El syrtos de los Faetones es una misión del mundo de Enkanomiya, en Inazuma.
Detalles[]
Debes hablar con Clímene para comenzar la misión. Al principio aparece como ??? y se encuentra detrás de una pared que se abre al llevar a dos Seelies a sus respectivos pedestales.
- Ofrece perlas de coral a las siete tumbas de la realeza (0/7)
- Ve a donde está Clímene
- Ve al Emplazamiento del Guía de las Almas
- Habla con Clímene
- Obtén la Brida divina
- Habla con Clímene
- Coloca la Brida divina en el agua
- Habla con Clímene
Recompensas[]
30 Protogema
30 000 Mora
Notas[]
- La brida divina del paso 5 se obtiene durante la cadena de misiones «El lamento de Hiperión».
- Completar esta misión es necesario para obtener el logro "Bailando con los hijos celestiales" de la categoría Maravillas del mundo.
Diálogos[]
- (Habla con ¿?)
- ¿?: Humm, qué extraño. No había visto a alguien con tu atuendo desde hace muchos años...
- ¿?: Por tus modales, no creo que seas del reino de Byakuya.
- ¿?: ¿Acaso eres un viajero de lejos que cayó en este lugar?
Exacto...
- ¿?: No pensé que hubiera forma de acceder al reino de Byakuya desde el mundo exterior... Realmente sorprendente.
- ¿?: Nací aquí y nunca había visto a nadie del mundo exterior.
- ¿?: Alguien me dijo una vez que quería ver el mundo exterior y lo tomé como una broma...
- ¿?: *Suspira*...
- ¿?: Viajero, a decir verdad, tengo una petición que hacerte.
- ¿?: Hay siete tumbas de la realeza diseminadas por el reino de Byakuya. En ellas están enterrados los restos de nuestros Hijos del Sol (Faetones).
- Paimon: Hijos del Sol...
- ¿?: Sí, aquí adoramos al Dainichi Mikoshi.
- ¿?: Cada cierta cantidad de años, un niño es elegido como el Hijo del Sol y obtiene el control del reino.
- ¿?: Tuvimos... siete Hijos del Sol en total.
- ¿?: Oh, extraño viajero de otra tierra, por favor, ten la amabilidad de presentar tus respetos en sus tumbas.
- Paimon: Pero ¿por qué necesitas que unos forasteros hagamos eso?
- Paimon: ¿No son normalmente sus familiares y amigos quienes les presentan respetos...?
- ¿?: De hecho, ese sería el caso normalmente.
- ¿?: Por desgracia, me temo que nadie en este reino querría hacerlo.
- ¿?: En realidad, es probable que nadie haya visitado esas tumbas en mucho tiempo.
- Paimon: Pero... ¿por qué?
- Paimon: ¿Acaso a la gente de aquí no le gustan los Hijos del Sol?
- ¿?: “No gustar” es quizás demasiado amable... “Detestar” podría ser más adecuado.
- ¿?: Como dije antes, los Hijos del Sol se convertían en dirigentes en cuanto nacían.
- ¿?: Pero ¿cómo podían unos simples niños gobernar un reino? Los que realmente controlaban todo eran personas poderosas desde las sombras.
- ¿?: Los Hijos del Sol eran meras marionetas, y esa gente manipulaba todos sus movimientos.
- ¿?: Sin embargo, la codicia de esos poderosos no tenía fin. Se enriquecieron a costa del trabajo del pueblo, y dirigían a los Hijos del Sol para que cometieran actos atroces.
- ¿?: Y así, la ira del pueblo aumentó, y muchos de esos pecados fueron atribuidos a los Hijos del Sol.
- Paimon: Qué terrible...
- Paimon: ¡Los Hijos del Sol eran inocentes!
- ¿?: ¿Inocentes? No, en absoluto.
- ¿?: Para el pueblo del reino de Byakuya, la ignorancia de los Hijos del Sol fue el mayor de sus pecados.
- ¿?: Aunque un pecado sea cometido por ignorancia, puede herir a otros. ¿La persona que comete esa falta puede realmente considerarse inocente?
- ¿?: Sería difícil, ¿no? Porque el daño que causa es irreparable.
Si eso crees, ¿por qué me pides esto?
¿Por qué quieres que presente mis respetos en sus tumbas?
- ¿?: Bueno, digamos que es... una solicitud que viene de mi corazón.
- Clímene: Me llamo Clímene. Yo era la responsable de cuidar a los Hijos del Sol en su día a día en el Dainichi Mikoshi.
- Clímene: Aunque sabía que hacían mal, y era consciente de que estaban siendo manipulados...
- Clímene: Seguían siendo los niños que veía crecer. Me compadecí de ellos, y lloré por ellos...
