En busca de la Diosa de la Sabiduría es una misión de Arconte, que forma parte de Capítulo III: Acto I - Tras la bruma y el bosque.
Detalles[]
- Dirígete a la Ciudad de Sumeru
- Visita a Rohawi
- Pídele ayuda a Katheryne del Gremio de Aventureros
- Dirígete a la Ciudadela Regzar y busca a Asfand
- Busca a La Damisela
- Ayuda a Dunyarzad a despistar a sus perseguidores
- Alcanza a Dunyarzad
- Entra en la taberna
- Descansa en la taberna
- Dirígete al Gran Bazar
- Sigue a Nilou hasta el escenario
- Date una vuelta por el Gran Bazar
- Habla con Katheryne
- Dirígete a la entrada de la Ciudadela Regzar y espera a Dehya
Recompensas[]
Diálogos[]
- (Dirígete a la Ciudad de Sumeru)
- Collei: Les deseo suerte en su viaje a la Ciudad de Sumeru. Ojalá encuentren allí a la Arconte Dendro.
¿Qué tal te encuentras?
- Collei: Ya me encuentro mucho mejor. Volveré a las patrullas mañana mismo.
- Collei: Todavía no estoy lista para ayudar al maestro a lidiar con las zonas marchitas, pero puedo encargarme de muchas otras tareas.
- Collei: Ah, y una cosa más. Si volvieras a cruzarte con Amber, no le digas que estoy enferma, ¿de acuerdo?
- Collei: Amber conoce mi historia y sabe que padezco eleazar, pero todavía no le he dicho que mi condición ha empeorado...
- Collei: No quiero que se preocupe demasiado. Cuando llegue el momento, se lo diré yo misma.
- Paimon: Está bien, no le diremos nada.
Sobre el döner kebab...
- Collei: ¿Te sorprende que el maestro sepa cocinar?
- Collei: Es hábil para la cocina, pero sus platos son un poco insulsos. Casi no usa condimentos, pero es solo porque tiene el sentido del gusto y del olfato muy desarrollados.
- Collei: La última vez que preparé döner kebab se me fue un poco la mano con las especias... El maestro se pasó todo el camino estornudando. Y claro está, yo me llevé una buena reprimenda.
Nos vemos, Collei.
- Collei: Nos vemos. Vuelve cuando quieras. Puede que el maestro no lo diga, pero estoy segura de que le gustaría verlos de nuevo.
- Paimon: ¡Yuju! ¡Por fin hemos llegado a la Ciudad de Sumeru!
- Paimon: ¿Viste eso? Al entrar en la ciudad, ¡a esa gente se le iluminó algo en la cabeza!
- Panah: Un momento, por favor. Parece que es la primera vez que visitan la Ciudad de Sumeru.
- Paimon: Así es, ¿cómo lo sabes?
- Panah: Porque no he encontrado información sobre ninguno de ustedes en el conmutador Akasha.
- Panah: Tranquilos, no es que no puedan entrar a la ciudad. Al contrario, la Academia de Sumeru otorga un dispositivo propio a todos los viajeros que visitan.
- Panah: ¿Han oído hablar del Akasha? Es el legado de la Reina Mayor Rukkhadevata, un acervo que reúne nuestro conocimiento.
- Panah: Tras cientos de años de arduo trabajo de investigación, la Academia fue capaz de crear este ingenioso dispositivo, el conmutador Akasha.
- Panah: Siempre y cuando estén dentro de las fronteras de Sumeru, podrán consultar el conmutador todas las veces que quieran para acceder al conocimiento que necesitan.
- Panah: Por desgracia, el conmutador Akasha tiene ciertas limitaciones. Funcionará mejor si están cerca de una ciudad grande como la Ciudad de Sumeru o Puerto Ormos.
- Paimon: Así que este es el dispositivo del que hablaba Tignari. Suena muy útil.
- Panah: Lo cierto es que la suerte está de su parte. Hasta hace poco, lo normal era ofrecer conmutadores Akasha a los viajeros después de pasar cierto tiempo en la nación. Pero la política ha cambiado. Todos los viajeros reciben uno durante su visita.
- Panah: Aquí tienen sus conmutadores Akasha. Cuiden bien de ellos.
- Paimon: Jeje, parece una hoja.
- Panah: Para activarlos, sosténganlos sobre la palma y reciten para sí mismos: "Que la gran diosa nos bendiga con su sabia voz".
- Paimon: Pues si este cacharro te permite acceder a una base de conocimiento, a lo mejor podemos usarlo para encontrar a la Reina Menor Kusanali. ¡Vamos a probarlo!
"Que la gran diosa nos bendiga con su sabia voz".
- Paimon: "Que la gran diosa nos bendiga con su sabia voz"...
- Paimon: ¡Guau! ¡Una bombilla se acaba de encender en la cabecita de Paimon y ahora ya sabe usar este cacharro! Parece que solo tenemos que concentrarnos en lo que queremos saber y nos dará la respuesta. ¡Pues sí que es útil!
- Panah: Así es. Ese es el poder del Akasha.
- Panah: Sin más preámbulos, ¡les doy la bienvenida a la Ciudad de Sumeru! Que la sabiduría de la Arconte Dendro guíe su camino.
- Paimon: Genial, ahora que ya hemos entrado, deberíamos consultar con el Akasha sobre la Reina Menor Kusanali. Deja que Paimon lo intente...
- Paimon: Hace quinientos años, los sabios encontraron una deidad recién nacida en medio de unas ruinas. Esa deidad ahora reside en el Santuario Surasthana... Humm, es más o menos lo que nos contó Collei.
- Paimon: Bueno, vamos a concentrarnos en encontrarnos con ella... Humm, Paimon no ve nada. El Akasha no responde a la pregunta de Paimon.
Tampoco ha funcionado conmigo.
- Paimon: ¡Oye! Concentrarse en esa pregunta es como cuando tienes algo en la punta de la lengua, pero no termina de venir a la mente.
- Paimon: *Suspira*, ahora Paimon está cansada...
Probaré con otra pregunta.
Tal vez pueda conseguir información de forma indirecta.
- Paimon: ¡Qué buena idea! ¿Y cómo lo vas a hacer?
Pensar: "¿Por qué el conmutador Akasha no tiene respuesta?".
(Una idea te cruza la mente. El conmutador Akasha no tiene por qué responder a cada pregunta de manera incondicional.)
(Incluso si muchas personas hacen la misma pregunta, el conmutador Akasha da una respuesta en función de la procedencia, edad, experiencia y otros factores de cada persona.)
- Paimon: ¿Será porque no somos de Sumeru y por eso no tenemos derecho a conocer la respuesta?
Pensar: "Reina Menor Kusanali".
(Algunos datos comienzan a cruzar tu mente, pero nada que no sepas ya.)
- Paimon: Así que ya somos dos. Paimon se queda más tranquila sabiendo que el problema no es solo suyo.
Pensar: "Reina Mayor Rukkhadevata".
(Cientos de pequeños puntos de luz aparecen en tu mente. Tal vez debas relajar la mente y concentrarte para poder entender lo que significan.)
(Sentimientos de afecto, cercanía, añoranza, tristeza y angustia te inundan la mente. Parece ser lo que la gente de Sumeru siente sobre la Arconte fallecida.)
