El derecho a burlarse del destino es la segunda parte de las Misiones de Arconte del Capítulo III: Acto VI, Cariberto.
Detalles[]
- Entra para buscar a Paimon
- Accede al interior
- Habla con Eide
- Prepara la Medicina prohibida sin nombre de la corte real
- Habla con Eide
- Dirígete a la Estatua de Los Siete cercana
- Dale la medicina al Hilichurl
- Ve hasta la cascada para recoger agua
- Entrégale el agua a Eide
- Derrota a los enemigos que se aproximan
- Oleada 1:
Dendrohongo Alado × 1
Girohongo Pyro × 2
Flotihongo Anemo × 1
- Oleada 2:
Dendrohongo Alado × 1
Girohongo Pyro × 2
Flexihongo Electro × 1
- Oleada 1:
- Habla con Eide
- Recoge los champiñones extraños
- Prepara la medicina prohibida sin nombre de la corte real
- Habla con Eide
- Dirígete a la Estatua de Los Siete cercana
Recompensas[]
Notas[]
- Desde el inicio de la misión, el jugador estará en un "modo especial de la trama". Si el jugador sale de este modo, puede regresar entrando a la cabaña donde se encuentra Cariberto.
- El Menú de Paimon será reemplazado por un botón de salida (como en los dominios).
- La mayoría de los demás menús tampoco son accesibles a través de teclas de acceso rápido, incluidos los menús Ajustes de equipo y Mapa.
- El minimapa tendrá un límite rojo temporal.
- Al acercarse, el Viajero se detendrá solo y regresará solo (ya que Paimon no está durante esta misión).
- El tunel de entrada desde la Sima al Bosque Avidya estará bloqueada por niebla.
- No podrás interactuar con la mayoría de los enemigos, PNJ e interactuables (como ollas de cocina, Monumentos elementales, Hongos elásticos y Pistilos foliáceos).
- Los PNJ Hayyan y Futuh son reemplazados por Hayán y Fateh, que tienen un diálogo especial.
- Los enemigos y los seres vivos no dan ningún material.
- La mayoría de los Artilugios no se pueden usar. Los que se pueden utilizar son: Lente de los recuerdos, Pluma extraña, Abanico de plumas rojas, Globo conmemorativo del festival, Cañón de celebración de Bomba saltarina, Olla del gourmet Adeptus y Vial exotérmico.
- La hora del día solo avanza a medida que avanza la misión y no se puede cambiar ya que no se puede acceder al menú Hora.
Diálogos[]
- (Entra para buscar a Paimon)
- Hombre amenazante: ¡Alto ahí! ¡¿Qué crees que estás haciendo?!
¡Aaaaah!
¡Qué susto!
- Hombre amenazante: Este lugar no es lo que piensas, así que ¡no metas las narices en mis asuntos! ¡Largo de aquí!
Tranquilo, solo busco a mi compañera de viaje.
Solo estoy buscando a mi compañera de viaje.
- Hombre amenazante: ¿Tu compañera de viaje? ¿Esa hadita que estaba vigilando anoche?
- Hombre amenazante: Se fue al bosque esta mañana temprano. La vi con mis propios ojos.
(Así que es cierto, se fue al bosque... Aunque tampoco puedo fiarme por completo de este tipo.)
¿Anoche estabas por aquí?
Entonces, ¿me observaste mientras dormía?
- Hombre amenazante: ¿Qué asunto te trae por aquí? Yo llegué a este sitio primero, y lo que haga no es asunto tuyo.
- Hombre amenazante: ¿Te queda claro? Largo.
...
(Este tipo es un poco extraño... Tengo que averiguar qué es lo que intenta ocultar.)
- Hombre amenazante: ¿Qué pasa? ¿Qué haces aquí todavía?
Creo que me va a costar encontrar a mi amiga en el bosque.
Prefiero esperar aquí a mi compañera de viaje.
- Hombre amenazante: *Suspira*, si no hay más remedio... Como quieras.
- Hombre amenazante: Bueno, he estado observándote y no tienes pinta de ser un guardabosques o alguien de la Academia...
- Hombre amenazante: Te lo advierto, conmigo nada de tonterías. Si me lo garantizas, puedes hacer lo que te plazca.
Ya verás que yo soy buena gente.
No tengo nada que ocultar.
- Hombre amenazante: Está bien, de acuerdo. Pues muévete, que voy a entrar.
¿Puedo entrar contigo?
No me dejes aquí fuera, hace frío.
- Hombre amenazante: ¿Pero qué...?
- Hombre amenazante: *Suspira*, está bien, como quieras. De todas maneras, ya sabía que no podría esconder esto. Pasa.
