a sufrir las consecuencias de haberme subestimado.
- Yebrael: Ya que hemos acabado con la amenaza, sigamos avanzando.
- (Mientras exploras las ruinas)
- Yeht: Acabo de recordar que mi padre una vez vivió en el desierto, pero salimos de él cuando yo aún era muy pequeña.
- Yeht: Por eso, la primera vez que me adentré en las profundidades del desierto pensé que no había más que arena y que era muy aburrido.
- Yeht: Pero resulta que hay sorpresas donde menos te lo esperas.
- Tirzad: En realidad, también es mi primera vez en el desierto...
- Yeht: Jaja, ahora entiendo por qué Tirzad ha estado todo el camino tan decaído. Parece que todos son principiantes en el desierto.
- Yeht: Padre, ¿por qué no nos cuentas cómo fue tu vida en el desierto? Puedes verlo como una forma de transmitir tus experiencias.
- Yebrael: ... Solo son historias del pasado, no hay nada interesante que contar.
- Yeht: *Tch*, siempre que te pregunto dices lo mismo, ni que tuvieras algún secreto o algo que ocultar.
- (Mientras exploras las ruinas, después de bajar por un escalera)
- Tirzad: ¡Aah! ¡U-un momento!
- Tirzad: No puedo más, descansemos un poco.
- Paimon: ¿Qué le pasará a Tirzad? Vayamos a preguntarle.
- (Sigues caminando)
- Tirzad: Llevamos caminando un buen rato y no parece que hayamos hecho ningún progreso. ¿Qué tal si descansamos un poco?
- Yeht: ¿Estás bromeando? ¿Acabamos de empezar y ya quieres tomarte un descanso?
- Tirzad: Ya lo dije antes, ¿verdad? Soy un investigador de la Escuela de Interiología, ni siquiera debería estar en un lugar dejado de la mano de los Arcontes como este...
- Paimon: Espera un momento, Paimon no lo entiende. ¿Acaso esta misión arqueológica no fue idea tuya?
- Paimon: Yeht, Yebrael y hasta Nachtigal solo vinieron porque los contrataste, ¿verdad?
- Tirzad: En efecto.
- Paimon: ¿Eh? Si todo esto ha sido idea tuya, ¿por qué estás todo el tiempo de mala gana?
- Paimon: Si no supiésemos la verdad, cualquiera diría que Yebrael te secuestró para hacerse con algún tesoro legendario de las ruinas o algo así.
- Yeht: Jaja, qué cosas dices, Paimon. Aunque pueda parecer un gruñón, mi padre no sería capaz de hacer algo así.
- Yebrael: ...
- Paimon: ... N-no fulmines a Paimon así con la mirada. ¡Solo dice las cosas como son!
No te metas con Paimon.
- Yeht: Lo siento. Mi padre no tiene mala intención, créanme.
- Paimon: Entonces, ¿por qué Tirzad se ve tan poco entusiasmado?
- Tirzad: *Suspira*. Es porque este tema de investigación no me interesa en absoluto, si no fuera por esta maldita placa...
- Tirzad: Siempre me estaban atosigando con que las investigaciones deben, además de ser innovadoras, abordar temas únicos y exclusivos.
- Tirzad: “¿Qué sentido tendría investigar si seguimos a la mayoría o repetimos siempre el mismo tema?”, me solían decir.
- Tirzad: ¿Pero qué soy yo comparado con la larga tradición académica de Sumeru y con todos mis predecesores? No soy ningún genio académico, ¿qué puedo pensar que nadie haya pensado antes?
- Tirzad: Hoy en día no queda ningún campo de investigación sin explorar y que yo pueda investigar...
- Paimon: *Ejem*... Paimon no entiende mucho de todo este rollo académico, pero ya que es tu trabajo, deberías tomártelo en serio.
- Tirzad: ¡Me lo tomo en serio! ¡Le pongo todo mi empeño! Si no, ¿por qué iba a gastar tantos Moras para venir a parar a este lugar abandonado?