- Paimon: Ay, a Paimon se le metió algo en el ojo... Parece que la gente de Sumeru echa mucho de menos a su Arconte.
- Paimon: Bueno, por más que lo intentemos, no hay forma de dar con respuestas sobre la Reina Menor Kusanali. *Suspira*, Paimon cree que deberíamos ir a ver al investigador del que nos habló Tignari.
- Paimon: Es de Sumeru y trabaja en la Academia, tal vez pueda conseguir más información del conmutador Akasha.
- (Visita a Rohawi)
- Paimon: Hola. ¿Eres Rohawi?
- Rohawi: En persona. ¿Puedo ayudarles en algo?
- Paimon: Verás, nos envía Tignari...
- Rohawi: ¡¿Dijiste "Tignari"?!
- Rohawi: ¡No digas más! Ya sé que el artículo que publiqué el mes pasado no fue mi mejor obra y que los datos no eran tan convincentes, pero...
Es un malentendido.
No estamos aquí para hablar de temas académicos.
- Paimon: Toma, Tignari te envía una carta.
- Rohawi: ¿Eh? Déjenme ver... Uf, menos mal. Casi se me sale el corazón por la boca del susto. Así que solo vienen en busca de información.
- Rohawi: Parece que incluso Tignari reconoce mi don innato para recabar información. Adelante, ¿qué quieren saber?
- Paimon: Queremos ver a la Reina Menor Kusanali, ¿sabes cómo podemos hacerlo?
- Rohawi: ¿Se refieren a la Arconte Dendro? Humm, esa no es precisamente mi especialidad. Veamos qué puedo encontrar en el Akasha...
- Rohawi: Lo siento, pero parece que no tiene respuesta para eso.
- Paimon: ¿Qué? ¿Tú tampoco? ¿No se suponía que eras un genio de la información? *Suspira*, Paimon estaba convencida de que esta vez obtendríamos más información.
- Rohawi: Bueno, les advertí que esa no era mi especialidad. Solo soy un investigador de medio pelo. Seguro que el conmutador Akasha no cree que alguien como yo tenga necesidad de saber dónde se encuentra la Arconte Dendro.
- Rohawi: Lo único que sé es que, desde que la Reina Menor Kusanali volvió a Sumeru, no ha salido del Santuario Surasthana ni ha hecho ninguna aparición pública.
- Paimon: Pues vaya... Paimon no se esperaba que fuera una figura tan misteriosa.
- Rohawi: La Arconte Dendro es algo reservada. Tal vez no quiera recibir visitas, y por eso el conmutador Akasha no difunde información al respecto.
- Paimon: ¿Y ahora qué hacemos?
- Rohawi: Bueno, solo es una suposición. Podrían preguntar por los alrededores. A lo mejor alguien sabe algo más.
- Rohawi: Además, deberían ver el lado positivo de todo esto. Puede que no ver a la Reina Menor Kusanali no sea tan malo.
- Rohawi: En este mundo siempre habrá preguntas para las que el conmutador Akasha no tenga respuesta y metas que no podamos cumplir. Es de sabios saber cuándo desistir.
- Rohawi: Fíjense en mi caso, por ejemplo. Tengo que exprimirme los sesos para publicar un artículo cada tres años, pero Tignari es capaz de publicar tres al año.
- Paimon: Pues gracias por... esa perla de sabiduría.
- Rohawi: Es un placer. Si alguna vez necesitan información sobre quién es quién en la Academia o sobre los Seis Sabios, no tienen más que venir a verme.
Así que tu especialidad son los cotilleos.
Así que tú eres el chismoso del lugar.
- Rohawi: Oigan, es conocimiento básico para la supervivencia en la Academia.
- Paimon: *Suspira*, Paimon no tenía muchas expectativas, pero esto ya es tocar fondo.
- Paimon: ¿Y ahora qué vamos a hacer? No conocemos a nadie aquí, ¿a quién vamos a preguntarle?
En realidad, sí que conocemos a alguien.
- Paimon: ¿Eh? ¿A quién?
¡Ad astra abyssosque!
- Paimon: ¡Guau, es cierto! ¡Katheryne! El Gremio de Aventureros tiene su propia red de información. ¡Pues en marcha!
- Rohawi: ¿Tienen alguna otra pregunta?
Sobre los Seis Grandes Sabios...
- Rohawi: El término "sabio" se usa para los investigadores de más alto nivel en la Academia. Desde su fundación, los Seis Sabios no solo son las mentes más brillantes de la Academia, sino también los representantes de las Seis Escuelas.
- Rohawi: De entre los Seis Grandes Sabios se elige a uno para ser el Gran Sabio y dirigir la Academia. Ahora mismo el puesto lo ocupa el líder de la Escuela de Iluminacionismo, el Gran Sabio Azar.
- Rohawi: Desde antaño, los Grandes Sabios han contribuido enormemente al florecimiento de Sumeru. Es gracias a ellos que gozamos de acceso al conmutador Akasha.
Sobre las relaciones entre los sabios...
- Rohawi: ¡Jaja, ya sabía yo que te interesaría ese tema!
- Rohawi: Aunque las Seis Escuelas se especializan en diferentes ámbitos de estudio, los Grandes Sabios suelen trabajar conjuntamente para todo lo relacionado con la Academia de Sumeru.
- Rohawi: El Gran Sabio Nafís es el director de la Escuela de Biología. Todo el mundo lo conoce por su terrible temperamento... A los investigadores nos inspira verdadero terror, pero es que hasta el Gran Sabio Azar le da cierta libertad.
- Rohawi: Aunque hace ya tiempo que no le vemos. Dicen que está absorto en un proyecto de gran importancia. Y menos mal, está tan ocupado que por fin he podido publicar un artículo.
Adiós.
- Rohawi: Nos vemos. Y no olviden mirar el lado positivo de las cosas, como yo.
- (Pídele ayuda a Katheryne del Gremio de Aventureros)
- Katheryne: ¡Ad astra abyssosque! ¡Saludos, viajero y Paimon!
- Paimon: ¡Katheryne! Necesitamos tu ayuda.
- Katheryne: No hay problema, el Gremio de Aventureros está a su servicio. ¿En qué puedo ayudarlos?
- Paimon: Katheryne, queremos ver a la Reina Menor Kusanali. ¿Tú sabes cómo podemos hacerlo?
- Katheryne: Así que quieren ver a la Arconte de Sumeru... Humm, denme un momento.
- Katheryne: Lo siento, no he hallado respuesta en el Akasha. Y tampoco encuentro información relacionada en mi memoria.
- Paimon: Otro callejón sin salida. Pues si Katheryne no puede ayudarnos, a Paimon no se le ocurre nadie más.
- Katheryne: No se preocupen. Tal vez sepa de alguien que pueda ayudarles.
- Katheryne: El Gremio de Aventureros no es la organización a la vanguardia en cuanto a información. En su lugar, hay varios grupos activos de mercenarios, conocidos en conjunto como "Los Eremitas".
- Katheryne: Llevan a cabo todo tipo de encargos, así que trabajan por toda Sumeru. De ahí que posean información privilegiada.