- Hombre amenazante: Pero no te alarmes cuando entres, ¿eh? ¿Entiendes?
No te preocupes, estoy curado de espanto.
Entendido.
- Hombre amenazante: Vamos.
- (Accede al interior)
- Hilichurl: ...
¿Un Hilichurl?
¿Tienes un Hilichurl de mascota?
- Hombre amenazante: Métete en tus asuntos. Puedes estar tranquilo, es inofensivo...
- Hombre amenazante: Al fin y al cabo, ¿qué daño podría hacer con lo joven que era?
- Hombre amenazante: Así que ni se te ocurra ponerle las manos encima. Si estás cansado o tienes frío, siempre puedes acurrucarte en alguna esquina.
¿Eres de Khaenri'ah?
- Hombre amenazante: ¿Eh?
- Hombre amenazante: Conoces Khaenri'ah... ¿Se puede saber quién eres tú? ¿Cómo sabes que soy de Khaenri'ah?
No soy más que un viajero.
Tu ropa...
Tus ojos...
Es que ya he visto a otras personas de Khaenri'ah antes.
Tu ropa...
Tus ojos...
- Hombre amenazante: ...
- Hombre amenazante: ¿Crees en los dioses, viajero?
No creo en ningún dios, y además soy enemigo de algunos de ellos.
No creo en los dioses, pero soy amigo de algunos de ellos.
- Eide: Parece que has vivido muchas experiencias. Bien, puedes llamarme Eide. Y has dado en el clavo, fui habitante de Khaenri'ah.
- Eide: Perdón si fui grosero, pero espero que me entiendas... Según lo que he visto hasta ahora, en este mundo apenas queda gente que no crea en Los Siete...
- Eide: Y los seguidores de los dioses son mis enemigos.
Eso suena demasiado extremista.
Qué carácter tiene la gente de Khaenri'ah...
- Eide: Sea como sea, desde que sucedió el desastre de Khaenri'ah, no suelo tener la oportunidad de tratar con gente como tú.
- Eide: Esa detestable maldición de la inmortalidad... No sé cuánto tiempo más podré continuar así.
¿Qué es exactamente la maldición de la inmortalidad?
¿Has vivido durante tantos años debido a esa maldición?
- Eide: La maldición de la inmortalidad fue un regalito que esos viles dioses otorgaron a la gente de Khaenri'ah.
- Eide: Perdimos nuestro hogar, a nuestros seres queridos, lo perdimos todo... El sufrimiento que trajo aquel desastre ya era prácticamente imposible de soportar... Pero entonces nos impusieron esta maldición que nos arrebató cualquier posibilidad de liberarnos.
- Eide: Nuestra única opción es contemplar cómo nuestros cuerpos y almas se deterioran hasta pudrirse.
(Conque Eide tiene que vivir con la misma maldición que Dain...)
¿Por qué algunas personas se transformaron en Hilichurls?
¿Por qué en vez de convertirte en Hilichurl recibiste la maldición de la inmortalidad?
- Eide: Porque, aunque Khaenri'ah comenzó con un solo linaje, también fue un hogar para otros.
- Eide: Aquellos que renunciaban a sus dioses y venían a Khaenri'ah también fueron acogidos como ciudadanos.
- Eide: Cuando sucedió el desastre, aquellos con sangre pura de Khaenri'ah fuimos considerados "los más grandes pecadores", y los dioses nos maldijeron con la inmortalidad.
- Eide: Pero los habitantes cuya ascendencia procedía de los territorios dominados por otros dioses fueron castigados con la maldición de convertirse en monstruos salvajes mientras trataban de huir.
Entonces... este Hilichurl es...
- Eide: Es Cariberto, mi hijo ilegítimo.
- Eide: *Suspira*, cuánto ha cambiado todo. Antes no podía ni mencionar una palabra al respecto, pero ahora puedo hablar del asunto con plena libertad.
- Eide: Debido a mi ascendencia, antes era un noble de Khaenri'ah de sangre real, pero nunca estuve conforme con la vida que habían planeado para mí.
- Eide: Hasta que un día conocí a una hermosa mujer. Ella era de Mondstadt... Pero no me importaba, pues sabía que aquello era amor verdadero.
- Eide: Cariberto tuvo que soportar un sinfín de penurias por culpa de mi egoísmo... y nunca pude estar a su lado como es debido.
- Eide: ... Un día, se convirtió en un Hilichurl ante mis propios ojos.
- Eide: Siempre sentí que le debía demasiado. Ahora... al menos puedo estar a su lado.
¿Y qué hay de su madre?