- Tirzad: Je, quizás les resulte gracioso, pero esta Placa escarlata es en realidad el tema de investigación de un pariente mío...
- Tirzad: Ella era una joven y prometedora investigadora, pero cierto día se marchó de casa y se fugó con un chico atolondrado de origen incierto.
- Tirzad: Oí decir que se habían fugado a este desierto. Por desgracia, por aquel entonces yo no era más que un chiquillo y solo la había visto unas pocas veces. Ni siquiera recuerdo qué aspecto tenía.
- Yeht: ¡Pues más razón tienes para espabilar! Ya que estás investigando lo mismo que ella, ¡quizá se dé la posibilidad de un reencuentro!
- Yeht: Al fin y al cabo, el destino es inescrutable.
- Tirzad: Jaja... Incluso si volviésemos a encontrarnos y nos reconociéramos, ¿con qué cara iba a dirigirle la palabra?
- Tirzad: Ahora mismo no soy mejor que un perro callejero, viviendo de las sobras arrojadas por otros...
- Tirzad: Como era incapaz de pensar en nuevas teorías, la única opción que tenía fue venir aquí a probar suerte por si podía encontrar material nuevo en el que basar mi tesis.
- Tirzad: Aunque, en lo relacionado con el Rey Deshret, la comunidad académica concluyó ya hace tiempo que no se trataba sino de otro tirano autodestructivo...
- Tirzad: Lo que me hace pensar que mi pariente dejó esta maldita placa cuando se marchó porque sabía perfectamente que no tenía ningún valor de investigación.
- Tirzad: ¡Jaja! Y yo, como un iluso, pensé que se trataba de un tesoro. ¡Jaja! ¡Esta placa inmunda!... Seguro que estaba delirando cuando pensé que podría encontrar algo de utilidad con ella.
- Paimon: Bueno... ¡Aun así, no deberías desanimarte!
- Paimon: Porque... Humm, ¡porque a menudo solemos descubrir cosas sorprendentes cuando exploramos ruinas como esta! ¿Verdad, Viajero?
Por lo menos, seguro que habrá cofres con tesoros.
- Paimon: Aunque eso puede que no le sirva mucho a Tirzad...
Está bien que veas las cosas con tus propios ojos.
- Paimon: ¡Eso es! Aunque Paimon no entiende de investigaciones complicadas, seguro que en unas ruinas tan grandes y con tantas cosas como estas hay algo sobre lo que merezca la pena escribir. Solo es cuestión de ir con los ojos bien abiertos, ¿verdad?
- Tirzad: Ninguno de ustedes ha hecho ninguna investigación académica. No pueden entenderme a mí ni a las dificultades que entraña ser investigador...
- Yebrael: Deja de hablar como un niño. Puede que la Academia controle todas las rutas de publicación académica, pero no el conocimiento en sí.
- Yebrael: Deberías haber abandonado la carrera académica desde el principio si todo lo que conoces sobre el Rey Deshret se limita a esto, porque está claro que así no vas a conseguir ningún resultado.
- Yeht: Padre...
- Tirzad: ¿Cómo te atreves? Tú no eres más que un mercenario a sueldo, ¿qué derecho tienes a criticar mis opiniones?
- Yebrael: Tal como yo lo veo, tú tampoco tienes muchos méritos profesionales que te acrediten como erudito. Tú mismo lo acabas de admitir.
- Tirzad: ¿Yo? ¡Cómo que yo...! ¡Tú!... ¡Tú!
Tirzad se exaspera tanto que la sangre se le sube a la cabeza y se desmaya...
- Paimon: Oh, ¿qué le ha pasado? ¿Está bien?
- Yeht: A partir de ahora deberíamos mantenerle vigilado e impedir que se vuelva a emborrachar. Seguro que aún no estaba sobrio del todo cuando mi padre le hizo enfadar tanto que la sangre se le subió a la cabeza y se desmayó.
- Yeht: También es raro que mi padre se enojara tanto con él por algo así.