- Katheryne: Precisamente tienen una facción asentada aquí en la Ciudad de Sumeru, el Regimiento de Los Treinta. No solo son una de las facciones más antiguas, sino que también se encargan de controlar y administrar los asuntos del resto de las facciones.
- Paimon: ¿"El Regimiento de Los Treinta"? Qué nombre más raro...
- Katheryne: Por lo visto se hacen llamar así porque ese era el número de miembros al ser fundado.
- Katheryne: El Gremio de Aventureros tiene buena relación con uno de los asesores del Regimiento de Los Treinta, el Sr. Asfand. Ya está retirado, pero sigue siendo una figura de peso en los círculos de mercenarios.
- Katheryne: Si les interesa, pueden encontrarlo en la sede del Regimiento de Los Treinta: la Ciudadela Regzar.
¡Eres la mejor, Katheryne!
- Katheryne: Jaja, no es nada. ¡Les deseo la mejor de las suertes! El Gremio de Aventureros espera con ansias ser testigo de sus aventuras en Sumeru.
- (Dirígete a la Ciudadela Regzar y busca a Asfand)
- Asfand: ¡Bienvenidos! El Gremio de Aventureros me informó de que vendrían.
- Paimon: Es un placer, Sr. Asfand. Verá, tenemos un par de preguntas que hacerle.
- Le explican el porqué de su visita.
- Asfand: Ya veo, así que los envía Katheryne.
- Asfand: Jeje, Los Eremitas cuentan con una amplia red de información, pero me temo que ni siquiera yo puedo ayudarles.
- Paimon: ¿Qué? ¿Eso es todo?
- Asfand: Jaja, me temo que sí. Los Eremitas no son muy religiosos que digamos, así que nuestra información no suele tratar sobre divinidades. En cuanto al Akasha, me temo que obtenemos menos información incluso que ustedes.
- Asfand: Nosotros procedemos del desierto. Los dioses de allí murieron hace mucho tiempo. Desde entonces, Los Eremitas hemos salido adelante nosotros solos. No le pedimos ayuda a ningún dios.
- Asfand: Y no solo somos nosotros, ¿saben? Son muchos aquí en Sumeru los que sienten poco o cero interés por la Reina Menor Kusanali.
- Paimon: ¿Y eso por qué?
- Asfand: Tomen a la Academia, por ejemplo. Yo diría que son ellos los que de verdad llevan las riendas de Sumeru. Ellos sí que creen en los dioses, pero la mayoría solo veneraban a la Reina Mayor Rukkhadevata.
- Asfand: Para ellos, ella es quien fundó Sumeru y nos concedió el Akasha. La Reina Menor Kusanali solo heredó el título.
- Asfand: Es por eso que la mayor parte de la gente sabe más sobre la Reina Mayor Rukkhadevata y la aprecian más.
- Asfand: Por no mencionar que la Reina Menor Kusanali no aparece en público y la Academia no suele mencionarla. Para los habitantes de Sumeru, ella merodea por ahí, pero eso es todo.
- Paimon: ¿De verdad? Humm, pues Paimon siente mucha lástima por ella.
- Asfand: Jaja, bueno, ¿quién sabe? Son solo suposiciones. Además, no creo que a la Diosa de la Sabiduría le preocupe mucho su reputación entre simples mortales.
- Paimon: Bueno, muchas gracias por la información, Asfand.
- Asfand: No hay problema, pequeña. Es un gusto poder ayudar al Gremio de Aventureros.
- (Busca a La Damisela)
- Paimon: *Suspira*, parece que Asfand tenía razón sobre la actitud de la gente aquí.
- Paimon: No sienten el menor interés por la Arconte Dendro y no dejan de repetir: "Si el Akasha no cree que deba saberlo es que no debo saberlo".
- Paimon: No hemos dejado de preguntar desde que llegamos a Sumeru, pero cuanto más preguntamos, menos sabemos.
- Paimon: ¿Es que no hay una sola persona en la Ciudad de Sumeru que se preocupe por la Reina Menor Kusanali?
- Dunyarzad: ¿Eh? ¿Quieren saber acerca de la Reina Menor Kusanali?
- Paimon: ¿Eh? ¿Y tú quién eres?
- Dunyarzad: Parece que son forasteros que acaban de llegar a Sumeru. Están buscando información sobre la Reina Menor Kusanali, ¿verdad?
- Dunyarzad: Oh, lo siento, olvidé presentarme. Soy Dunyarzad, ¡una gran devota de la Reina Menor Kusanali!
- Paimon: ¿En serio? ¿Sabes cómo podemos vernos con ella?
- Dunyarzad: Eso sí que no lo sé, pero los escuché preguntar por la Arconte Dendro y recordé la antigua leyenda.
¿Qué leyenda?
¿Podrías contárnosla?
- Dunyarzad: Claro. *Ejem*, cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo llegó a oídos de un hombre una profecía que predecía que un desastre se cernía sobre él.
- Dunyarzad: Temeroso como estaba ante su inminente destino, el hombre decidió pedir ayuda a la Arconte Dendro para que le confiriese la fuerza para remediar su situación.
- Dunyarzad: El hombre emprendió un largo viaje a través de bosques y desiertos e hizo frente a todo tipo de obstáculos, pero no halló rastro alguno de la Arconte Dendro.
- Dunyarzad: Desesperado, un pensamiento no dejaba de repetirse en su mente: "¡La Arconte me ha abandonado!". Así pues, aquel pobre hombre no tuvo más remedio que resignarse a su destino.
- Paimon: ¿Y qué pasó después?
- Dunyarzad: ¡El desastre se cernió sobre él! Sin embargo, fortalecido tras el camino que había emprendido, el hombre encontró en sí mismo la fuerza para confrontar las adversidad.
- Dunyarzad: Fue entonces cuando un pajarillo se posó sobre su hombro. Aquel animalito era la mismísima Arconte Dendro, y le dijo:
- Dunyarzad: "Tú que buscas a la Arconte, ¿ahora lo entiendes? Ella y su sabiduría han estado siempre contigo".
- Dunyarzad: "Tú que anhelabas mi sabiduría, ¿ahora ves que estuve contigo en cada piedra del camino, en cada flor y en cada rayo de sol, en cada soplo de viento sobre tu rostro? Mientras no dejes de reflexionar, estaré allá donde tu destino te lleve".
Qué gran historia.
- Paimon: ¡Sí, muchas gracias por la historia! ¡Ahora Paimon siente una calidez maravillosa en su corazoncito!
- Dunyarzad: Jeje, de alguna forma esa historia es también un avatar de la Arconte Dendro.
- Paimon: Dunyarzad, ya que eres una devota de la Reina Menor Kusanali, ¿podrías hablarnos de ella?
- Dunyarzad: Claro que sí. Por ejemplo, ¿sabían que...?
- Dunyarzad: ¡Ah! Oh, lo siento, resulta que tengo un asunto pendiente. ¡Ya hablaremos otro día!
- Paimon: ¿Eh? ¡Espera! ¿Qué acaba de pasar?
Tal vez tenga que ver con esos tipos.
- Paimon: Parece que estén buscando a alguien. Dunyarzad de repente se veía muy nerviosa, ¿crees que andan detrás de ella?