- Eide: Ella...
- Eide: *Suspira*, se separó de nosotros. No es algo que quiera recordar.
Siento oír eso...
Debes haberlo pasado muy mal...
- Eide: Podría haber sido peor. Sufrí el dolor de la pérdida porque hubo una vez en que lo tuve todo.
- Eide: Y cuando pierdes prácticamente todo, valoras más lo poco que te queda.
- Eide: Al menos... todavía tengo a Cariberto.
...
¿Y qué piensas hacer ahora?
¿Qué están haciendo aquí?
- Eide: Ah, sí, eso me recuerda que solo vine para comprobar cómo estaba Cariberto, pero tengo otros asuntos que atender... Puedes venir conmigo si sientes curiosidad.
- (Habla con Eide)
- Eide: Por aquí.
¿Una mesa de fabricación?
¿Qué vas a hacer con esto?
- Eide: Seguro que te preguntas por qué traje a Cariberto a Sumeru.
- Eide: Te lo diré. Es porque Cariberto necesita una medicina que solo puede elaborarse aquí...
- Eide: Es una medicina capaz de ayudarle a recuperar la lucidez mental.
¿La lucidez mental?
(En la Sima, Dain dijo que la maldición es irreversible. ¿De verdad tendrá efecto esa medicina?)
- Eide: No pretendo romper la maldición. Sé de sobra que no tengo el poder suficiente para alterar el castigo de los dioses.
- Eide: Pero dicen que esta medicina contiene el poder de la Diosa de la Sabiduría de Sumeru, y que ayuda a despertar las facultades cognitivas perdidas. En el pasado solía usarse para tratar pacientes con histeria.
- Eide: Creo que podría funcionar...
¿Dónde oíste hablar de esta medicina?
- Eide: La descubrí en un libro que encontré en la Biblioteca Real de Khaenri'ah. Como solo surtía efecto con el poder de Los Siete, el libro acabó prohibiéndose.
- Eide: Cuando era joven, la vida en palacio no me hacía feliz. Siempre buscaba cosas emocionantes que hacer, y así fue como encontré aquel libro.
Debe haber una buena razón para que fuera prohibido.
Parece peligroso.
- Eide: ¿Acaso tengo otra alternativa? ¿Qué más puedo hacer?
- Eide: ¡Los dioses ya nos han castigado! ¿Qué más da si sigo pecando?
Bueno, bueno, no hace falta que me grites.
Te entiendo, no te queda más remedio que intentarlo.
- Eide: Me basta con que lo comprendas. Lo siento, a veces me cuesta controlar mis emociones... Será que ya he vivido demasiado.
- Eide: El caso es que necesito tu ayuda para poder elaborar la medicina.
- Eide: Mis manos ya no son tan ágiles como antes, quizá se estén deteriorando por dentro... Condenada maldición de la inmortalidad...
- Eide: Bien, toma este ingrediente para empezar...
¿Un champiñón?
Nunca había visto un champiñón como este.
- Eide: También necesitaré algunos objetos típicos de Sumeru, no sé si tú los tendrás a mano. Si la memoria no me falla, eran... lotos kalpa y rosas de Sumeru.
Creo que tengo algunos.
- Eide: Estupendo, entonces ya lo tenemos todo.
No, pero no me importa ir a recoger unas cuantas.
- Eide: ¿De veras? Me harías un gran favor.
- Eide: Este es el proceso a seguir para elaborar la medicina. Solo tienes que seguir cada paso como se explica aquí.
- (Obtendrás
Champiñón extraño × 2)
- (Prepara la medicina prohibida sin nombre de la corte real)
- (Habla con Eide)
- Eide: ¿Ya terminaste? ¡Bien! Déjame ver...
- Eide: Humm... Si te digo la verdad, yo tampoco estoy seguro de qué aspecto debería tener esta medicina exactamente. El libro no incluía ninguna imagen...
- Eide: Bueno, por fin llegó el momento... Maldita sea.
¿Y ahora qué pasa?
¿No tenemos que darle la medicina a Cariberto?
- Eide: Todavía queda un último paso para completar la medicina.
- Eide: Como dije antes, esta medicina requiere del poder de la Diosa de la Sabiduría para que pueda surtir efecto...
- Eide: Y por eso... tendremos que hacer una ofrenda a una Estatua de Los Siete.
No debe de ser agradable para alguien de Khaenri'ah...
(¿Debería pedirle a Nahida que nos ayude?)
(Será mejor que no, Eide detesta a los dioses y podría alterarle demasiado. Lo haremos a su manera.)
Entiendo que no te entusiasme la idea...