- Yebrael: ... No podemos detenernos solo porque esté de mala gana.
- Paimon: ¿Eh? Pero tampoco podemos dejarle aquí tirado...
- Yebrael: Me quedaré yo para mantenerlo a salvo. Ustedes pueden ir con Yeht a buscar una salida.
- Paimon: Eh... ¿Qué hacemos, Viajero?
El tiempo apremia.
- Paimon: Tienes razón... Entonces, ¡sigamos explorando!
- Yeht: Con Tirzad al cuidado de mi padre no hay de que preocuparse. ¡Yo iré con ustedes!
- (Opcional, habla con Yebrael)
- Yebrael: Si no tienen más asuntos, deberían irse cuanto antes.
- (Opcional, habla con Tirzad)
- Tirzad: (Tiene aspecto de estar sufriendo bastante. Será mejor no despertarlo...)
- (Mientras exploras las ruinas)
- Yeht: Parece que... hay algo raro ahí delante. Hay que tener cuidado.
- (Acércate a la máquina extraña)
- Paimon: ¡Qué pinta tan familiar!
- ¿?: ¿*Crin-crin*?
- Paimon: ¡Guau! ¡Se está moviendo!
- Yeht: Humm, se parece bastante al enemigo que derribamos antes. Pero no parece que este tenga intención de atacarnos.
- Yeht: Y ahora que lo pienso, este flota igual que tú, Paimon. ¿No será un pariente lejano tuyo?
- Paimon: ¡Antes Paimon preferiría ser pariente de una paloma!
- ¿?: ¿*Crin... Crin...*?
- Paimon: Esta cosa otra vez está haciendo ruidos raros... ¿De dónde salen? Y además, ¿seguro que no nos va a atacar de repente? Viajero, será mejor que no bajes la guardia.
- Yeht: ¿Por qué no intentas comunicarte con él, Paimon? Mira, ambos tienen la cabeza más o menos igual de grande, así que deberían poder hablar entre sí, ¿no?
- Paimon: ¡¿Cómo se supone que Paimon va a hablar con él?! ¡Ah, tú le estás tomando el pelo a Paimon! ¿Verdad?
- Yeht: Jiji.
- ¿?: *Crin-crin. Crin*.
Parece un dispositivo de algún tipo.
- Paimon: ¿L-lo recogemos y probamos a usarlo?
- ¿?: ¡¡*Crin*!!
- Paimon: ¡Ah! ¡Diste a Paimon un susto de muerte!
- Yeht: Parece que no le gusta.
- Paimon: ¿Eh? ¿Entiendes lo que dice, Yeht?
- Yeht: Humm... Claro que no lo entiendo, pero sí que capto cierto... ¿estado de ánimo?
- Paimon: Qu-qué cosa tan peculiar.
- ¿?: *Crin-crin, crin*.
- Yeht: ¿Eso crees? Pues yo pienso que se te parece un poco, Paimon. ¡Los dos son adorables!
- Paimon: ¡Paimon ya te ha dicho que no nos parecemos en nada!
- Yeht: Bueno, tú eres redondita y adorable, mientras que él tiene un aspecto un poco... ¿puntiagudo? ¡Pero es igual, también es adorable!
- Paimon: Guau... Paimon no entiende para nada tu concepto de “adorable”, Yeht.
Yo también pienso que Paimon es adorable.
- Paimon: Viajero, ahora no es el momento de eso.
- Yeht: Tú no me entenderás, Paimon, pero Viajero seguro que sí.
La verdad, yo tampoco...
- Paimon: ¿A que no? ¡Los dos pensamos igual!
- Yeht: No sé por qué está aqui o para qué sirve... Pero quizás Tirzad sepa algo si se lo llevamos a que le eche un vistazo.
- Yeht: Tú... Humm, ¿qué nombre te pongo?
- ¿?: ¿*Crin-crin*?
- Yeht: Paimon es redondita como un pompón... ¡Así que a ti te llamaré Benben!
- Benben: ¡*Crin-crin*!