- Paimon: ¡Qué mala suerte! Con lo que nos ha costado encontrar a alguien que sepa algo de la Reina Menor Kusanali. ¡No podemos dejar que lo estropeen!
- Paimon: Vamos a ahuyentarlos, ¡y luego vayamos a buscar a Dunyarzad!
- (Ayuda a Dunyarzad a despistar a sus perseguidores)
- Muruwa: ¡Hola! ¿Han visto a una jovencita con el pelo castaño? Lleva una blusa morada y una falda larga con tonos azules. La estamos buscando.
- Paimon: ¿Llevaba una venda alrededor de las muñecas?
- Muruwa: ¡Sí, tiene que ser ella! ¿Saben por dónde se fue?
- Paimon: ¡Sí, se fue por allí!
- Muruwa: Vamos, ¡tras ella!
- Paimon: Eso debería mantenerlos ocupados por ahora. Vayamos a buscar a Dunyarzad.
- (Alcanza a Dunyarzad)
- Paimon: Ahí estás, Dunyarzad. Pensábamos que ya te habrías ido.
- Dunyarzad: ¡Ah! Son ustedes. Qué susto.
- Paimon: No te preocupes, los enviamos en otra dirección.
- Dunyarzad: ¿De verdad? Gracias de todo corazón. Aunque... creo que hay más de esos tipos buscándome.
- Dunyarzad: Ah, parece que viene alguien...
- Paimon: ¿Eh? ¿Más soldados? ¿Y qué hacemos aquí parados? ¡Corran, insensatos!
- Dunyarzad: No, por favor... No estoy en mi mejor momento, no puedo correr.
Escondámonos en algún lugar.
- Dunyarzad: Buena idea. Hay una taberna cerca del puerto que servirá. No creo que nos busquen allí.
- Paimon: Bien, nosotros te cubrimos. Si vemos a alguien buscándote, te avisaremos.
- Muruwa: ¡Qué raro! ¿A dónde habrá ido? No ha podido llegar muy lejos.
- Hamasa: No podemos volver con las manos vacías. Seguiré preguntando.
- (Entra en la taberna)
- Dunyarzad: Uf, por fin hemos llegado. No creo que nos encuentren aquí. ¡Alto ahí, Dehya!
- Dehya: Señorita, ¿quiénes son estos dos?
- Dunyarzad: Son forasteros que acabo de conocer. Se dieron cuenta de que me estaban persiguiendo, así que me ayudaron a esconderme.
- Dehya: Comprendo. En ese caso, deberían marcharse. No tienen nada que hacer aquí.
- Paimon: ¡Oye! ¿Y tú quién eres para echarnos así?
- Dehya: Soy la guardaespaldas personal de la Srta. Dunyarzad. Es mi responsabilidad asegurarme de que vuelva sana y salva.
- Dehya: Señorita, deberíamos irnos. Lleva tanto tiempo fuera que sus padres deben estar muertos de preocupación.
- Dunyarzad: ¿Y si me niego a ir?
- Dehya: Sería mucho más fácil si cooperase, señorita. Pero, si se niega, estoy dispuesta a llevarla de vuelta cual saco de papas.
- Paimon: ¡Oye, abusona! Dunyarzad ya ha dicho que no quiere ir. ¿Quién eres tú para obligarla?
- Dehya: No se metan en esto, no lo entenderían.
- Dehya: Lo siento mucho, señorita. Puede que sea su guardaespaldas, pero trabajo para sus padres y debo responder ante ellos.
- Dunyarzad: ¿Cuánto?
- Dehya: ¿Disculpe?
- Dunyarzad: ¿Cuánto tengo que pagarte para que dejes de hacer lo que digan mis padres y trabajes para mí? ¿El doble? ¿El triple? Si me das un poco de tiempo, te conseguiré todos los Moras que quieras.
- Dehya: Señorita, no se trata de dinero.
- Dehya: *Suspira*, no sé qué opinión tiene de Los Eremitas, pero le diré una cosa: por mucho que me guste el dinero, no puedo ir en contra de mis principios.
- Dehya: Por eso estoy aquí. No solo porque sea una orden directa, sino porque personalmente creo que es lo correcto.
- Dehya: Está muy débil, señorita, y sin embargo sigue corriendo de un lado a otro. Piense en sus seres queridos. No sea tan terca.
- Dunyarzad: Te equivocas. Tengo muy claras mis limitaciones y sé perfectamente lo que estoy haciendo. Los únicos que se resisten a aceptarlo son mis padres.
- Dunyarzad: ¡Son plenamente conscientes de que quedarme en casa no hará que mejore mi situación! ¡Se niegan a ver la realidad!
- Dunyarzad: Cada vez que menciono el tema, se niegan a escucharme. Dehya, llevas mucho tiempo con nosotros. Ya deberías saberlo.
- Dehya: ...
- Dunyarzad: Dehya, créeme, sé que no es fácil para ellos y les estoy eternamente agradecida por lo que han hecho por mí, pero hay alguien más con quien estoy en deuda.
- Dunyarzad: Ella me salvó y siento por ella el mismo cariño que siento por mis propios padres.
- Dunyarzad: Estamos hablando de mi vida. Esta es mi última oportunidad para hacer que valga la pena haberla vivido.
- Dehya: Señorita, ¿está segura de que lo que está haciendo vale la pena?
- Dunyarzad: Lo estoy. Al menos para mí.
- Dehya: *Suspira*, está bien. No insistiré en que vuelva a casa.
- Dehya: Pero que quede claro: no lo hago porque esté de acuerdo con usted, sino porque admiro su determinación.
- Dunyarzad: ¡Muchas gracias, Dehya! Lo siento si te ofendí. Estaba muy nerviosa y... traer a colación el dinero fue muy maleducado de mi parte.
- Dehya: No importa, señorita. Es verdad que me gustan los Moras. Además, ese es nuestro próximo tema de conversación.
- Dehya: El espectáculo de hoy no ha dejado a nadie indiferente. Han desplegado a todos los guardaespaldas. No será fácil ocultárselo a su padre.
- Dehya: Estoy segura de que esta no será la última vez que se escape, así que creo que debería esforzarse por fingir que su habitación y sus cosas están en orden antes de volver a salir. Tampoco vendría mal que tuviera a alguien que pudiera cubrirla durante sus escapadas.
- Dehya: Así que ¿por qué no me contrata, señorita? Todos salimos ganando. En cuanto al sueldo... Creo que la mitad de lo que me paga su padre sería un precio justo. Podemos acordar los detalles cuando vuelva a casa.
- Dunyarzad: Tenemos un trato.
- Paimon: ¡Yuju! Parece que al final han llegado a un acuerdo.
- Dunyarzad: Humm...
Dunyarzad, ¿estás bien?
- Dunyarzad: Jaja, estoy bien. Solo un poco cansada ahora que todo se ha calmado un poco...
- Dehya: Señorita, no se haga la dura. Ya que estamos en una taberna, ¿por qué no descansamos y comemos algo?
- Dunyarzad: Siento haberlos preocupado. Si les parece bien, pueden sentarse con nosotras.
- Paimon: ¡Claro que sí! Ya nos contarás más sobre la Reina Menor Kusanali cuando repongas fuerzas.
