Un plato de cangrejo a la parrilla. Cocinarlo con la intensidad de fuego adecuada le ha permitido conservar su jugosidad y carnosidad. Además, como la mantequilla ha penetrado a la perfección en su carne, con solo olerlo ya se te hace la boca agua.
~ Descripción de calidad normal.
Un plato de cangrejo a la parrilla. El exquisito aroma de sus patas se debe a que han absorbido a la perfección la mantequilla. Al probar el cangrejo, un irresistible sabor invade tus papilas gustativas. Sin darte cuenta, ya te has acabado toda la carne, pero sigues queriendo rebañar cada gota de mantequilla que hay en el caparazón para poder probar una vez más ese sublime regusto.
~ Descripción de calidad deliciosa.
Un plato de cangrejo a la parrilla. Sus patas aún están frías, crudas y demasiado saladas. Comerlo es como beber un vaso de agua de mar. ¡Puaj!
~ Descripción de calidad sospechosa.