- Yeht: ¿A ti también te gusta este nombre? ¡Estupendo!
- Paimon: Y ahora incluso hablan entre sí...
Yeht es impresionante.
- Paimon: Impresionantemente rarita, sí...
Yeht es un poco rarita.
- Paimon: Sí, pero en cierto sentido es hasta admirable...
- Yeht: Benben, debes sentirte solo estando siempre aquí, ¿por qué no te vienes con nosotros? No hace falta decirte que Viajero es muy buena persona.
- Yeht: En cuanto a Paimon... Aunque a veces se dé aires de superioridad, en realidad es una buena chica que se preocupa por sus compañeros. Te acabará cayendo bien con el tiempo.
- Paimon: ¡Paimon no se da aires de superioridad! Pero tampoco va a volar más bajo e ir respirando el polvo del suelo.
- Yeht: Ven con nosotros a conocer a mi padre. Puede que parezca muy rudo, pero en realidad... Bueno, en realidad es muy rudo. Jaja, pero solo lo es con los extraños. Espera a conocerlo mejor y verás.
- Yeht: Y también está Tirzad, que no es mal tipo a pesar de ser un investigador pésimo. Oh, puede que incluso puedas salvar su investigación, Benben.
- Benben: ¿*Crin-crin*?
- Yeht: Entonces, ¿vendrás con nosotros, Benben?
- Benben: *Crin*... ¡*Crin-crin*!
- Yeht: ¡Genial, dijo que sí!
- Paimon: ¿De verdad? ¿En serio acaban de comunicarse entre ustedes?
- Yeht: Paimon, descuida. ¡Benben y yo ya somos inseparables! ¿A que sí, Benben?
- Benben: ¡*Crin-crin*!
- Yeht: Jeje. Bien, regresemos con mi padre. Puede que Tirzad ya esté despierto.
- Paimon: Eso si no vio a Yebrael nada más abrir los ojos y volvió a desmayarse del enfado...
- Yeht: ¡Jaja, pues también es posible!
- (Habla con Tirzad o Yebrael)
- Yeht: ¡Padre, traigo un nuevo amigo! Mira, acabamos de conocerlo, se llama Benben.
- Benben: *Crin-crin*
- Yeht: Oh, Tirzad está despierto. Parece que mi padre y él se llevan mejor ahora.
- Tirzad: No sé de dónde has sacado esa conclusión disparatada... Pero mejor no hablemos de eso ahora, ahora lo que me interesa es saber qué es esa cosa.
- Yeht: ¿No acabo de presentarlo? Este es nuestro nuevo amigo, Benben.
- Tirzad: No, no, no. ¡Esto no es algo que pueda clasificarse como “amigo”! Se mire por donde se mire, ¡es muy similar a la cosa que nos atacó antes!
- Yeht: ...
- Yeht: No tienes muchos amigos, ¿verdad, Tirzad?
- Tirzad: Cierto, tengo pocos amigos... Espera, ¿y esto qué tiene que ver?
- Yeht: Tirzad, eres demasiado rígido. Debes abrir tu corazón si quieres tener más amigos, ¿verdad, Benben?
- Benben: *Crin*.
- Tirzad: ¡Y tú eres demasiado relajada!
- Paimon: ¿Tú tampoco sabes lo que es, Tirzad?
- Tirzad: Sus... semejantes deben ser guardianes. Pero no sé cómo funcionan.
- Tirzad: Pero uno especial como este, que no ataca a los intrusos e incluso puede comunicarse en cierta forma limitada... Nunca había leído algo así en los libros.
- Yeht: ¡Es Tirzad!
- Tirzad: ¿Qu-qué pasa?
- Yeht: ¿No es acaso una noticia increíble?
El material “único y exclusivo” lo tienes llamando a la puerta.
- Tirzad: ¿...?
- Tirzad: Espera, ¿podría ser cierto? No, no debo alegrarme antes de tiempo... Puede que, simplemente, haya sido estrecho de miras y pasado por alto investigaciones previas al respecto...