- Sharaf: Disculpe, señor. ¿Ha visto a una chica con el pelo castaño y viste una blusa morada y una falda azul?
- Aftab: ¿Eh? ¿Qué dices? Ah, sí, ¡tengo una nieta!
- Sharaf: No te he preguntado eso. ¡Te digo que si has visto pasar a una chica!
- Aftab: Sí, sí, se fue a Puerto Ormos con sus padres. Hace tiempo que no la veo.
- Sharaf: *Suspira*...
- (Descansa en la taberna)
- Lambad: ¿Eh? Mira a quién tenemos aquí. Dehya, hacía tiempo que no te veía.
- Lambad: He oído por ahí que ahora trabajas de guardaespaldas para la familia Homayani. ¿No decías que te parecía un trabajo tedioso?
- Dehya: Bah, a todo se acostumbra uno. ¡La carta!
- Lambad: A la orden. ¿Eh? Pero si es la pequeña Srta. Homayani. No todos los días recibimos clientes de tal talla. ¡Me aseguraré de que les sirvan los mejores platos!
- Dunyarzad: Se lo agradezco, pero no es necesario. No llevo muchos Moras encima y preferiría no gastar más de lo necesario.
- Dunyarzad: Ah, pero sírvale lo mejor a ellos. Son mis nuevos amigos y tengo que ser una buena anfitriona.
No te preocupes, cualquier cosa nos viene bien.
- Paimon: ¡Exacto! Ya te estamos muy agradecidos por todo lo que nos has contado de la Reina Menor Kusanali.
No podría aceptarlo. Deja que pague yo.
- Paimon: ¿Qué dijiste? ¿Pagamos nosotros? Oh... Paimon quería pedirse algo delicioso, pero no nos sobran los Moras precisamente.
- Lambad: Entonces, ¿por qué no prueban los panecillos de coco carbonizados? Son la especialidad de la casa y son aptos para todos los bolsillos. Miren, esos clientes también se los han pedido.
- Paimon: Puaj, parecen un poco secos y negruzcos... Paimon perdió el apetito.
¿Tú, siendo quisquillosa?
- Paimon: ¡Oye! ¡Paimon también tiene paladar!
Pero si te he visto comer Slimes...
- Paimon: ¡¿Y qué tienen de malo mis platos de Slime?!
- Tras pedir la comida, vuelven a charlar sobre la Reina Menor Kusanali...
- Paimon: Sabes, Dunyarzad, le preguntamos a mucha gente sobre la Reina Menor Kusanali cuando llegamos a la ciudad, pero no parecían interesados en saber de ella. ¿Cómo es que tú sí eres devota?
- Dunyarzad: ¿Recuerdas cuando me preguntaron cómo ver a la Arconte Dendro? No lo sé, pero sí que la he visto antes.
- Paimon: ¿Eh? ¿De verdad?
- Dunyarzad: Sí. Fue cuando era pequeña. Estaba muy enferma, así que me pasaba la mayor parte del tiempo tumbada en la cama.
- Dunyarzad: Mis padres hacían todo lo posible por encontrar una cura. Yo tenía que quedarme en casa y no podía trabar amistad con los otros niños. Ni siquiera el Akasha tenía información útil.
- Dunyarzad: Yo ya no tenía sueños o esperanza alguna. Una vez, tenía tanta fiebre que estuve seminconsciente durante varios días.
- Dunyarzad: Entonces, una noche me desperté a solas en la habitación. Estaba aterrorizada, pero no podía moverme. Por más que llorara, no salía ningún sonido de mi boca.
- Dunyarzad: Y entonces escuché una voz en la cabeza que me decía: "No tengas miedo, Dunyarzad. No llores más".
- Nahida: No tengas miedo, Dunyarzad. No llores más.
- Dunyarzad: ¿Quién eres tú? ¿Cómo sabes mi nombre?
- Nahida: Humm, ¿cómo podría explicártelo? Tal vez no seas capaz de comprenderlo, pero yo lo sé todo sobre ti.
- Dunyarzad: ¿En serio?
- Nahida: Por supuesto. Sé que te asustan los truenos, que odias tomarte la medicina cada mañana y que disfrutas contando los pétalos en la falda de tu madre.
- Dunyarzad: Guau, pues sí que lo sabes todo.
- Nahida: Dunyarzad, ¿tienes algún deseo?
- Dunyarzad: ¿Deseo? No realmente... No puedo ir a ningún lado, ni hacer nada.
- Nahida: Pero eres una niña. Todos los niños tienen deseos. Dime qué deseas y tal vez pueda hacerlo realidad.
- Dunyarzad: Entonces... ¿podrías curarme?
- Nahida: Lo siento... Con mi poder actual, me temo que no podría.
- Dunyarzad: Entonces, ¿podrías ser mi amiga?
- Dunyarzad: Entonces escuché como aquella voz decía: "Muy bien, seré tu amiga".
- Dunyarzad: Lo pasé muy mal aquellos días, pero la voz no dejó de repetirme que todo iría bien, y me contó muchas historias interesantes.
- Dunyarzad: Me contó que más allá de mi ventana estaba la bulliciosa Ciudad de Sumeru, y más allá había un gran y frondoso bosque, y más allá del bosque estaba el Muro de Samiel, y aún más allá quedaba el resto de Teyvat...
- Dunyarzad: Cuando por fin superé la enfermedad, ya no pude volver a escuchar la voz. Cuando se lo conté a mi madre, me dijo que había sido un sueño.
- Dunyarzad: Pero yo sé que aquello no fue fruto de mi imaginación. Hasta aquel momento yo nunca había oído hablar de "Teyvat".
¿Crees que era la Arconte?
¿Crees que era la Reina Menor Kusanali?
- Dunyarzad: ¡Exacto! ¡Tuvo que ser ella!
- Dunyarzad: Si no hubiese sido por aquella voz, yo no habría sentido tanto interés por el mundo que había más allá de mi ventana, ni habría aprendido a disfrutar de la lectura.
- Dunyarzad: Aquella voz despertó en mí el anhelo de conocimiento. Tuvo que ser la voz de la Arconte.
- Dunyarzad: Aún sigo esperando que llegue el día en que pueda agradecérselo. ¡De hecho, hoy me escabullí para ayudar con las preparaciones del Día del Sabzeruz!
- Paimon: ¿Qué es el Día del Sabzeruz?
- Dunyarzad: Es el cumpleaños de la Reina Menor Kusanali. Coincide con el día en que los sabios la encontraron.
- Dunyarzad: Originalmente, es un festival antiguo que celebra el cumpleaños de la Reina Mayor Rukkhadevata. Tras su muerte, el festival pasó a celebrar el nacimiento de la Reina Menor Kusanali.
- Dunyarzad: Dicen que la gente no cabía en sí de gozo cuando la trajeron de vuelta a Sumeru. Por aquel entonces, el festival se celebraba por todo lo alto.
- Dunyarzad: Pero con el paso del tiempo, debido a la influencia de la Academia, la gente dejó de celebrar el festival.
- Dunyarzad: La Academia participa activamente en todas las celebraciones dedicadas a la Reina Mayor, pero cuando se trata del Día del Sabzeruz, es como si no existiera. No desembolsan ni un solo Mora.