(¿Debería pedirle a Nahida que nos ayude?)
(Será mejor que no, Eide detesta a los dioses y podría alterarle demasiado. Lo haremos a su manera.)
- Eide: Vamos. No te olvides de traer la medicina.
- (Dirígete a la Estatua de Los Siete cercana)
- Eide: Mira esta estatua... ¿Cómo voy a inclinarme ante ella?
- Eide: Diosa de la Sabiduría, míreme.
- Eide: No pienso rezarle ni cantarle alabanzas.
- Eide: Los dioses destruyeron mi hogar, mis compatriotas tuvieron que sufrir el dolor de la desgracia... Pero aun así, hoy me presento ante usted.
- Eide: Solo el destino tiene derecho a burlarse de mí.
- Eide: Diosa de la Sabiduría, ya me cansé de intentar demostrar que no soy culpable de los pecados que se asocian a mi sangre. Solo pido que tenga piedad de un pobre niño desafortunado.
- Eide: A mi hijo Cariberto... lo convirtieron en un monstruo antes de poder apreciar la belleza de este mundo. Ningún niño se merece un destino como ese...
- Eide: ...
- Eide: Si todo lo que hicieron los dioses desde el comienzo tenía el único fin de que los herejes de Khaenri'ah agachasen la cabeza...
- Eide: ... Entonces yo la agacharé ahora.
- Eide: Ya renuncié a todo aquello por lo que he luchado...
- Eide: Solo pido un pequeño milagro para que Cariberto... pueda volver a contemplar este mundo de nuevo.
- Eide: Se lo ruego, diosa... Se lo suplico.
...
(No sé muy bien lo que sucedió realmente durante el desastre de Khaenri'ah, pero no me cabe la menor duda de que su gente sufrió muchísimo.)
(¿De veras era imposible que los dioses y Khaenri'ah coexistieran?)
- Eide: ... Creo que ya me he rebajado lo suficiente. Vámonos.
Seguro que se recuperará.
- Eide: Humm...
- (Dale la medicina al Hilichurl)
- Eide: ¿Cariberto?
- Cariberto: ...
(El Hilichurl permanece quieto. Apenas es capaz de reaccionar a lo que lo rodea.)
- Eide: Bueno, ya tenemos la medicina, probémosla.
- Con tu ayuda, Eide le da al Hilichurl la medicina que prepararon.
- Eide: ¿Cariberto? Soy yo, papá. ¿Cariberto?
¿Hay alguna reacción?
- Eide: Cariberto, ¡por favor, contéstame!
- Cariberto: ...
- Eide: No pude estar contigo el día en el que naciste... Y tampoco pude acompañarlos a ti y a mamá cuando estaban sufriendo tanto...
- Eide: Pero ahora papá está aquí contigo. Papá ha permanecido a tu lado durante estos años, y nunca ha vuelto a separarse de ti.
- Eide: ¿Todavía sigues enfadado conmigo, Cariberto?
- Eide: Ya debes de estar despierto... ¿Es que no quieres dirigirme la palabra?
- Eide: Lo siento muchísimo, Cariberto. ¡Perdóname, te lo ruego! Dime algo, por favor... ¡Háblame!
- Eide: Te lo suplico...
Eide, para...
No ha funcionado...
- Eide: ¡Maldición!
- Eide: Dioses, ¡¿qué más quieren de mí?!
- Eide: Me arrebataron todo lo que tenía, ¡y hasta me he arrodillado ante ustedes!
- Eide: Estoy dispuesto a entregarles mi vida, ¡pero ni siquiera me dejan morir!
- Eide: Sabía que nunca debí confiar en nada que tuviera que ver con los dioses. Me engañé a mí mismo con fantasías...
- Eide: Los dioses de este mundo nunca han protegido a los humanos... ¡Ni por un instante!
Cálmate, Eide. Debe haber otro motivo...
Quizás haya otro motivo por el que no ha funcionado.
- Eide: ¿Otro motivo? ¿A qué te refieres?
Quizá... la dosis no era la correcta.
Quizá... el tratamiento que le dimos no esté completo.
- Eide: Oh... ¿Eso crees?
¿Es que piensas rendirte antes de intentarlo por todos los medios posibles?
¿Es que quieres rendirte y abandonar a Cariberto?
- Eide: ¿Rendirme? Claro que no. Nunca. Tienes toda la razón, no puedo dejarme llevar por el desánimo todavía.
- Eide: ¿Y qué si me tengo que quedar aquí con Cariberto durante... cincuenta o cien años? Si hay algo que tengo de sobra, es tiempo.
¡Esa es la actitud!