- Clímene: Y al final de todo, no podía odiarlos.
- Clímene: Aunque mi trabajo era permanecer a su lado todos los días, yo estaba bajo estricta vigilancia...
- Clímene: No tenía permitido decir ni una sola palabra cuando estaba con ellos.
- Clímene: Pero cuando estábamos solos, cuando necesitaban ayuda y sentían miedo, me contaban tantas cosas...
- Clímene: Y yo no podía responderles.
- Clímene: Si hubiera tenido el valor de decirles algo, lo que fuera...
- Clímene: Tal vez... todo hubiera sido diferente.
- Clímene: Por favor, te lo ruego. No puedo verlos a la cara después de todo lo que pasó, así que esta es la única forma que tengo de honrarlos.
- Clímene: Por favor, viajero, ayúdame solo esta vez.
- Clímene: Lo único que te pido es que coloques una perla de coral en cada una de sus tumbas.
- Clímene: De esta manera, podrás encender las luces espirituales en el altar de piedra y abrir el camino hacia el Emplazamiento del Guía de las Almas para traer paz a sus espíritus...
Está bien.
- Clímene: Muchas gracias. Lo dejo en tus manos.
- (Opcional, habla con Clímene de nuevo)
- Clímene: Eran siete Hijos del Sol en total. Viajero, por favor, presenta tus respetos en sus tumbas por mí.
- (Después de respetar respetos en todas las tumbas)
- Paimon: Una, dos, tres... Viajero, ¡parece que ya mostramos nuestros respetos a las siete tumbas!
- Paimon: Volvamos al altar de piedra para contárselo al espíritu.
- (Habla con Clímene después de presentar respetos en todas las tumbas)
- Clímene: Las siete luces espirituales se han encendido...
- Clímene: Parece que has completado tu misión. Siempre recordaré cuánto me ayudaste.
- Clímene: Ahora permíteme abrir el camino hacia el Emplazamiento del Guía de las Almas.
- Clímene: Oh, viajero de tierras lejanas, sé que te he causado muchas molestias... Pero, por favor, me gustaría que presenciaras la ceremonia del descanso de sus almas.
- Clímene: Sigue este camino. Yo te esperaré al otro lado.
- (Acércate al Emplazamiento del Guía de las Almas)
- Paimon: Guau, Paimon no pensó que podríamos llegar hasta aquí.
- (Habla con Clímene)
- Clímene: Ah, viajero, llegaste.
- Clímene: Este es el Emplazamiento del Guía de las Almas. Aquí yacen mis últimos pensamientos.
- Clímene: Cuando los Hijos del Sol alcanzaban cierta edad, asistían a una ceremonia para entrar al Dainichi Mikoshi en el día de su nacimiento.
¿Entrar al Dainichi Mikoshi?
- Clímene: Sí, esa ceremonia se conoce como el “ritual del regreso solar”.
- Clímene: Los Hijos del Sol nacieron en el Dainichi Mikoshi y debían regresar al trono del sol antes de ser contaminados por el mundo mortal.
- Clímene: La temperatura del Dainichi Mikoshi era tan alta que calentaba todo el reino de Byakuya.
- Clímene: De los Hijos del Sol, lo único que regresaba al Emplazamiento del Guía de las Almas eran jirones de sus almas.
- Clímene: Pero sigo pensando que quizás...
¿Quizás...?
- Clímene: Si fuera yo quien abriera el Emplazamiento, podría usar mis recuerdos para completar lo que queda de sus almas.
Significa que...
- Clímene: Permíteme intentarlo.
- Clímene: Piramumon... Orupeusu... Estoy aquí. ¿No van a volver?
- Clímene: ...
¿Qué pasó?
- Clímene: *Suspira*, de los siete Hijos del Sol, Piramumon y Orupeusu fueron criados por mí, y ni siquiera ellos están dispuestos a responder...
- Clímene: Parece que mis recuerdos no son suficientes...
- Clímene: Si tan solo hubiera algo que pudiera usar como medio... Si tuviera la Brida divina, la insignia de los Hijos del Sol, tal vez podría funcionar.
- Clímene: Qué lástima que la Brida divina se perdiera hace mucho tiempo...
- Clímene: *Suspira*, esta nación, el reino de Byakuya, sigue odiando a esos niños.
- Clímene: Parece que intentar liberar sus almas no es más que un sueño imposible.
- Clímene: Viajero... considera esta mi última petición. ¿Podrías ayudarme a encontrar la Brida divina?
- Clímene: Sé que las posibilidades de encontrarla son mínimas y que estoy abusando de tu amabilidad al pedirte este favor.
- Clímene: Pero...
Lo comprendo.