- Tirzad: Puede que alguien ya haya sacado diez monografías donde explica la genealogía de Benben de cabo a rabo...
- Paimon: ¿Por qué este tipo es siempre tan negativo?
- Yebrael: Esperen un momento, parece que le pasa algo.
- Benben: *Crin*... *Crin*...
- Yeht: ¿Qué te pasa, Benben? ¿Estás...?
- Paimon: ¡Parece que ha reaccionado ante la placa de Tirzad!
- Yebrael: Tirzad, saca la placa y acércasela a Benben.
- Tirzad: Recuerda que eres mi empleado, no me des órdenes...
- Paimon: Guau...
- Yeht: ¡Benben! ¡Eres genial!
- Benben: ¡*Crin-crin, crin*!
- Benben: ¡*Crin-crin-crin-crin, crin-crin-crin*!
- Paimon: Paimon no entiende ni jota de lo que dice, ¡pero parece muy contento!
- Yeht: Se ha iluminado una parte de la placa... ¿Qué querrá decir? ¿Tienes alguna idea, Tirzad?
- Tirzad: Humm... Solo se ha iluminado una parte, así que no estoy seguro. Además, ya les dije antes que...
- Yeht: “Lo más importante durante la investigación académica es la meticulosidad”, y que no quieres “sacar conclusiones precipitadas”, ¿verdad?
- Tirzad: ¡O-oh! Efectivamente, así es.
- Yeht: Je, parece que tendremos que encontrar la forma de que se ilumine el resto de la placa, ¿no es así, Benben?
- Benben: *Crin... Crin-crin*.
- Tirzad: Esperen, tengo una petición muy seria para ti, Viajero.
- Tirzad: *Ejem*. Yebrael, Yeht, esto no tiene nada que ver con ustedes, así que si son tan amables de apartarse un poco...
- Yeht: ¿Eh? ¿Vas a contarles algún secreto? No me dejes fuera, ¡yo también quiero saberlo!
- Yebrael: Yeht, no te metas en las cosas que no te incumben.
- Yeht: Padre, aquí todos somos compañeros de aventura. ¿Qué es eso de que no me incumbe?
- Yebrael: ...
- Yeht: ¡Está bien, está bien! Ya me aparto. Benben, ven conmigo.
- Benben: *Crin-crin*
- (Opcional, habla con Yebrael o Yeht)
- Yebrael: No deberías meter las narices en los asuntos de los demás... Especialmente, en los secretos de tu jefe. Debería habértelo enseñado.
- Yeht: P-pero... Yo creía que éramos camaradas. ¿No lo somos?
- (Habla con Tirzad)
- Paimon: ¿Qué pasa? ¿A qué viene esa cara tan seria de repente?
- Tirzad: ¿Podrían... guardar esta placa por mí?
- Paimon: ¿Eh? ¿Pero no era algo muy importante?
- Tirzad: Lo es, ¡por eso quiero que cuiden ustedes de ella! Y, a decir verdad, me siento un poco intranquilo cada vez que la veo iluminarse...
- Tirzad: No confío en mí mismo si ocurriese algún imprevisto. Y además, esa cosa rara parece reaccionar ante la placa...
- Paimon: ¿Cosa rara?... ¿Te refieres a Benben? ¿No sería mejor entonces que le dieras la placa a Yeht?
- Tirzad: ¡Por supuesto que no! *Ejem*... Por supuesto que no.
- Tirzad: ¿Cómo decirlo? No confío en Yebrael. Me da la sensación de que tiene otras intenciones ocultas... Y Yeht es su hija, seguro que ella está de su lado.
- Paimon: Aunque sea un hombre de pocas palabras, a Paimon le da la impresión de que es muy confiable. ¿No estarás pensando más de la cuenta, Tirzad?
- Tirzad: Yeht ya dijo que viene del desierto. ¿Crees que alguien del desierto es de fiar? Antes preferiría creer que Bonifaz no me ha estafado.