- Dunyarzad: Tal vez sea porque el nacimiento de la Reina Menor es la confirmación de que la Reina Mayor ya no está entre nosotros, así que se niegan a celebrarlo.
- Paimon: ¡Hum! ¡Eso es horrible!
- Dunyarzad: Pues, sí. ¡Lo es!
- Dunyarzad: Es verdad que la Reina Mayor fundó Sumeru, pero la Reina Menor lleva cientos de años cuidando de su pueblo en silencio, ¿o no?
- Dehya: *Ejem*, no olviden que no estamos solos aquí. Deberían bajar un poco la voz...
- Dunyarzad: Sé que la gente del Gran Bazar aún celebra el Festival Sabzeruz, pero no sabía nada de ellos hasta ahora, así que no pude hacer nada para ayudar.
- Dunyarzad: ¡Pero hace poco conocí a una chica que vive allí y que también es una gran devota de la Arconte!
- Dunyarzad: Por eso le di todos mis ahorros para que pudiese organizar el festival de este año. Es lo mínimo que puedo hacer por la Reina Menor Kusanali.
- Dehya: Un momento. Señorita, esa chica no será Nilou, ¿o sí? La que envía flores a su hogar.
- Dunyarzad: Sí, es ella.
- Dehya: Vi como se marchaba el otro día con una expresión nerviosa. Me dio la impresión de que llevaba algo escondido en los brazos. ¿Usted le dio algo?
- Dunyarzad: Bueno, verás... Es que no preparé suficientes Moras, así que le di uno de mis vestidos para que lo vendiera.
- Dunyarzad: De hecho, he quedado con ella hoy en el Gran Bazar para ver cómo van los preparativos. Dehya, ¿te gustaría acompañarme?
- Dehya: No me queda otra opción. El Gran Bazar queda muy lejos. La llevaré a cuestas.
- Dunyarzad: No hace falta. Eso sería pedirte demasiado.
- Dehya: Créame, señorita, será mejor si la cargo yo. Si va a pie, ¡no llegaremos jamás! Además, si llegara a ocurrirle algo, su padre jamás me lo perdonaría.
¿Podemos acompañarlas?
- Dunyarzad: ¡Claro que sí! ¡Seguro que Nilou se pondrá muy contenta al saber que ustedes también son devotos de la Arconte Dendro!
- (Dirígete al Gran Bazar)
- Dunyarzad: Lo siento, Nilou, llego tarde.
- Nilou: ¡Dunyarzad! Tardaste tanto que ya pensaba que no ibas a venir. ¡Estaba convencida de que te habrían encerrado en casa otra vez!
- Nilou: ¿Eh? ¿Qué hace Dehya aquí? No me digas que te ha puesto las manos encima.
- Dunyarzad: Algo así, ¡pero ya es asunto arreglado! Ahora está de nuestra parte.
- Dehya: ¡Ja! No del todo.
- Nilou: ¿Eh? ¿Y quiénes son estos dos?
- Dunyarzad: Ah, son Viajero y Paimon. Son mis nuevos amigos. Acaban de llegar a Sumeru y quieren saber más sobre la Reina Menor Kusanali.
- Nilou: ¿Así que son forasteros devotos?
¡Así es!
- Nilou: ¡Qué bien! ¡Pues nos se pueden perder el Festival Sabzeruz!
En realidad, no somos devotos.
- Nilou: ¿En serio? Bueno, no importa. ¡Aun así son bienvenidos a participar en el Festival Sabzeruz!
- Nilou: Por cierto, Dunyarzad, como verás, ya hemos empezado a decorar el Gran Bazar. Luce espectacular, ¡todo gracias a tu generosa contribución!
- Dunyarzad: No tienes que agradecérmelo. Es lo único que puedo hacer. ¿Aún tienes suficientes Moras?
- Nilou: Yo diría que sí... Pero no te preocupes. ¡Ya hemos terminado de renovar el escenario! Vengan, les mostraré cómo quedó.
- (Sigue a Nilou hasta el escenario)
- Paimon: ¡Por Los Siete! Esto es increíble.
- Dehya: No está mal, ¿verdad? La última vez que estuve aquí, las escaleras estaban llenas de hoyos.
- Nilou: ¡Lo de las escaleras no es nada! Hace poco descubrí que el árbol de ahí arriba tenía un trozo de tronco seco a punto de caerse. ¡Al Sr. Zubayr casi le da un infarto al enterarse!
- Nilou: Informamos a la Academia en numerosas ocasiones, pero no enviaron a nadie para arreglarlo. Era un verdadero peligro, así que estábamos pensando en cancelar todas las actuaciones.
¿Por qué no vinieron a arreglarlo?
- Dehya: Supongo que porque era una petición del teatro.
- Nilou: Los de la Academia menosprecian a los que nos dedicamos al arte. Les encantaría vernos bajar el telón para siempre.
- Nilou: Pero no dejaremos que eso pase. Si cerráramos el teatro, no solo no tendríamos oficio ni beneficio, tampoco podríamos celebrar el Festival Sabzeruz.
- Nilou: ¡Que la Arconte te lo pague, Dunyarzad! Con los Moras que donaste pudimos traer a alguien para que arreglara el tronco y darle una restauración muy necesaria.
- Nilou: ¡Cuando llegue el festival, estará aún más bonito! ¡No puedo esperar a que lo vean!
- Dunyarzad: ¡Y yo estoy deseando verte sobre el escenario! Llevas tanto tiempo ensayando para el Festival Sabzeruz... ¡Por fin podrás hacer realidad tus sueños!
- Nilou: ¡Dirás nuestros sueños! Intentaré hacer lo mejor por las dos.
- Paimon: Nilou, ¿qué tienes preparado para este festival?
- Dunyarzad: Va a interpretar la danza Sabzeruz. Es la actuación más importante de todo el festival.
- Nilou: Dunyarzad, ¿ya les contaste el significado del festival?
- Dunyarzad: Solo les he hablado un poco de la Reina Mayor y la Reina Menor.
- Nilou: Bien, entonces les explicaré cómo surgió el festival.
- Nilou: Cuenta la leyenda que en un principio el festival era conocido como "Día del Sabzeruz" y era la celebración de la Diosa de las Flores en honor a la Reina Mayor.
- Nilou: Hace mucho, mucho tiempo, durante un cumpleaños de la Reina Mayor Rukkhadevata, sus amigos llevaron a cabo un banquete en celebración.
- Nilou: Algunos de los dioses se embriagaron. Uno de ellos empezó a tocar música y Rukkhadevata empezó a cantar. Al oírla, la Diosa de las Flores comenzó a bailar.
- Nilou: Mientras bailaba, orquídeas padishá florecían allá donde pisaba.
- Nilou: El hermoso brillo de aquellas flores malvas la acompañaba durante sus evocadores pasos. Los dioses vitoreaban a su alrededor: "Si pudiese detener el tiempo en este instante"...
Parece que se lo pasaban realmente bien.
- Nilou: Así es. A pesar de que, al hablar de dioses, la gente solo recuerda la Guerra de los Arcontes, aquí en Sumeru las divinidades también vivieron épocas muy felices.