(La inmortalidad es un tormento cuando has perdido la esperanza.)
Yo te ayudaré.
(La inmortalidad es un tormento cuando has perdido la esperanza.)
- Eide: Vamos, ¡tenemos que preparar otra dosis!
- Eide: El ingrediente clave de esta medicina es ese champiñón tan extraño. Eso complica las cosas, pero no es misión imposible.
¿Dónde conseguiste esos champiñones?
- Eide: Los cultivé yo mismo. En ese campo de cultivo.
¿Los champiñones se pueden cultivar?
- Eide: Eso no es un detalle importante, ¿no crees? Olvídate de esa curiosidad tuya y haz lo que te digo.
...
Qué remedio...
- Eide: Hay una cascada al lado de la estatua a la que fuimos antes. Necesito que me ayudes a recoger agua de allí sobre las dos de la tarde.
- Eide: Yo me quedaré aquí cuidando de Cariberto. Cuando regreses, iré a preparar fertilizante para los champiñones.
Entendido.
- Eide: Bien. Entonces ve hasta allí cuando sea la hora.
- El tiempo pasa volando y, sin darte cuenta, ya son las dos de la tarde.
- (Ve hasta la cascada para recoger agua)
- (Entrégale el agua a Eide)
- Eide: Ya estás aquí. Cariberto se mantiene estable...
- Eide: Y con eso quiero decir... que sigue sin responder.
- Eide: Bueno, entrégame el agua.
- Eide riega el campo de cultivo con cuidado...
- Eide: Quédate aquí vigilando un rato. Y sobre todo, no permitas que ningún guardabosques de Sumeru se acerque a la casa, ¿de acuerdo?
Descuida.
Yo me encargaré de proteger tu secreto.
- Eide: Así me gusta. Enseguida vuelvo, no tardaré mucho en preparar el fertilizante.
- Esperas junto al campo de cultivo a que Eide regrese. Un rato después...
(¿Por qué aparecieron tantos monstruos de repente?... Qué extraño... Parece que vienen directamente al campo de cultivo...)
(¿Será que regar los cultivos atrae a los monstruos de alguna forma? Humm, me encargaré de ellos cuanto antes.)
- (Derrota a los enemigos que se aproximan)
- (Habla con Eide)
- Eide: ¿Qué pasó? ¿Acaso vinieron monstruos?
- Eide: Menos mal que estabas aquí, no podría haberme encargado de ellos por mi cuenta. Solo podría haberme escondido hasta que se hubiesen marchado.
- Eide: Por cierto, ya tengo el fertilizante. Tarda un tiempo en surtir efecto, así que deberíamos darnos prisa.
- Eide esparce el fertilizante, que contiene poder elemental, y surte efecto rápidamente.
- Eide: Ahora, recogeremos los champiñones y repetiremos el mismo proceso para preparar otra dosis. ¿Ya aprendiste cómo se hace?
- (Recoge los champiñones extraños)
- (Prepara la medicina prohibida sin nombre de la corte real)
- (Habla con Eide)
- Eide: ...
Eide, la medicina ya está lista.
¿En qué piensas?
- Eide: Oh, oh, disculpa, es que... Después de descansar aquí durante un rato, empecé a darle vueltas a la cabeza...
- Eide: Estos años han resultado extenuantes. Me encantaría poder acostarme sobre este campo de cultivo y no despertar jamás...
Si no fuera por esa horrible maldición...
Cariberto te necesita.
- Eide: Jeje, tienes razón, y por eso mismo no fue más que un pensamiento pasajero. Gracias por ayudarme con la medicina. Ahora nos queda el último paso... Regresar a la Estatua de Los Siete.
- (Dirígete a la Estatua de Los Siete cercana)
- Eide: Llegamos. Bien, comencemos...
- Eide: Un momento... ¿Ese de ahí... no era Cariberto?
¡¿Qué?!
¿Salió de la casa?
- Eide: Oh, no... Debe de haberse marchado sin que nos diéramos cuenta mientras nosotros estábamos preparando su medicina.
- Eide: ¡Vamos! ¡Tenemos que alcanzarle!
- (Diálogo especial)
- Hayán: Los problemas ecológicos de esta zona requieren de un estudio y un análisis más rigurosos...
- Fateh: Estos eruditos y sus discursos exagerados... ¿Sabes qué es lo que me sorprendería de verdad? Que consiguieran reducir la humedad de este bosque...
- Fateh: Mi familia lo está pasando mal con este clima... Y eso está haciendo que mis dolencias vuelvan a afectarme.
Historial de cambios[]
- Versión 3.5
- El derecho a burlarse del destino se añadió al juego.