- Paimon: Humm... ¿Tú qué dices, Viajero?
Mi mochila ya está a reventar.
- Paimon: Si encuentras sitio para meter tantas coles y zanahorias, meter una plaquita de nada no será problema, ¿verdad?
Las placas de piedra no pesan, no.
- Paimon: Dicho así...
- Tirzad: ¡Por favor! ¡Son las únicas personas en las que puedo confiar en este inmenso mar de arena!
Tomas la Placa escarlata que te da Tirzad.
- Paimon: Está bien, te la guardaremos por ahora.
- Tirzad: ¡Muchas gracias por su ayuda!
- (Vuelve con Yeht)
- Yeht: Eh, ¿ya terminaron de contarse secretitos?
- Yebrael: Tirzad está listo para partir ahora. Debemos encontrar la salida cuanto antes.
- Tirzad: No hace falta que hables por mí. Pero sí, da la casualidad de que sí estoy listo para partir cuando sea.
- Yeht: ¡Genial! Hoy ha sido un día productivo, ¡y me da la impresión de que encontraremos la salida en un santiamén! Benben y yo iremos delante, no se queden rezagados.
- Paimon: Yeht y Benben hacen muy buenas migas. Eso... está bien, ¿verdad?
- (Entra a la cueva)
- Yeht: Siento como una brisa... Eso quiere decir que la salida está cerca, ¿no? Sigamos buscando, deberíamos poder salir dentro de nada.
- Paimon: ¡Genial! ¡Por fin podremos salir!
- Paimon: ... Aunque afuera no haya más que desierto.
Por fin podremos ver el cielo.
- Paimon: ¡Cierto!
- Tirzad: Ustedes... ¿De dónde sacan tanta energía? Primero que si explorar, luego que si luchar... Bajen un poco el ritmo, por el amor de Los Siete...
- Yeht: Eres de la misma edad que mi padre, ¿no, Tirzad? ¿Cuántas veces te has parado a descansar por el camino?
- Yeht: Cabeza de niño y cuerpo de viejo... *Suspira*...
- Benben: *Fush*.
- Tirzad: Soy un ratón de... Olvidémoslo. ¡Yo soy quien les paga y aquí se hace lo que yo diga!
Todos descansan un rato junto a Tirzad.
- Paimon: ¿Oh? ¡Pero si es Nachtigal!
- Nachtigal: Por fin los encuentro. Adiviné que habían encontrado la salida cuando la puerta del otro lado se abrió de repente, así que traje a Cyrus conmigo.
- Paimon: ¡Guau! ¡Eso ha sido muy atrevido por tu parte! ¿Y si hubiese sido una trampa en vez de un atajo?
- Nachtigal: ...
- Nachtigal: *Ejem*, tienes toda la razón.
- Paimon: ¿Quieres decir que no te paraste a pensar en esa posibilidad?
- Nachtigal: Bueno, al final todo salió bien. Nos hemos encontrado, ¿verdad? Eso es lo que importa. Por cierto, tenemos... ¿un nuevo miembro? ¡Jaja, genial!
Qué despreocupado. No es de extrañar que seas de Mondstadt.
- Paimon: ¡En situaciones como esta tienes que tener más cuidado!
- Yeht: Bueno, es estupendo que no tengamos que regresar todo el camino para reunirnos. ¡Ahora podremos encontrar juntos la salida!
- Yebrael: Sigamos la corriente de aire para encontrar el camino de salida, pero no bajen la guardia.
- Yeht: ¡Sí, entendido!
- (Sal de las ruinas)
- Yeht: ¡Sabía que este camino era seguro!
- Paimon: Ah, ¡el cielo azul! Y la arena de siempre...
- Yebrael: Se está haciendo tarde. Debe haber algún oasis por aquí cerca, montemos un campamento ahí.
Historial de cambios[]
- Versión 3.5
- Nombre cambiado de "Perdido en el mar de arena" a "Perdidos en el mar de arena".
- Versión 3.1
- Perdidos en el mar de arena se añadió al juego.