Da una sensación un tanto agridulce.
- Nilou: ¿Eh? ¿Eso crees? Ah, ya veo. Debes estar pensando que todos esos dioses han fallecido.
- Nilou: Puede que ya no estén con nosotros, pero su recuerdo pervive en nuestras tradiciones y nuestros bailes. Por ejemplo, fíjate en mi vestuario. Dicen que está hecho a partir de la imagen de la Diosa de las Flores.
- Nilou: No somos más que seres insignificantes comparados con los dioses, pero aún debemos esforzarnos para que la cumpleañera se sienta amada en su día.
- Dunyarzad: Nilou, no hay mejor persona que tú para transmitirle nuestros buenos deseos a la Arconte Dendro. He visto que has preparado orquídeas padishá para decorar los alrededores del escenario.
- Nilou: Bueno, son el símbolo más representativo de la Diosa de las Flores. Es una verdadera pena que las auténticas orquídeas padishá desaparecieran del mundo junto a ella.
- Dunyarzad: Así es. La Reina Mayor Rukkhadevata creó las orquídeas padishá actuales en memoria de la Diosa de las Flores, pero ni siquiera ella pudo reproducir fielmente la belleza de sus destellos malvas.
- Nilou: Cuánto desearía haber podido ver a la Diosa de las Flores interpretar su danza...
- Nilou: Si mi escenario luciera como el de aquel entonces... En realidad, me bastaría con solo dos orquídeas padishá.
- Nilou: En fin... Viajero, Paimon, ¿qué dicen? ¿Vendrán al Festival Sabzeruz?
- Dunyarzad: Todos los seguidores de la Reina Menor Kusanali asistirán al cumpleaños. Sería una gran oportunidad para aprender más sobre ella.
- Paimon: ¡Sí! ¡Paimon cree que es una gran idea!
¿Y no será que lo dices porque quieres divertirte?
- Paimon: ¿Y qué tiene de malo divertirse en un festival? Si la gente se divierte en su cumpleaños, seguro que la Reina Menor Kusanali se pondrá muy contenta.
Quieres ver a Nilou bailar, ¿cierto?
- Paimon: ¡Claro que sí! ¿Acaso esas dos opciones son excluyentes?
- Dunyarzad: Jeje, ¿y por qué no vamos todos juntos?
¡Es una promesa!
- Nilou: Dunyarzad, ven. Te enseñaré las decoraciones que hemos preparado. Viajero, Paimon, si no les interesa mucho, pueden explorar la zona.
- Nilou: Todos en el Gran Bazar adoran a la Reina Menor Kusanali y esperan con ansias celebrar el Festival Sabzeruz.
- Paimon: ¡Yuju! Entonces iremos a dar una vuelta.
- (Date una vuelta por el Gran Bazar)
- Dunyarzad: Nilou, ¡estás preciosa! Hay algo diferente en ti esta vez.
- Nilou: Jeje, eso es porque le he hecho un par de retoques a mi vestido para el Festival Sabzeruz. ¿Lo ves?
- Dunyarzad: ¡¿Lo has cosido tú misma?!
- Nilou: Así es. Todos los artistas en el teatro saben coser. Es una habilidad indispensable para preparar los trajes. ¿Sabes? El Sr. Zubayr no solo sabe coser, también se encarga de preparar el atrezo.
- Nilou: Jaja, se te van los ojos detrás de la corona. ¿Te gustaría probártela?
- Dunyarzad: ¿Puedo?
- Nilou: ¡Claro que sí! Las leyendas dicen que la Diosa de las Flores tenía unos preciosos cuernos en la cabeza. Hicimos esta corona para representarlos. ¡Vaya, Dunyarzad! ¡Estás preciosa con la corona! Es como si estuviera viendo a la mismísima reencarnación de la Diosa de las Flores.
- Dehya: No debe haber sido fácil reparar el escenario. ¡Estoy segura de que el Festival Sabzeruz de esta ocasión será digno de recordar!
- Dehya: No sé mucho del Gran Bazar, pero sé que la gente siente verdadera fascinación por el canto y el baile. Jeje, precisamente las dos cosas que más detestan en la Academia.
- Dehya: Ah, y aquí los perfumes son de gran calidad. No los encontrarán en ningún otro lugar. Los aromas duran bastante tiempo y no dañan la piel...
- Dehya: *Ejem*, bueno, ¡eso es lo que dice la gente!
- Kumari: Guau, ¿y esa melena rubia? ¡Y qué ropa tan curiosa! Tú no eres de por aquí, ¿verdad?
- Kumari: ¿Sabes? El Festival Sabzeruz está a la vuelta de la esquina. Habrá un montón de pasatiempos, ¡pero lo mejor es que el Caballero de las Flores repartirá caramelos para todos!
- Shrimati: Ah... el baile en el Festival Sabzeruz... ¿Sabes? Yo solía bailar cuando era joven.
- Shrimati: Recuerdo que una vez le pregunté a mi abuelita por qué bailábamos en honor a la Reina Menor la misma danza que bailábamos para la Reina Mayor.
- Shrimati: Mi abuela me dijo que la Reina Mayor Rukkhadevata era una diosa de gran corazón apreciada por todos, y que la Reina Menor Kusanali también lo es. ¡Me dijo que si la Diosa de las Flores hubiera conocido a la Reina Menor habría deseado ser su amiga y habría llevado a cabo celebraciones en su honor!
- Shrimati: Pero parece que el Festival Sabzeruz ha perdido su renombre con el paso de los años. Aunque dicen que este año una joven adinerada ha financiado el festival. De ahí que se vaya a celebrar por todo lo alto.
- Farhad: Hay grandes expectativas para este año. No solo participará la gente del Gran Bazar, sino que también vendrá gente de otras partes de la ciudad a comprar artículos.
- Farhad: Que no te engañen diciendo que la Ciudad de Sumeru lo tiene todo. Muchos de los aperitivos que se comerán ese día son exclusivos del Gran Bazar.
- Farhad: ¡Y también tenemos los mejores músicos, cantantes y bailarines! Puede que a los de la Academia no les guste, ¿pero qué sería un festival sin música y danza?
- (Habla con Katheryne)
- Paimon: Eh, ¿esa no es quien Paimon cree? Es... ¡Katheryne!
- Katheryne: ♪ La, la, la. ♪
- Paimon: Humm, pensándolo bien, Paimon solo tiene la imagen de Katheryne de pie tras el mostrador del Gremio de Aventureros. No cree que la haya visto nunca descansando.
- Paimon: Katheryne...
- Katheryne: ¿Sí? Oh, pero si son Paimon y Viajero. ¿Qué tal?
- Paimon: Guau, Katheryne suena mucho más relajada que de costumbre durante su hora de descanso. ¡Paimon ya estaba esperando un "ad astra abyssosque" o algo así!
- Katheryne: Bueno, es que para hacerse cargo del mostrador no hace falta ninguna habilidad especial.
- Katheryne: Pero decir lo mismo una y otra vez acaba por aburrir a la gente. Es como ver una kinografía de Fontaine una y otra vez.
- Katheryne: Es igual que lo que hacen ustedes. Viajan por todo Teyvat para enriquecer sus vidas y sus experiencias.