Haré todo lo posible.
- Clímene: Yo... ¡te lo agradezco mucho!
- Clímene: La Brida divina ha estado desaparecida durante mucho tiempo. No te apresures.
- Clímene: Si tienes alguna noticia, por favor, avísame.
- (Vuelve con Clímene)
- Clímene: Viajero, ¿encontraste la Brida divina?
- Clímene: ¿Puedo... echarle un vistazo?
- (Entrega la brida divina)
- Clímene: Ah... Sí, esta es... ¡es la Brida divina!
- Clímene: Nunca pensé que llegaría el día en el que volvería a verla... Viajero, ¿dónde la encontraste?
La conseguí de Aberaku...
- Clímene: ¿Del mismísimo Aberaku no Mikoto?
- Clímene: Qué extraño. Recuerdo perfectamente que él fue una figura importante cuando nuestra nación acababa de fundarse.
- Clímene: Pero luego se dijo que pretendía usurpar el trono del Hijo del Sol y por eso lo acusaron de traición.
- Clímene: Aunque, ya que dices que te la dio él, quizás haya ciertas cosas que yo no haya comprendido bien.
- Clímene: El destino quiso que la Brida divina resurgiera ahora... Ah, todavía puedo recordar los rostros de esos niños...
- Clímene: De esta manera, por fin podré pagar por mis errores...
- Clímene: Viajero, coloca la Brida divina en el estanque del Emplazamiento del Guía de las Almas. De esta forma, seguramente podremos revivir sus almas.
- Clímene: Sí, cuando sus almas estén completas, ¡podrán dirigirse hacia una mejor vida!
- (Opcional, habla con Clímene otra vez)
- Clímene: Viajero, coloca la Brida divina en el estanque del Emplazamiento del Guía de las Almas.
- (Habla con Clímene después de colocar la brida divina)
- Clímene: Ah, Piramumon... Adorabas los libros, alegando que existe un mundo más allá de nuestro conocimiento, aunque no te creí en ese entonces...
- Clímene: Siempre sonreí y negué con la cabeza ante tus locas afirmaciones. ¡Ay! Debería haberte creído...
- Clímene: Dijiste que un día escaparías del Dainichi Mikoshi y te aventurarías en otra travesía...
- Clímene: Vete ahora, Piramumon. No dejes que nadie se interponga en tu camino. ¡Márchate y sé libre!
- Clímene: Y tú, Orupeusu, Orupeusu... Lo que daría por volver a oírte cantar...
- Clímene: Nadie podía escuchar tu voz clara y pura sin que deseara en su corazón cantar al unísono.
- Clímene: La noche antes del ritual del regreso solar, de repente deseaste escuchar mi voz. Sin importar cómo, solo deseabas oírme cantar.
- Clímene: Me dijiste que, aunque mi canto sonara horrible, nunca te reirías de mí.
- Clímene: Lo sabías, ¿verdad?... Sabías que este sería tu último regreso solar.
- Clímene: Y aun así... Hasta el final...
¿Clímene?
- Clímene: ... Disculpen. Eso fue inapropiado.
- Clímene: Se supone que la mujer a cargo de los Hijos del Sol debe proteger su pureza... Nunca debe casarse.
- Clímene: Por eso nunca tuve hijos.
- Clímene: Esos niños, que cuidé y vi crecer... En cierto momento llegaron a ser como mis propios hijos.
- Clímene: Gracias, viajero. Gracias por encontrar la Brida divina.
- Clímene: Esta Brida pasó por las manos de todos los Hijos del Sol, y los recuerdos vividos con ella son suficientes para llenar el vacío de sus almas.
- Clímene: ... Aunque esos recuerdos tengan una doble cara.
¿Doble cara?
¿Los recuerdos tienen caras?
- Clímene: Por supuesto. En este caso, los recuerdos son dobles. Por un lado, están tus propios recuerdos. Por otro, están los recuerdos que otros tienen de ti.
- Clímene: Esos vacíos se llenan con los propios recuerdos de los Hijos del Sol, grabados en la Brida divina...
- Clímene: Y con los recuerdos de ellos como niños que fueron culpados por el reino de Byakuya, esos que se convirtieron en hijos del pecado.
- Clímene: Mis propios recuerdos no son suficientes, así que tuve que complementarlos con los de la gente de nuestro reino.
- Clímene: Gracias a esos pecados de los que fueron acusados, ahora son recordados por el reino de Byakuya y pueden dejar sus espíritus atrás.
- Clímene: Gracias, viajero. Mi mayor deseo ya se ha cumplido.
- Clímene: Por fin... puedo estar en paz.
- Clímene: Sí... por fin puedo estar con esos niños de nuevo.
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