- Paimon: Humm, sí que disfrutamos viajando por Teyvat y eso, pero en realidad solo estamos buscando a su hermana.
- Katheryne: Y no deben dejar de buscar. A veces las respuestas no están en el destino, sino a lo largo del camino.
- Paimon: Humm, creo que eso ya lo hemos escuchado antes. Bueno, ¿y qué te trae por aquí, Katheryne?
¿A ti también te gusta el Festival Sabzeruz?
- Katheryne: No, no es eso. Estoy más bien disfrutando del ambiente. Si un festival es capaz de traer tanta felicidad a la gente, entonces es que tiene un buen motivo para celebrarse.
- Katheryne: Humm, creo que debería volver ya...
- Paimon: ¡Entonces nos vemos pronto en el Gremio de Aventureros! Por cierto, muchas gracias por presentarnos a Los Eremitas. ¡Gracias a ti hemos hecho nuevos amigos en Sumeru!
- Katheryne: Estoy segura de que encajarán perfectamente con la gente de la ciudad. Al fin y al cabo, ya han sido bendecidos por el elemento Dendro. ¡Nos vemos!
- Paimon: Humm, hay algo muy diferente con la Katheryne de hoy...
- Dehya: Viajero, Paimon.
- Paimon: ¿Qué pasa, Dehya?
- Dehya: Verán, la señorita está devanándose los sesos para encontrar la forma de que puedan ver a la Arconte. Creo que tengo una idea al respecto.
- Paimon: ¿De verdad? ¡Eso es genial!
- Dehya: Bueno, no sé si funcionará, así que no se precipiten. Vengan conmigo, tenemos que ir a ver a alguien.
¿Y Dunyarzad?
- Dehya: La señorita estaba agotada, así que está descansado con Nilou. Primero la llevaré a casa. Nos vemos en un rato en la Ciudadela Regzar.
- Paimon: ¡Hecho!
- (Dirígete a la entrada de la Ciudadela Regzar y espera a Dehya)
- Dehya: Siento llegar tarde. No ha sido fácil convencer a los señores de que la señorita estaba sentada en el puerto porque estaba de mal humor.
- Dehya: En fin, creo que debería darles las gracias. Hacía tiempo que no veía a la señorita tan contenta. Si no fuera por ustedes, ya la habrían atrapado y llevado a rastras de vuelta.
- Paimon: A Paimon le pareces mucho más simpática ahora que cuando nos conocimos, Dehya. No sabía que te preocuparas tanto por Dunyarzad.
- Dehya: *Tch*, se llama "ser profesional". Soy una guardaespaldas, y trabajo para quien sea que pague.
- Paimon: Jaja, ¡mira, se ha puesto colorada!
Tan roja como un tomate maduro.
- Dehya: ¡Oigan!
- Dehya: No creo que vaya a estar al servicio de la Srta. Dunyarzad por mucho tiempo, por eso quiero hacerlo bien. Bueno, basta de charla. Vayamos a la Ciudadela Regzar. Conozco a una persona que tal vez pueda concertar una audiencia con la Reina Menor.
- Dehya: ¡Jefe!
- Asfand: ¿Dehya? ¿Eres tú? ¿Qué te trae por aquí? ¿Y cómo has acabado en compañía de estos dos?
- Dehya: Ah, así que ya se conocen...
- Paimon: Así es. Nos conocimos esta mañana. En el Gremio de Aventureros nos dijeron que Asfand podría saber algo.
- Dehya: ¿En serio? ¿Y dónde está Ruj Shah? Estaba pensando en ayudarles y pensé que podríamos averiguar más sobre el robo. ¿Qué sabes de eso?
- Asfand: Fue a la Academia. El Gran Sabio ordenó que se refuercen las defensas de la Ciudad de Sumeru, así que nos han llamado por todo lo largo y ancho para que volvamos a la ciudad.
- Asfand: Bueno, puesto que ya sabes lo del robo, te contaré lo que sé.
- Dehya: ¡Gracias, jefe!
- Paimon: ¿Un robo? ¿De qué hablan?
- Dehya: Verán, hace poco la Academia perdió algo que parece estar relacionado con la Arconte Dendro. Creo que podría ser una oportunidad para que la conozcan.
- Asfand: Esa es una forma de verlo. Aunque, si me lo preguntan, yo creo que este caso tiene más que ver con la Academia.
- Asfand: Verán, la Academia envió a un convoy a recoger un paquete muy importante en la Aldea Aaru, pero la noticia corrió como la pólvora y alguien asaltó el convoy.
- Asfand: El Gran Sabio se ha tomado el asunto muy a pecho. Envió a la matra y nos han reclutado a Los Eremitas para que busquemos pistas. Lo único que sabemos a ciencia cierta ahora mismo es que, lo que sea que robaron, está ahora en Puerto Ormos.
- Dehya: ¿Han oído hablar de Puerto Ormos? Es el puerto comercial más importante de toda la nación. Para llegar tendrán que viajar al sur desde la Ciudad de Sumeru a lo largo del río.
- Dehya: La influencia de la Academia no se extiende hasta allí, así que el ambiente es más relajado. En Puerto Ormos pueden encontrar toda clase de personas.
- Asfand: Por lo visto, eso que han robado es de gran importancia para el Akasha y el conocimiento, e incluso para los dioses. Pero me temo que es todo lo que sé.
- Asfand: Si les interesa, tal vez deberían preguntar en Puerto Ormos. Una cosa más, cuando lleguen, deberían presentarse como estudiantes de la Academia.
¿Estudiantes de la Academia?
¿Y eso por qué?
- Dehya: Jefe, ¿está seguro de eso? Todos los estudiantes de la Academia están en la Ciudad de Sumeru. ¿Por qué irían a Puerto Ormos?
- Asfand: Jaja, si tanto te interesa, ¿por qué no vas y lo averiguas?
- Dehya: De eso ni hablar. Ya tengo bastante trabajo con los Homayani.
- Dehya: Y hazme caso, más les vale tener cuidado en Puerto Ormos. Los Eremitas de allí no son tan amigables como los de aquí.
- Dehya: Hay incluso algunos radicales que se pasan el día gritando "¡Reconquistemos Sumeru por el Rey Escarlata!" por las calles. Últimamente se han vuelto un verdadero dolor de cabeza para el jefe y el resto.
- Asfand: No me extraña. El Rey Escarlata lleva muerto cientos de años y ellos no dejan de hablar de su inminente regreso. ¡Como si eso fuera posible!
- Dehya: No todos son como usted, jefe. Incluso aquellos que abandonaron su hogar en el desierto desean tener su propio dios.
- Dehya: Bueno, viajero, eso es todo lo que sé.
- Paimon: Gracias a ambos. Han sido de gran ayuda.
- Paimon: Paimon cree que ya hemos reunido toda la información posible aquí en la Ciudad de Sumeru. Vayamos a Puerto Ormos a ver qué encontramos.
- Dehya: A la señorita le haría mucha ilusión verlos el Día del Sabzeruz. Asegúrense de volver a tiempo.
No lo olvidaremos.
Volveremos a tiempo.
- Dehya: Bien, pues nos vemos en el festival.
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